Mauricio Macri sumó dos desafíos: desterrar el fantasma del 2001 en las calles y evaporar la denuncia de "diputruchos" en el Congreso

Mauricio Macri sumó dos desafíos: desterrar el fantasma del 2001 en las calles y evaporar la denuncia de

En el Gobierno hay preocupación por la escalada de violencia callejera que se vivió ayer; también molestó las falsas denuncias de quórum adulterado que hizo la oposición

Al descalabro legislativo que obligó al Gobierno a recalcular su estrategia para encarar la aprobación de la reforma previsional en el Congreso el próximo lunes, el presidente Mauricio Macri añadió ayer dos fantasmas de alto contenido político que deberá desterrar de inmediato para garantizar la paz social en la Argentina: la maldita sombra de la violencia en las calles como en la crisis de 2001 que se instaló ayer y el mito de los diputruchos como en la era menemista en el Parlamento.

Los agitados de diciembre potenciaron ayer hasta una peligrosa volatilidad a la política argentina. Diciembre es un mes muy sensible que se vive con intensidad en las últimas décadas y el Gobierno vivió ayer por primera vez en carne propia los peligros que encierra este factor. En el despacho de Macri, varios ministros y secretarios de Estado analizaron anoche con preocupación la caótica jornada en el Congreso con vistas a enmendar cualquier movimiento a futuro.

"Tenemos muy en claro que un sector de la oposición y de grupos violentos quiso ingresar al Congreso para incendiar todo. Así voltearon a Rodríguez Saá y hay que frenar esta violencia", expresó anoche a Infobae un encumbrado ministro que estuvo junto al Presidente en las horas de la tarde agitada. El recuerdo del fugaz presidente peronista del 2001 no fue casual. En la Casa Rosada están convencidos de que hay sectores extremistas en la política que quieren el peor de los escenarios para el gobierno. Son aquellos que flamean la bandera de "Macri, basura vos sos la dictadura".

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Los ministros del Interior y de Seguridad, Rogelio Frigerio y Patricia Bullrich, junto con el jefe de Gabinete Marcos Peña evaluaron con Macri este potencial peligro de situar a la Argentian en una suerte de déjà vu del 2001. La ministra de Seguridad le acercó al jefe de Estado un informe en el que detalló que en las jornadas de protesta de la Capital y La Plata hubo un total de 40 detenidos. Entre ellos, referentes de agrupaciones kirchneristas como el Movimiento Evita, Azuel y Blanca, Quebracho, el MST, el PTS, el Partido Obrero, el Frente de Izquierda, Barrios de Pie, CCC, Agrupación Darío Santillán, MTK, gremialistas aeronáuticos, de la CGT, el Sindicato de Judiciales de la Ciudad, ATE, Unión Ferroviaria, CTA, SUTEBA, la UOM y la FUBA, entre otros. El informe señaló que "un grupo de anarquistas de alrededor de 100 personas se habrían concentrado en la esquina de Lima y Avenida de Mayo". Luego este grupo, evaluó el Ministerio de Seguridad, se enfrentó con las fuerzas de Gendarmería y la Policía Federal. El Presidente leyó con preocupación el documento en el que le señalaron que los manifestantes tiraban piedras, palos y "otros elementos contundentes". El informe destaca que hubo más de siete agentes de la Policía Federal heridos. Algo similar ocurrió en La Plata según el mismo documento que le llevó Bullrich a Macri.

Esto fue lo que el jefe de Gabinete Marcos Peña definió más tarde en conferencia de prensa como los "piqueteros del recinto" en relación a aquellos manifestantes y fuerzas políticas que buscaron "vulnerar el orden institucional". Según el Gobierno, se necesitaron 800 efectivos de la Gendarmería, 250 policías federales y 100 policías de la PSA. Esto fue lo que la oposición calificó como una zona del Congreso "militarizada" donde se usaron gases lacrimógenos y balas de goma que hirieron a manifestantes y a trabajadores de prensa.

"En la Argentina rige un estado de derecho que hay que respetar. Hay que respetar el funcionamiento del Congreso y el gobierno va a garantizar la paz social. No hay comparación alguna con otros tiempos de la Argentina donde hubo deslegitimación de la política", dijo Peña en conferencia. Se refería al fantasma de diciembre del 2001 que al grito del "Que se vayan todos" dejó un saldo de 39 muertos y la renuncia de Fernando de la Rúa. Está claro que ni por lejos la Argentina de estos días vive una situación similar. La economía no es la misma y el presidente Macri acaba de ser ratificado en las urnas con más del 50% de los votos en comicios legislativos. ¿Exagera entonces la oposición o sobreactúan las fuerzas de seguridad cuando se elabora una estrategia para la protesta callejera? Ni una cosa ni la otra: el clima no es igual al del 2001 pero hay sectores que intentan emular esos agitados días y el gobierno busca de todas maneras desterrarlo. No fue casual que anoche cuando se evaluó la idea de volver a insistir con el proyecto de reforma previsional en Diputados se evitó la fecha del 19 y 20 de diciembre como había sugerido Elisa Carrió. "Nada de esto. Evitemos comparaciones", gritó un ministro. La fecha se cambió de inmediato para una sesión especial prevista para el lunes próximo. Pero el efecto 2001 rodea también a la Casa Rosada con mucha preocupación. Es más, desde el Ministerio de Seguridad ratificaron a Infobae que desplegarán el mismo esquema de control de fuerzas que hubo ayer en las inmediaciones del Congreso. Tienen justificativo para esto: desde el bloque piquetero nacional anunciarán hoy un "estado de alerta y movilización permanente" si el Gobierno avanza por decreto con la reforma previsional. Así, los movimiento sociales como Barrios de Pie o la CCC denunciarán que hay una suerte de "estado de sitio y militarización en la Argentina que hay que combatir".

El otro fantasma que añadió el gobierno en este diciembre caldeado es el mito del regreso de los diputruchos al Congreso. Desde la oposición denunciaron ayer que Cambiemos había dado quórum con dos diputados que no habían jurado: Jorge Enriquez y Astrid Hummel. El primero desmintió ante la prensa esas acusaciones. "Estaba al lado de Monzó [Emilio, presidente de la Cámara baja]. Ni sabía cuál era mi banca. En ningún momento me senté", dijo Enriquez. La legisladora Hummel explicó que no estaba cerca: "Me quedé con Enriquez atrás de Monzó. Nunca entré al recinto", sostuvo.

Con el correr de las horas el rumor comenzó a perder fuerza porque los propios denunciantes no podían identificar a los supuestos diputruchos. De todas formas, Carrió, conocedora de los vericuetos y trampas del peronismo, frenó la sesión y llamó a un cuarto intermedio para apaciguar los caldeados ánimos. Evitó así que el escándalo se propagara más allá de que nunca hubo evidencias de diputruchos.

En rigor, esta vez nadie pudo atrapar a una persona que no fuera diputado sentado en una banca como sí ocurrió el 26 de marzo de 1992 en la Cámara de Diputados cuando se iba a votar el marco regulatorio de la privatización de Gas del Estado. En aquel entonces fue denunciado desde el palco del recinto de la Cámara baja un diputrucho. Fue el entonces cronista parlamentario de Clarín Armando Vidal quien gritó la voz de alerta y corrió a buscar al ocupante ilegal de una banca. Lo atraparon enseguida: se trató de Juan Abraham Kenan, asesor de Julio Manuel Samid, el hermano de Alberto Samid. El escándalo del diputrucho quedó en los anaqueles de la historia política argentina. Vidal relató más tarde en el interesante libro de investigación "El Congreso en la Trampa" que no estaba sólo Kenan en aquella sesión en la que el peronismo buscó el quórum. Al parecer había unos seis diputruchos más en aquella polémica sesión.

(Amilcar Orfali)

Nada de esto ocurrió ayer en el Congreso. Monzó tiene en sus manos un detallado informe que también le llevó a Macri ayer y que revelará a la prensa en las próximas horas donde detalla con videos y fotos todos los diputados que estuvieron ayer en el recinto cuando se intentó aprobar la reforma previsional. Allí no aparece ningún extraño al Congreso sentado en una banca para dar quórum. "No hay nada que se le parezca al diputrucho de Menem. Son todas mentiras. Es un disparate de los K", gritaron Mario Negri y Monzó al unísono. Quizás esto sea tarde. El kirchnerismo y buena parte de la oposición se encargaron de reinstalar el fantasma del diputrucho que ahora Macri y todo el bloque de Cambiemos deberán desterrar en la próxima sesión. ¿Hubo un error de cálculo en el oficialismo a la hora de sumar votos? ¿Subestimó el gobierno el apoyo de gobernadores aliados que luego pecaron de traición? Todo esta bajo revisión del lápiz de Frigerio y Peña ahora. Deberán reajustar las voluntades afines antes de llevar a la tropa al recinto.

Al entuerto legal de un DNU o una ley remixada para solucionar la aprobación de la ley de reforma previsional el presidente Macri ahora deberá lidiar en este caldeado diciembre con desterrar el fantasma del 2001 en las calles y con las denuncias de amenaza de diputruchos de la oposición adentro en el recinto. Nada será igual que antes.

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