La mentira, el instrumento

Por José Luis Jacobo

La semana que concluye fue pródiga en lo que Joseph Goebbels, ministro de propaganda nazi, declamaba en el Principio de la transposición: cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con otro ataque. “Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan”, ilustraba.

Exactamente así actuó Nora de Lucía, responsable de la educación pública en la provincia de Buenos Aires. Interrogada por los periodistas al respecto de la situación que cursa la Escuela 2 de Mar del Plata, manifestó: “Los fondos para reparar las escuelas -entre ellas la N°2- fueron depositados en el Consejo Escolar, y recién están lanzando la licitación que se tenía que haber hecho cuando enviamos los fondos”. No se quedó allí sino que fue por más, y habló de intervenir el Consejo Escolar de General Pueyrredon.

La respuesta vino por boca del consejero escolar Sebastián Sirochinsky, quien no hesitó en señalar “De Lucía miente”, apuntando: “quedé sorprendido al leer las declaraciones y ver un video. Nos acusó de no haber accionado para solucionar el problema cuando ella había dado una solución plena a los problemas edilicios. Esto es mentira”.

Dio precisiones al respecto: “en abril nos mandaron 1.250.000 pesos para solucionar problemas de riesgo edilicio en todo el distrito. La cifra ha quedado muy exigua, porque la propia distrital de Infraestructura pasó un informe de 40 millones de pesos para solucionar los problemas edilicios serios del distrito. Es un organismo oficial que depende de la directora De Lucía”.

Lo dicho implica que, ante periodistas presentes, y sin ningún as en la manga, De Lucía elige la mentira como instrumento y acciona el gatillo de los medios para inventar una noticia que distraiga de la verdad. Principio tercero del decálogo de Goebbels.

Obvio es que no está sola la Directora General de Escuelas, ni destaca particularmente en el uso de estas armas mediático/políticas. Esta semana retornó a los medios, a la calle y a la acción directa, la organización Barrios de Pie. Su dirigente de superficie es Adela Vismara, quien, en declaraciones a la 99.9, argumentó: “La respuesta del municipio es que no hay dinero para sostener los comedores y merenderos, con una lectura política muy distinta a la que tenemos nosotros”, indicando además que “pasaron las semanas y no tenemos respuesta, por eso decidimos cerrarlos, y 2.000 chicos, adultos y adultos mayores se quedaron sin recibir un plato de comida”. En la entrevista anunció una marcha hacia un supermercado en reclamo de alimentos, la que fue efectivizada en la mañana del jueves 16 frente al supermercado Carrefour de calle Catamarca entre Moreno y Belgrano; el número de movilizados no superaba la treintena.

En este caso, la réplica vino de Martín Aiello, también en la 99.9: “Ellos tienen registrados con nosotros dos comedores que son asistidos con garrafas y alimentos, no en forma periódica, sino cuando lo solicitan. Ellos unilateralmente toman decisiones de trabajar de una forma en el territorio y no lo han podido sostener”. Traducido: no hay modo de verificar a cuánta gente se le presta asistencia, y menos aún, qué caudal de ayuda se requiere ciertamente para esa gente. Si registran sólo dos comedores, y no veinticinco, es obvio que no hay dos mil personas en riesgo alimenticio. Pero las puntualizaciones de Aiello fueron más: “vamos a seguir hablando con la gente de Barrios de Pie por estos temas. A cada organización le pedimos que nos traigan los nombres y números de documento de cada persona para poder hablar con ellos, para controlar o auditar a quien llega la ayuda”.

Eva Perón dijo en una ocasión que donde hay una necesidad, hay un derecho. Hoy, donde hay una necesidad, se arma un “curro” basado en un ejercicio de la propaganda goebbeliana, el cuarto de su decálogo, el principio de la exageración y la desfiguración: convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.

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