Mediante un comunicado, la ex denarvaísta cuestionó que “siempre la carga cae sobre el usuario, cuando deberían utilizar fondos que se tienen disponibles a esos efectos, pero solventan las obras con aumentos previos a su comienzo. Somos los ciudadanos los que al pagar por adelantado algo que no nos están brindando financiamos dos veces”.

Los dichos de la legisladora pueden resultar cuanto menos llamativos, dado que su cartelería es la que más ensucia los caminos que ahora pertenecen a Autopista de Buenos Aires (AUBASA), presidida por su ex compañero Gonzalo Atanasof cuando ella presidía el bloque de diputados de Unión Celeste y Blanco.

Lo cierto es que es frecuente ver las cuadrillas de la empresa concesionaria limpiando las paredes para quitar la cartelería colocada por la tropa militante de la esposa del titular de la Federación Argentina Sindical del Petróleo, Gas y Biocombustibles, Alberto Roberti, que no parece escatimar en gastos a la hora de pagar la propaganda de su mujer.

LAS OTRAS PERLITAS

Con el afán de mostrarse presentes y en movimiento, los legisladores muchas veces comenten ciertos desaciertos. Hace solo algunos días, sin ir más lejos, Mónica López manifestó su preocupación por la “ausencia de vacunas contra la viruela en La Plata”; a lo cual el ministro de Salud de la provincia Alejandro Collia tuvo que salir a aclarar que ese antídoto no existe porque simplemente la enfermedad se encuentra erradicada de la faz de la tierra desde hace más de tres décadas.

No es la primera ni la segunda vez que la blonda comete un grosero traspié. Vale recordar que, tal y como lo publicó en exclusiva REALPOLITIK hace más de un año, Mónica López fue presentada en numerosas ocasiones con ese título, razón por la cual el ex titular del bloque de concejales del Pro de Avellaneda, Daniel García, comenzó a cuestionar los honores de la legisladora bonaerense. Desde entonces, dentro de la comuna, al momento de referirse a ella, se mofan por su parecido al personaje interpretado por Roberto Gómez Bolaños, el doctor Chapatín, que agradecía con sumo gusto que lo llamaran “licenciado”.