La mochila sindical en la campaña K

La mochila sindical en la campaña K

Hugo Moyano recibió la orden de evitar aprietes en campaña. Pero se complicó la causa Independiente.

 

Entre el Gobierno y la oposición kirchnerista parece existir una involuntaria devolución de favores en plena campaña. El poder continúa aportando información al único relato medianamente amalgamado que exhiben Alberto y Cristina Fernández: la crisis económico-social. El Indec, que normalizó Mauricio Macri, comunicó ayer que las ventas en shoppings y supermercados registraron hasta mayo once meses de caída consecutiva interanual. La medición intermensual (mayo contra abril) denuncia un leve repunte en los centros comerciales. El macrismo sigue apostando a la estabilidad del dólar como gran herramienta para mejorar las expectativas sociales –que ocurre-- y pelear voto por voto.

El kirchnerismo, por su lado, parece privarse de pocas cosas que caen sobre el proselitismo oficial como regalos del cielo. Valdrían más, tal vez, que la parafernalia tecnológica que han puesto en marcha en la campaña Marcos Peña, el jefe de Gabinete, y su equipo. Aquellos favores provienen de casi todos los sectores que, para derrotar a Macri, se aglutinaron forzadamente en torno al capital político de la ex presidenta.

En los últimos días las señales fuertes y provocativas provienen del universo sindical. La más reciente sucedió ayer disparada por el gremio de pilotos de la empresa Aerolíneas Argentinas. Los trabajadores aéreos nucleados en APLA llevan a cabo una medida de protesta que consiste en la lectura de un comunicado, en el aterrizaje de cada vuelo, en el que se critica la política aerocomercial desplegada por el Gobierno.

 

Esa medida deja abiertos varios flancos para la discusión. La primera sería preguntarse si el método utilizado constituiría el idóneo para expresar tal disconformidad. Tufillo de campaña dentro de los aviones. La interpelación no es antojadiza por dos razones. El titular de APLA es Pablo Biró, un dirigente ultra K que hace pocos días vaticinó que esto “va a terminar mal”. En el mismo momento en que, durante el último fin de semana largo de comienzos de mes, realizó una huelga sorpresiva, encubierta por una asamblea, que trastocó todo el cronograma de los vuelos. Y enloqueció a la gente.

La otra cuestión consistiría en cotejar las críticas de APLA con el último informe del Ministerio de Transporte, a cargo de Guillermo Dietrich. No se trata de cifras bíblicas. Pero al menos requerirían atención. Según dicho trabajo en marzo de este año, con la crisis aún en auge, 1.330.000 personas usaron vuelos de cabotaje. Un 13% de aumento respecto del mismo mes de 2018. Y un 60% por encima de igual mes de 2015, cuando se produjo el relevo de Cristina por Macri.

El cambio de metodología de Biró, de medidas de fuerza por un comunicado crítico leído dentro de los aviones, respondió a las urgencias de campaña. Los Fernández necesitan evitar de sus aliados sindicales medidas salvajes que suelen predisponer muy mal a los pasajeros, cuya onda expansiva se expande con visible mal humor en la sociedad. Sin ese requisito, se le haría difícil a Alberto seducir al electorado desencantado que tampoco quiere regresar a un tiempo de prepotencia.

El caso de Biró no es una excepción. Todo el arco sindical que acompaña a la fórmula kirchnerista se ha llamado a sosiego. No existen cadenas de paros ni piquetes repentinos. También los movimientos sociales dispusieron, en ese sentido, un repliegue.

Un caso singular sucede con Hugo Moyano y el gremio de los camioneros. Días atrás se realizó en Pergamino un encuentro con los 100 delegados sindicales de las empresas del rubro de mayor representación. Lo comandó Gabriel Marcelo Aparicio. De apodo el “Feúcho”. Vocal del Consejo Directivo Nacional de la Federación de Trabajadores Camioneros. Hombre íntimo de Hugoque estuvo imputado en 2013 por bloquear los locales de un supermercado mayorista en reclamo por el traspaso de sus empleados al sindicato camionero.

Aparicio dio un instructivo preciso. Debe evitarse en campaña la política de aprietes a las empresas. La orden está siendo cumplida. Aquella cumbre ocurrió poco después de un retrato político. El que Alberto y Cristina tuvieron junto a Hugo y Pablo Moyano el 13 de junio. También estuvo el ceteísta Hugo Yasky. Fue uno de los prólogos del inicio de la campaña.

De hecho, los Moyano no están participando en ningún acto. La temporaria buena conducta no les alcanza ante otros sucesos que salpican la realidad. El viernes pasado el fiscal adjunto de Lomas de Zamora, Sebastián Scalera, elevó a juicio la causa por serias anomalías en Independiente. Hugo es su titular; Pablo el vicepresidente. Las mochilas de sus historias son pesadas.

A ambos se los acusa de liderar una asociación ilícita que habría defraudado al club. Pablo quedó por ahora al margen porque está en curso una pericia –demorada-- sobre presunto lavado que tiene sus bemoles. Genera tensiones en el Ministerio de Seguridad. ¿Las razones? Patricia Bullrich estaría sospechando sobre algún comportamiento extraño en la División Lavado de Activos de la Policía Federal.

Sucede que aquella misma pericia –en base a datos incautados de las computadoras del club y de una empresa-- había sido realizada tiempo atrás con resultados negativos. Fue lo que impulsó al fiscal Federico Delgado a presumir que no se había consumado delito. La jueza de Avellaneda Brenda Madrid, que sustituyó al controvertido juez Luis Carzoglio, amigo de los Moyano, ordenó una nueva realización.

Sin poseer aún ninguna prueba contundente, Bullrich estaría sospechando que pudo haber existido complicidad en algún sector de la División Lavado de Activos que habría intentado una protección a los Moyano.

El fraude denunciado tendría distintas facetas. Las reventas y las entradas supuestamente de protocolo avaladas por las autoridades del club. La incorporación de más de 3 mil socios de modo legal. Pero cuyos ingresos nunca se incorporaron a las arcas de Independiente. Ese dinero se habría utilizado para financiar las actividades de los barrabravas. Tampoco Independiente sería una excepción en el ambiente del fútbol. Pero la proporción y la ostentación de poder de los Moyano le habría concedido otra visibilidad.

Como sucedió con el escándalo de los cuadernos de las coimas, que tiene procesada y con pedido de prisión preventiva a Cristina, el aporte de los arrepentidos también en este caso resultó crucial. Sobre todo el del ex jefe de la barra, Pablo “Bebote” Alvarez. Dijo que Hugo estaba al tanto de todas aquellas irregularidades. El fiscal Scalera estaría detrás de otras huellas. Que habrían salido a la luz con motivo de una transacción inconclusa de un futbolista,pretendido por otra institución. Los elevadísimos salarios en dólares que cobrarían muchos jugadores del plantel. O que figuran que cobran. Quizá podría tratarse de otro mecanismo de lavado.

Los Fernández estarían preocupados por las revelaciones sobre los Moyano. Además, por algunas de sus incomprensibles reacciones. Daniel Llermanos denunció a la productora Pol-Ka, de Adrián Suar, y al actor Julio Chávez por la serie “El tigre Verón”. Narra la historia de un sindicalista y su familia. En forma de ficción. El abogado defensor de la familia Moyano adujo similitudes con su cliente. Le cargó solito el sayo.

Entre tantas ingratas novedades familiares saltó otra. El yerno de Hugo, Carlos “Chiqui” Tapia, titular de la AFA, fue separado de la FIFA por la Conmebol por sus críticas tras la derrota de la Selección ante Brasil, en la Copa América.

La mano viene torcida para el clan camionero.

Por EDUARDO VAN DER KOOY

Comentá la nota