El mejor arreglo

Por Pablo Salgado

Ayer, en la sala de prensa de Economía, había más funcionarios del gobierno, ministros y gobernadores, que periodistas. La razón es obvia.

Los medios críticos cierran filas ninguneando e invisibilizando lo que a las claras es un logro: Argentina finalmente impuso su postura, resistió, manejo con muñeca y cintura política la situación, y fue dueña de los  tiempos a la hora de cerrar un acuerdo con Repsol. Y lo hizo de la manera más conveniente. 

Lo que para muchos de nosotros era un anuncio histórico, el momento de explicar la decisión de Cristina de expropiar el 51% de YPF, para otros era un gesto de un estado invasor, dominante y absolutista. El tiempo demostró lo acertado de la medida: estaba en riesgo la independencia energética y la soberanía nacional. 

Antonio Brufau desató huracanes de frases agresivas y amenazantes, y la tilingueria cipaya nacional se sumaba y repetía cual loro: Expolio, inseguridad jurídica, falta de reglas claras, alejamiento de inversiones, populismo, nos caemos del mundo, somos improvisados, poco serios, y varias más. 

Nada de eso ocurrió. El gobierno bancó la parada. Una vez más fue más fuerte que lo habitual en momentos complicados. Y ganó. E hizo ganar a todos. A cada argentino, e inclusive a Repsol. 

Brufau presionaba con su lobby de lacayos y escribas nacionales y extranjeros. Pedía 18.500 millones de dólares, o más, por el 51% de YPF y además nos amenazaba con juicios multimillonarios y aprietes a cualquier empresa que decidiera invertir en el país. 

Fueron meses de sopapos cotidianos, de desfile incesante de opositores en los medios, alertando sobre la mala imagen que a nivel mundial representaba esta decisión soberana.  Un papelón, una pésima idea que nos avergonzaba ante el mundo. Otros pegaban por el lado de las relaciones con la “madre patria”. ¡Cómo les hacíamos esto a nuestros hermanos españoles que nos robaron el oro, nos mataron, nos vejaron, y hoy nos discriminan llamándonos sudacas! ¡Por Dios! 

Con la paciencia de aquellos que tienen las cosas claras, CristinaKicillofGaluccio, y todo el gabinete, siguieron adelante. Esperaron, callaron, y hablaron en el momento adecuado. Y jugaron sus cartas, e hicieron la propuesta. En el momento justo. Con Brufau presionado dentro de Repsol por su mala gestión, y por haber confrontado fuertemente con un país donde los inversores todavía tienen intereses y además, donde todavía cuentan con un 12% de YPF. Casi al borde de ser destituido, porque los que ponen la plata, vieron en estos dos años como cambió y creció YPF. Y cómo ganaron ellos también. 

Por todo esto, hoy el directorio de Repsol, contento y apurado, levantó sus manos votando y celebrando: 5000 millones en bonos, arrancando el pago en el 2017 y hasta el 2033, sin poner un dólar en efectivo ahora, retirando todas las causas en tribunales internacionales, y reposicionando a YPF en una mejor situación todavía que la que tenía. Hoy las acciones de la empresa petrolera argentina crecerán en todas las bolsas. Y crecerá también Repsol, que mantiene el 12 % de YPF. 

Gana el país porque se reabren muchos canales de financiamiento externo a tasas razonables, y porque con el terreno despejado el gobierno queda mucho mejor parado para afrontar el juicio de los fondos buitres en EEUU y el acuerdo con el Club de París. El voto de Repsol en Madrid, lleva mensajes también a Washington y la ciudad luz. 

Hoy seguramente los críticos de siempre saldrán a vaticinar en las radios que fue un mal acuerdo. El primero fue Prat Gay, que suma con su calculadora yuppie y dice que en realidad el país pagará 10.000 millones de dólares. Nada de eso es real. Perdió también la brújula desde el día que se pegó a Carrió, quien tuvo que enseñarle hasta cómo hablar en público con tono político. Los bonos tendrán un valor real seguramente un tanto menor al nominal en un primer momento, y luego habrá alguna corrección, y el gobierno destina un monto de 1000 millones de dólares como garantía si el valor baja más de un 10%. Todo está cubierto. Y los plazos son tan amplios, desde el 2017 hasta el 2033, que dan certidumbre. 

Es oportuno comparar el monto del acuerdo con algunas variables del presente argentino en lo macroeconómico. El país  se encamina a exportar casi 100.000 millones de dólares. El PBI creció casi un 5% en 2013 y podría seguir subiendo un 3% en 2014, superando con comodidad los 450.000 millones de dólares. La independencia energética estará más cerca ahora con este acuerdo, y con la segura llegada de inversiones petroleras a partir de la firma del acuerdo. En este contexto pongamos los 5000 millones de dólares, repartidos en casi 20 años. 

Muy pronto, veremos al otrora crítico, patotero y matón de Brufau, estrechando la diestra de Galluccio y Kicillof, en la firma de algún convenio de exploración conjunta entre YPF y Repsol. Las vueltas de la vida… 

Recuerdo una charla con un diplomático mexicano y otro brasileño sobre energía. El azteca estaba preocupado por el devenir de PEMEX, mientras el carioca lo aconsejaba: “Hagan como nosotros. Privatizamos el 49% de Petrobras y hacemos desde el gobierno lo que queremos, mandamos nosotros”. Argentina, su gobierno y su Presidenta tomaron este camino. 

En un país más coherente, Kicillof por este acuerdo sería un héroe nacional. No resiste ninguna mirada crítica. El acuerdo alcanzado es excelente, se mire por donde se mire. Histórico. 

Pero nada de esto importa. La oposición, ciega en sus críticas, seguirá ese camino de la descalificación, pensando más en sus propios intereses que en los del país, los del pueblo. Y además porque tienen pánico. Porque esta película ya la vieron. Están ocurriendo hechos similares a los grandes cambios de timón y anuncios y cambios históricos producidos luego de la derrota electoral de 2009 y con la 125 pisando los talones.

Otra vez el gobierno toma la delantera en decisiones y logros impresionantes. Resistió las corridas, asimilo los golpes, mantuvo el rumbo, busca calmar los precios, sin detener el consumo y la actividad económica, otorga competitividad a los exportadores, y paga deuda para reabrir el frente de inversión externa, corrige errores y apunta a generar más obra pública. Todo junto, al mismo tiempo, y mientras lo castigan desde todos los wines. Negocia paritarias, posiciona pre candidatos para la continuidad, y vuelve al centro de la escena.                      

Torazo en rodeo ajeno. Y recuperando terreno en la voluntad popular. Y ahora con YPF normalizada. Los opositores trasladarán sus chicanas de cuarta al Congreso. Allí también perderán. Porque hoy el que gana es el país, es la gente, los trabajadores, los empresarios y los industriales. Y hasta Repsol, que se suma a este tren de crecimiento con YPF. Así de simple, así de claro.  

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