Miguel Galuccio, el señor inflación

Miguel Galuccio, el señor inflación

Desde que el ingeniero Galuccio tomó el control de YPF, en 2012, los combustibles subieron más del ciento por ciento. Mientras, el directorio de la petrolera se aumentó sus sueldos en un 67 por ciento. Las medidas que boicotean los planes de estabilidad de Kicillof. La nafta pasó de $ 5 a $ 14,30 en 28 meses

Al ingeniero Miguel Galuccio le gusta que le digan “El Mago”. Aunque no lo exterioriza, disfruta de ese apodo. Goza cuando se lo muestra como una persona ejecutiva, idónea y de perfil bajo. Sus colaboradores deben decir que trabaja hasta los domingos, incluso hasta bien entrada la noche, en su megaoficina del piso 33 de la torre de YPF en Puerto Madero.

Entrerriano, descendiente por parte materna de Martín Coronado, ex rugbier, polista y adepto al yoga, el presidente de la principal empresa argentina (estatizada el 3 de mayo de 2012) cuida hasta el ultimísimo detalle su imagen. Jamás quiere verla asociada a ningún escándalo. Por eso montó en cólera cuando apareció enfrentado, en un hecho real y contrastable, con el ministro de Economía, Axel Kicillof, y el inefable Guillermo Moreno.

“El Mago”, un taurino que supo tener a George Harrison como vecino de su propiedad de 2,5 millones de dólares en Surrey, residencial suburbio londinense, ya piensa y planifica el post Cristina. Pensaba llevarse antes de diciembre de 2015 la controvertida norma para quedarse con el control total del mercado de hidrocarburos por sobre las provincias. Era su arma letal para seducir inversiones y manejar a gusto y piacere, sin las burocráticas reuniones con líderes políticos, pero la jugada le salió mal y perdio la batalla. En el fin de la contienda ganaron los gobernadores.

Galuccio tiene fama de tipo eficiente, por algo ha llegado a ser el CEO de una petrolera con alrededor de 45 mil empleados, entre directos e indirectos. Por eso, cada uno que lo visita en Puerto Madero se lleva atiborradas carpetas con papeles, los cuales marcan, básicamente, el crecimiento en el valor de la acción de YPF desde que asumió en su cargo.

Pero los datos que oculta el ingeniero, y que jamás menciona en ninguna conversación, son los de los aumentos exponenciales en los precios de los combustibles. Para esto también ha sido un mago... Desde que tomó el control de YPF, el precio de la nafta súper subió más de un ciento por ciento: pasó de $ 5,29 en mayo de 2012 a $ 14,23 en septiembre de 2014. Escalofriante: en 28 meses pegó un saltó por encima de cualquier pauta inflacionaria, incluso la más pesimista de las consultoras hipercríticas con el Gobierno. Nada ha aumentado tanto como los combustibles en la Argentina de Galuccio presidente de YPF.

Nunca, jamás, el ingeniero que se muestra como el más idóneo de todos hizo comentario alguno sobre esta circunstancia medular. YPF domina el mercado de combustibles e impone los precios. Es la primera petrolera en aumentar; luego le siguen Shell, Petrobras y el resto. Antes de Galuccio era exactamente al revés.

Ningún gremio, ni siquiera el de los petroleros, tuvo un incremento salarial mediante paritarias del 50 por ciento anual, o del ciento por ciento en dos años. Ningún asalariado ha pegado un salto tan importante en sus ingresos.

Galuccio dispuso el primer aumento en los combustibles el 5 de julio de 2012, cuando la nafta súper pasó a $ 5,71, la premium a $ 6,49 y el gasoil a $ 4,96. Hoy parecen valores de la prehistoria, pero son sólo de dos años atrás. En 2014, el alza en los precios es del 41%. Y se esperan al menos dos subas más de acá a diciembre.

El bueno del “Mago” recuerda a quien quiera escucharlo que cuando tomó la compañía, la acción de YPF tenía un valor promedio de 10 dólares, y en 2014 pegó un brinco hasta tocar los 40. Fenómeno. ¿Pero qué habría sucedido si Repsol hubiera tenido esta política recurrente de aumentar los precios de los combustibles? Nadie en la estatizada YPF quiere responder con profundidad esta pregunta.

La política actual de la cúpula de la petrolera es observar todo desde 2012 hasta acá, como si antes nada hubiese pasado. Aquí podría explicarse, entonces, por qué nadie habla de los precios de antes y de los actuales.

YPF, a través de los canales de información oficial, siempre se ha encargado de remarcar que sigue siendo la petrolera que “vende a menor precio que el resto”. Aunque no lo dice abiertamente, Galuccio abona la lógica de que los aumentos muy por encima de la inflación y de la cotización del tipo de cambio son indispensables para mantener un mínimo de inversiones.

YPF tiene el 55% del mercado en el país, y en algunos puntos del interior llega a vender más caro que la holandesa Shell, por ejemplo. Es decir: cualquier decisión en cuanto a precios impacta en el resto.

A los pocos días de haber asumido, Galuccio presentó su plan de los “100 días”. Fue la noche del 5 de junio de 2012. “Lamentablemente, no soy mago. Producir más requiere de inversión, tecnología, gente, esfuerzo y mucho trabajo”, planteó. A las pocas semanas hizo el primer ajuste de los precios. Se nota: es parte central de su política.

El directorio de la YPF estatizada está compuesto por 17 titulares y 12 suplentes. Una de las primeras decisiones que tomó el CEO cuando asumió fue subirles el sueldo a todos. De un plumazo pasaron a ganar 67 por ciento más. Otro tema que genera silencios.

Nótese esto: en un año de gestión Galuccio, los combustibles, que movilizan y dinamizan al país, ya costaban casi un 50 por ciento más. Los tentáculos del ingeniero son fuertes, y hasta los sufre el propio Carlos Zannini, quien ya está cansado de recibir y escuchar las quejas de los gobernadores de las provincias petroleras, Neuquén -sobre todo-, más Chubut y Mendoza, por la ambición del CEO de la compañía de quedarse con todo.

“El Mago” sabe que YPF precisa de inversiones, pero no solamente para Vaca Muerta, sino para mantener la política de exploración y explotación de pozos. Galuccio encierra un discurso realista de la materia, pero que colisiona directamente con lo que se prolifera para la tribuna, del abastecimiento fatto in casa.

Vaca Muerta, en Neuquén, es la joya de la abuela. Se calcula que cuenta en sus entrañas con 308 billones de pies cúbicos de gas no convencional (shale gas), sobre unos 802 billones que tiene todo el país. Argentina es la segunda nación de la tierra con shale gas, cuyo principal yacimiento activo es Loma de la Lata, con 10,8 billones de pies cúbicos.

Galuccio nunca dio a conocer el convenio firmado con Chevron por Vaca Muerta, a cambio de unos 1.200 millones de dólares. “Necesitamos muchos Chevrones”, había dicho en aquel momento (agosto 2013), sin dar mayores precisiones de cuántos. El acuerdo con la empresa, la segunda más importante del sector a nivel global, es casi en su totalidad confidencial. Apenas algunos gobernadores de las provincias que componen la Organización Federal de Estados Productores de Hidrocarburos (OFEPHI) pudieron leerlo.

A Galuccio le gusta decir que es “de YPF” y no “del Gobierno”, pero intentó aplicar con fiereza la idea de avanzar sobre la ley Corta, sancionada por Néstor Kirchner en 2006. La misma transfiere a las provincias la potestad sobre la exploración y explotación de sus recursos. Batalla que perdió.

El carry, o acarreo, permite a las empresas provinciales energéticas participar con entre el 10 y 20 por ciento de las concesiones sin aportar fondos, en virtud de que son las propietarias de los recursos. Así crecieron varias compañías, como la sólida neuquina GyP. Para Galuccio, este sistema “es regresivo”. Es obvio con su lógica impuesta hasta ahora: a los inversionistas hay que seducirlos con un buen precio del producto y sin pedirles mucho a cambio.

Por lo bajo, los gobernadores rechazan la figura de Galuccio, porque entienden que avasalla las autonomías provinciales. Desconfían de sus intenciones y creen que la idea de fondo es quedarse con el manejo global de los recursos, sin discutir con políticos argentinos, sólo con inversionistas internacionales. Por ahora el tema parece haberse calmado un poco, intervención de Cristina ante los gobernadores mediante, y un triunfo de las provincias.

La estrategia de desgaste hacia el ministro Kicillof recién comienza, y seguramente tendrá nuevas batallas, pero siempre en las sombras. Por el momento, este paranaense de 46 años mete mano en los precios de los combustibles. Acaso por ello le gusta tanto que lo llamen “El Mago”. Pero no debe disfrutar mucho de su nuevo mote: “El Señor Inflación”.

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