Hubo comerciantes que apoyaron el paro opositor y otros que decidieron desestimarlo. Los empleados de los negocios tuvieron problemas para llegar a trabajar. Todas las fotos.
La ciudad funcionó a media máquina en todos los rubros. En el centro hubo panaderías abiertas y cerradas, al igual que locales de ropa y zapatos, informática y tecnología, restaurantes y hasta quioscos. “No sabíamos que había paro. Nos pareció raro que haya tantos locales cerrados”, dijo a Mary Cruz, encargada del local 614, poco antes de las 9.
Media hora después empezaron a levantarse las cortinas de los negocios y las galerías de calle 8 ya contaban con la mayoría de sus locales abiertos. “El dueño decidió abrir e ir viendo cómo se va dando todo. Esperamos que no ocurra nada fuera de lo normal por las movilizaciones”, señaló una de las empleadas de Seven Electrónica mientras sus colegas de la Galería Rivadavia empezaban a abrir los locales.
El rubro que tuvo más adhesión al paro opositor fue el de los gastronómicos, dirigido a nivel nacional Luis Barrionuevo. “Estamos presionados. Prefiero no abrir para que lo le pase nada ni a mí ni al lugar”, aseguró a este medio un empresario que prefirió mantener su identidad reservada.
Para Javier, dueño de Nova Luca, no fue una mañana igual a todas. “No tenía pensado cerrar por la huelga pero para abrir tuve que pasar a buscar a los empleados por sus casa porque no tenían cómo venir”, aseguró.
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