“Mi mejor política es el silencio”

“Mi mejor política es el silencio”
Miguel Lunghi sorprendió a propios y extraños con su última frase: “El silencio es salud”. Fue durante una entrevista, en Eco TV, donde respondió a las denuncias de la oposición en torno a los refugios para mujeres golpeadas. Ni el contexto ni la historia ayudan a bien interpretar la frase de quien en la misma entrevista aseguró que a la ciudad, en esa materia, “no le hace falta nada”.
A finales de 1975, en pleno auge de la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina) y anticipando lo que vendría pocos meses después, un cartel giratorio rodeó el Obelisco. El anillo metálico decía: “El silencio es salud”. La campaña publicitaria se justificó con el objetivo confeso de reducir el ruido de las bocinas. El otro objetivo, nunca confiado, era un claro mensaje político a quienes reclamaban a los gritos una sociedad diferente.

Hacía mucho que nadie sacaba a relucir esa frase. A partir de 1983, se consideró que parte de la cura social estaba dada por la posibilidad de hablar y de disentir. También de denunciar. La tan mentada Democracia, si bien no daba de comer y educaba, al menos permitía la denuncia, el debate y formación de la opinión pública.

Hacía mucho que no se escuchaba. Hasta hoy. La dijo Lunghi, heredero partidario de 1983, cuando el triunfo de Raúl Ricardo Alfonsín interrumpió un pacto de silencio entre los militares y parte del peronismo que le había abierto las puertas a la dictadura, con o sin decretos, en 1975.

Dijo además el jefe comunal de Tandil: “La mejor política mía es el silencio”. Luego añadió la célebre: “el silencio es salud”.

Aseguró que en materia de políticas de género, en Tandil “no hace falta presupuesto ni hace falta nada”. Dijo que “se contiene a gran parte de las mujeres víctimas de violencia de género” aunque el tema “es complejo” porque “hay que ver si aceptan la hotelería que nosotros podemos pagar para una mujer con cinco o seis chicos”.

Criticó a la oposición por hacer las denuncias. “Las denuncias es la parte de la política que tenemos que sacar porque son hechas para sacar la parte electoral”, al mismo tiempo que decía que era muy sencillo sentarse ante una cámara de televisión y “lanzar bocanadas de fuego”.

“El silencio es salud” además de ser una frase que remite a la Dictadura, en la coyuntura de la discusión por la violencia de género cobra un sentido especial, porque justamente toda política de género contiene como primer paso el hacer conocido el acoso y maltrato a través de las vías legales y administrativas correspondientes. La denuncia es el primer paso, decisivo y tal vez el más difícil, para quien es víctima de violencia. “El silencio es violencia” para quienes a diarios sufren sin voz, sin embargo se percibe en las declaraciones de ciertos funcionarios la idea de que los pobres deben sobrellevar sus penurias con cierta hidalguía y agradecer de buena manera lo poco que se le dé.

Sin dudas, el tema impactó en el lado más flaco de la gestión municipal: Desarrollo Social, un espacio que vino perdiendo peso político tras el alejamiento de Julio Elichiribehety y, con el correr de los meses, fue desnudando irregularidades de todo tipo.

La gestión salió a defenderse con la respuesta “de manual”: adjudicar todo a una “intencionalidad política”, solo que esta vez, la denuncia por el estado de los refugios, la falta de peso del área y otras falencias en el sector de salud pública no nace de un partido político sino de un Foro multisectorial. A ellos también, les llega el mensaje: el silencio es salud.

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