Merlo: los ocupantes no se van y apuran una negociación

Merlo: los ocupantes no se van y apuran una negociación

Las 2.000 familias asentadas en el precio quieren que haya definiciones antes del cambio de Gobierno.

“De acá me sacan con las patas para adelante”, dijo uno de los delegados de la toma de Merlo en la última reunión que tuvieron con representantes del gobierno de la Provincia. Tras él, se escuchó un fuerte aplauso de respaldo. Así quedó fijada por unanimidad la posición de los ocupantes: no piensan abandonar el terreno. No, al menos, hasta que las promesas que están recibiendo “queden firmadas en un papel”.

“No somos bobos. Dijeron que hacían el censo y nos teníamos que ir porque iban urbanizar. Pero ya el censo fue una truchada. Los mismos delegados nuestros anotaban en un papel los nombres de la gente de su manzana. ¿En qué vamos confiar? Quieren engañarnos”, afirma Erica, una vecina de Merlo que desea poder irse con sus tres hijos de la casa de su padre.

Por otra parte, a casi un mes de la toma, la gente cortó los pastos (de más de un metro de alto), sacó pilas de basura, mató ratas, comadrejas y hasta serpientes para levantar las viviendas de lona, chapa y maderas que hoy copan el predio. No quieren claudicar ahora.

“Esto ya es nuestro. Acá hubo un montón de casos de violación en las últimas décadas y no hace tanto apareció un nene destripado. Es mejor que se haga un barrio”, relata Néstor, quien trabaja en un frigorífico de Ciudadela y agrega: “No queremos que nos lo regalen, vamos a pagarlo”.

Incluso, muchos ya invirtieron en la ilusión de conseguir un terreno. “Pagué $ 5.000 mi espacio y parte de la plata la pedí prestada. Uno ve una posibilidad así y se arriesga”, comenta Elisabet. ¿A quién se lo pagó? A otro que había llegado antes y tomado un espacio más grande, que luego “loteó”.

Pero otro motivo de insistencia tiene que ver con que muchos ya dejaron de pagar el alquiler y ponen todas las fichas en ese pedazo de terreno que custodian férreamente, haciendo turnos entre familiares y amigos para no dejarlo vacío ni un minuto.

“¿Sabés lo difícil que es conseguir alquiler? Porque si es todo legal te piden pagar la llave, el adelanto, y es imposible de caro; pero en negro, si tenés chicos, no te quieren aceptar porque dicen que después no te pueden sacar”, detalla Elisabet.

Esta situación estalló en un momento electoral clave: a un mes de la retirada de quien fue el intendente de Merlo durante 24 años, Raúl Othacehé, y la asunción del kirchnerista electo, Gustavo Menéndez, quienes se acusaron mutuamente de fomentar la toma. Por otra parte, a semanas del balotaje presidencial entre el oficialista Daniel Scioli, todavía gobernador de la Provincia, y Mauricio Macri, de Cambiemos, espacio que asumirá la gobernación de la mano de María Eugenia Vidal en diciembre.

En Merlo nadie quiere dar la orden de un desalojo que, dadas las circunstancias, presentará resistencia y podría significar un costo político alto.

“No queremos que se generen situaciones violentas, entre vecinos o con las fuerzas de seguridad. El diálogo sigue abierto”, expresó el subsecretario de Urbanismo de la Provincia, Ricardo Spaletti, después de reconocer que las personas “no se van a retirar voluntariamente. Desde Provincia no descartan la posibilidad de tener reuniones con los propietarios de los terrenos en cuestión.

Las especulaciones también corren entre las más de 2.000 familias asentadas en el predio, entre las rutas 1001 y 1003 de Merlo. Quieren negociar sí o sí en esta semana. “Al que gane ya no le va a importar después y se va a venir el palo y muerte”, opina Juana, otra delegada encargada de las copas de leche para los chicos; leche que compran entre ellos mismos porque desde Tierra y Vivienda, de la Municipalidad, ya no mandan. “Dicen que les cortaron las piernas”.

Mientras tanto, en el barrio Libertad crece la tensión. Los vecinos en contra de la toma hacen cortes de ruta cada tarde sobre la 1003 a la altura de una estación de servicio y armaron una página de Facebook con la consigna “Fuera okupas”. Denuncian que, desde que empezó el conflicto, hay más robos, pero que también hay familias tomando que no necesitan casa e incluso aseguran que los dueños de varios comercios de la zona mandaron “gente para que le haga el aguante” y, si se concreta la urbanización, abrir un local adentro.

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