Mientras Vidal se despega de una eventual derrota, el peronismo y el massismo se activan

Mientras Vidal se despega de una eventual derrota, el peronismo y el massismo se activan

Una vez más, Vidal se diferencia de sus colegas de Cambiemos y asegura que perder las elecciones “no es el fin del mundo”. Si el candidato Pro es, como todo parece indicarlo, Jorge Macri, Vidal sabe que no tiene por qué quedar pegada a la derrota del apellido. Mientras, sectores del peronismo dialogan para construir, como sea, la unidad en la boleta.

El 2017, según el Centro de Economía Política Argentina (CEPA), arrancó con un promedio de 57 despidos por día. Se suma a esto una temporada floja en los principales puntos turísticos del país, el pedido del oficialismo de que las paritarias tengan un techo del 17 por ciento y las medidas antipopulares en lo que respecta a las tarjetas de crédito (fin de las cuotas sin interés). La imagen de Mauricio Macri, en consecuencia, empieza a caer.

Llamativamente, esto no afecta a todo Cambiemos: se mantiene arriba del 60 por ciento la imagen positiva de María Eugenia Vidal en la capital bonaerense (según la Consultora Analogías) y esto la coloca en un lugar de privilegio en la estructura de Cambiemos.

Vidal es la cabeza del terreno electoral más pesado de la Argentina. La provincia de Buenos Aires obsesiona al oficialismo, pero no preocupa tanto a la gobernadora ya que las urnas bonaerenses reflejarán la aprobación o el rechazo a la gestión nacional. Por eso, aunque funcionarios del gobierno expresaron que llegan cómodos a las elecciones y se tienen fe, Vidal fue más astuta: en el programa radial de Jorge Lanata dijo que “perder las elecciones no es el fin del mundo”, escudándose de un mal resultado.

La gobernadora se cuida sus espaldas. Su modo tranquilo, completamente opuesto al discurso combativo de Cristina Fernández de Kirchner, le valió para diferenciarse. Cuenta, también, con la ventaja de haber sucedido una gestión conflictiva ya que Daniel Scioli, sobre todo en su segundo mandato, también tuvo resistencia de docentes, médicos y estatales en general. A diferencia de Scioli, que siempre tuvo tirones con el gobierno nacional, Vidal cuenta con un apoyo total de la Casa Rosada, que lejos de echarle culpas la rescata ante cualquier eventualidad, aunque sea cuidando su imagen pública (como en el caso de su viaje a México durante las inundaciones). Estas son algunas de las aristas que explican por qué, a pesar de que La Plata se prende fuego diariamente, la gobernadora cae simpática.

En este escenario, que la boleta de senadores nacionales por Buenos Aires esté encabezada por un Macri es lo mejor que podría pasarle a Vidal. Si Cambiemos pierde, la derrota caerá directamente sobre el Presidente, más allá de que el candidato en cuestión sea su primo Jorge, y la ficha clave del futuro de la coalición gobernante podrá salir ilesa.

Quienes no le perdonarán una derrota a Vidal son los intendentes recientemente enrolados en Cambiemos. Tal es el caso de los peronistas como Mario Ishii (José C. Paz) o Alejandro Granados (Ezeiza), que deben mantener un Concejo Deliberante afín a sus intereses. La Provincia le dará a sus aliados un espaldarazo: recibirán, en promedio, el doble de fondos por habitante que los municipios gobernados por opositores. Para citar un ejemplo, Avellaneda, cuyo intendente es Jorge Ferraresi (FPV), contará con 17 pesos por habitante por año según el presupuesto provincial, mientras que Pringles, gobernado por Carlos Berterret (Compromiso Pringles, vecinalista recientemente sumado a Cambiemos) contará con 8.924 por habitante.

EL PERONISMO, EN BUSCA DE LA UNIDAD

En las elecciones de este año pesará, también, la propuesta peronista. Cambiemos viene apostando a un peronismo atomizado, pero pareciera ser que tanto los sectores que el FpV, los que alguna vez confluyeron en el FpV y otros vertientes del PJ han decidido dejar de lado las diferencias, o al menos lo intentan.

La última reunión del PJ bonaerense, que contó con la representación de La Cámpora, a través del diputado Eduardo "Wado" De Pedro; el referente del Movimiento Evita Fernando "Chino" Navarro; los intendentes de Juan Zabaleta (Hurlingham) y Verónica Magario (La Matanza), de los grupos "Esmeralda" y "Fénix"; el ex presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez, representantes de los alcaldes del interior y el diputado Oscar Romero, de Smata, dejó como resultado la decisión de todos los sectores de encolumnarse detrás de quien mida más, con lo cual se dejó la puerta abierta a la posibilidad de que la candidata sea Cristina, posibilidad que hasta ahora sólo venía siendo bandera del kirchnerismo más duro. Más allá de si se lanza o no la ex presidenta, quedó claro en la reunión que el objetivo principal será ir contra Cambiemos, saldando las diferencias internas.

Por otra parte, el cónclave pejotista dejó la foto de lo que probablemente sea la nueva jugada peronista en la Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires. Hasta ahora, en el recinto han convivido tres sectores otrora FpV: un sector que responde a los intendentes del Esmeralda con 13 diputados: un bloque de seis legisladores liderado por el Evita y Horacio González; y el kirchnerismo más duro con 17. La idea es unificar los dos primeros bloques, con posibles pases del ultracristinismo, y al menos unificar posturas entre las tres vertientes. El objetivo es ganarle la pulseada en el recinto a Vidal y dejar atrás al massismo, que hoy cuenta con 20 diputados y un gran poder de negociación.

Quien se ha guardado de la luz pública ha sido Florencio Randazzo, quien hasta ahora no ha movido el amperímetro ni en las encuestas ni a nivel territorial.

MASSA, ¿QUÉ VOTO DIVIDE?

La esperanza de Cambiemos es terreno bonaerense es Sergio Massa, quien según la encuestadora González y Valladares se impone con el 40,7 por ciento sobre la ex presidente Cristina de Kirchner, quien obtiene el 35,6. En tercer lugar estaría Elisa Carrió, con el 28,3, aunque se cree que el gobierno intentará lanzar a Carrió en CABA para disputarle a Lousteau.

El massismo, en Buenos Aires, ha mantenido una buena relación, aliado en determinados temas, con el gabinete de Vidal. Un triunfo de Massa acompañado de Stolbizer no sería un golpe tan duro para el oficialismo, ya que aún no se identifican como opositores acérrimos, sobre todo en el caso de Margarita, que ha coqueteado con Cambiemos. Pero más allá de las propias personas la pregunta es qué busca el voto a Massa. ¿Es un voto más cercano a la aceptación al gobierno o es un voto opositor? Si se califica como voto estrictamente opositor, ¿no debería Massa embanderarse con el pedido de sus votantes? Un triunfo del tigrense podría ser el punto de partida para que se pare con más firmeza en la vereda de enfrente del gobierno, un lugar adonde sus propios colegas del FR lo están llevando.

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