El indicador que mide la capacidad ociosa en las instalaciones está muy ligado al consumo interno -otro de los rubros más golpeados por la crisis económica-, puesto que una gran parte de la industria está destinada al mercado local. 

En este escenario, el Gobierno puede celebrar la consolidación de un leve repunte intermensual, que inició en febrero, luego de que en enero la actividad registrara el peor nivel desde 2002. En mayo, la capacidad instalada aumentó 0,4% en relación al mes anterior. Sin embargo, la esperada reactivación -que Christine Lagarde había anunciado para el primer trimestre- aún no da señales de despegue.

Como sucede desde agosto de 2018, cuando se suscitó la segunda corrida cambiaria, el sector automotriz se consolida como el más afectado, a raíz de la disminución de la cantidad de unidades fabricadas por las terminales automotrices, a partir de la menor demanda local. El derrumbe interanual de la actividad fue abrumador: 

Por otra parte, el titular de Industriales PyMes Argentinas (IPA), Daniel Rosato, informó que en el último año cerraron sus puertas más de 1.600 empresas fabriles, lo que se tradujo en 59.000 empleos menos. Las empresas empleadoras industriales pequeñas y medianas alcanzaron su pico en el 2008, cuando sumaban 58.539. Hoy son 52.427.