Hoy marcharán en memoria de los tres obreros fallecidos en la tragedia de Metalúrgica

Hoy marcharán en memoria de los tres obreros fallecidos en la tragedia de Metalúrgica
A tres meses de la tragedia en Metalúrgica Tandil que se cobró las vidas de Luciano Vargas, Lucas Serén y Juan Cruz Andrade, sus esposas e hijos, familiares y amigos, realizarán hoy, a las 18, una marcha para recordarlos en Semana Santa, la primera celebración en la que están ausentes.
Con gran dolor, Soledad Bastarrica y Analía Donini, las esposas de Luciano Vargas y Lucas Serén, invitaron a la comunidad a acompañarlas en esta manifestación que busca recordar a los tres jóvenes que fallecieron tras la explosión del horno seis, ocurrida el 9 de enero pasado.

“Es la primera fecha en que nos encontramos solas. La falta es todos los días. A la noche es peor. El fin de semana es un asco”, expresó Soledad, augurando una Semana Santa durísima para las familias de los operarios.

Por otro lado, confió que sólo se sienten “acompañadas por familiares y amigos. Nada más”. Por este motivo, espera que se sumen los tandilenses en general y los trabajadores de la planta, para que no se olvide el terrible accidente que conmovió a la ciudad.

Lamentó que los compañeros de trabajo del sector de los hornos no se hayan plegado a su lucha. “Entiendo que todo el mundo tiene su familia y que la pérdida en sí es nuestra. Lamentablemente, nosotras solas la sufrimos”, dijo.

También recordó que “la consigna de la primera marcha era que no olvidáramos a los chicos y que mejoren las condiciones de trabajo para los que quedaban, pero ya cuando el que queda adentro entra a trabajar por su cuenta, yo no puedo hacer más nada, no puedo decir más nada. Ya es responsabilidad del que entra a trabajar”.

Ante algunas acusaciones públicas, preguntó “cómo voy a hacer cerrar una fábrica yo, como nos dijeron: ‘Están jugando con el pan nuestro’. Yo no tengo forma de hacer cerrar una fábrica. Yo quiero responsables, porque hay responsables. Nada más”.

En este sentido, rechazó la carta escrita por los trabajadores, donde “se nos acusa de querer cerrar la fábrica. La verdad es que a mí me da igual si la cierran o no la cierran, porque lo que perdí ya lo perdí, no me lo devuelve nadie, pero quiero a los responsables porque los hay por cuestiones de seguridad y tenía que haber otra persona que no estaba”.

En tanto, Analía expresó que “lo que no entiendo es que los chicos fueron a trabajar y se murieron ahí adentro. A ellos les podría pasar lo mismo, cómo pueden entrar a la fábrica, estar en esos hornos sabiendo que sus tres compañeros se quemaron vivos” y evaluó que “si todos se unieran, podrían pedir mejoras en el trabajo. En 15 días que cerraron la fábrica no creo que la hayan puesto en condiciones”.

En tanto, informaron que un solo compañero del sector fusión declaró en el marco de la causa penal, acerca de la situación de la planta. “También podrían presentarse naturalmente (a declarar) si les interesaran sus compañeros y su seguridad”, evaluó Soledad.

Tampoco los referentes de la UOM se ofrecieron como testigos, a pesar de las denuncias públicas que venía realizando y en el Ministerio de Trabajo. “Se ve que el sindicato, los delegados, paran como se paró en algún tiempo por los salarios o cuando hubo suspensiones, y no paran cuando se murieron tres compañeros de ahí adentro en un contexto que ellos ya saben. Eso es lo que duele”, dijo la viuda de Luciano Vargas.

La causa

Sobre la investigación penal que lleva adelante el doctor Gustavo Morey, manifestaron que no la siguen de cerca. “Algunas cosas me contaron y no te da ganas de seguir escuchando. Está en manos del abogado”, dijo Soledad.

Las familias de las víctimas están asesoradas legalmente por Carlos Bastarrica y Gustavo Ballent, quien trabaja para la delegación local de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM).

En cuanto a las expectativas, Analía afirmó que pasan por “encontrar al responsable”.

“Más allá de cómo hayan sido las cosas, se podría haber evitado; porque si hubiese habido un supervisor, se podría haber evitado, o por lo menos hubiesen tenido condiciones dignas, que los auxiliara algún enfermero o algo”, concluyó Soledad. Y la viuda de Lucas Serén agregó que “si hubiese estado en condiciones la fábrica, como tendría que estar cualquier fábrica”.

Se enteraron de los hechos ocurridos el 9 de enero por comentarios, ya que no han tenido contacto con el cuarto operario que estuvo la madrugada del accidente. “Se borró totalmente. Al principio, con toda la situación, comprendimos que él no estaba bien. En el estado que se encontraba, no queríamos molestarlo. En lo poco que pude hablar, me dijo que le hacía mal recordar todo”, relató Analía y confirmó que leyó la declaración del principal testigo en la causa penal.

Más allá del momento de la tragedia, Soledad hizo hincapié en “todo el contexto. Si la fábrica hubiese estado mejor, esto no pasaba” y consideró que había carencias en la capacitación, de medidas de seguridad y de personal en ese turno, “no dejarlos solos porque eran cuatro solos con seis hornos” en funcionamiento. u

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Sin acompañamiento

Las mujeres de los tres operarios fallecidos y las familias hacen su duelo en absoluta soledad. Aseguran que no recibieron apoyo ni de la UOM ni del Municipio. No hubo llamados para intentar consolarlos ni apoyo psicológico. Mucho menos en el marco de la investigación.

“Del sindicato no esperamos nada. Que haga lo que quiera”, dijo Analía Donini con respecto a la participación en esta cuarta movilización. “Ellos dicen que nos apoyan y que siempre estuvieron con nosotras. A mí nunca nadie me habló ni me preguntó cómo me siento. Nada”, aseveró.

Por otro lado, Soledad describió que el encuentro con el Intendente y sus funcionarios durante la última marcha fue “lo peor de todo. Le pedimos apoyo porque hay que hacer algo, esto no puede quedar así. Lo único que recibimos es que no pueden hacer nada porque la Justicia es aparte de lo que es el Intendente; pero el Intendente tiene un peso también y no me puede decir a mí ‘yo no entiendo nada porque soy médico’, entonces no entiende nada cuando lo llevan a visitar una fábrica”.

Se mostraron molestas con la respuesta de Lunghi y aseguraron que les transmitió “que lo habían paseado por la fábrica, que lo habían engañado y que ningún obrero se le acercó a hablar. Obvio, si no pasó por donde estaban los obreros. Lo llevaron para otro lado”.

Además, Analía contó que “le dije que entendíamos que él no podía hacer nada, pero esperábamos un apoyo que no lo tuvimos” y contó que “a Lucas le gustaba Lunghi y yo le dije en octubre tu Intendente dijo que la fábrica está bárbara, en óptimas condiciones. Después salió a decir, el día del accidente, que los obreros no eran material descartable. No se puede contradecir así”.

Para finalizar, sostuvo “no le estoy echando la culpa a él de que se hayan muerto los chicos. Pero sí un acompañamiento. Dijo que sentía mucho las muertes, que eran tres ciudadanos, pero ni siquiera decretó un día de duelo”. u

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Entre el dolor y el recuerdo

“Eramos Luciano, Mateo y yo. Nada más”, cuenta Soledad Bastarrica, que intenta seguir adelante por su pequeño hijo de 3 años. Mientras tanto, Analía Donini la escucha, acompañada por lo más preciado que le queda de Lucas: su embarazo de cuatro meses.

Luciano Vargas, un pibe muy querido, tenía dos pasiones: la actividad metalúrgica y el rugby que practicaba en Uncas. Había cumplido nueve años trabajando en Metalúrgica Tandil. Había entrado a la planta tras presentar currículum.

“El año pasado hizo el curso de Ronicevi. Después me enteré que se invitó a todas las fábricas de Tandil para que manden a los empleados para que se capaciten. Terminaron Luciano y dos chicos más en el área de fusión”, contó.

También relató que su marido era chofer, manejaba el clark, aunque a veces se encargaba de hacer el volcado del material en los moldes con las cucharas. “Lo peor del caso es que le gustaba ir a trabajar, sino no hubiese hecho el curso que al final mucho no sirvió. Era como los viejos metalúrgicos, que se ponían la metalúrgica al hombro”, compartió Soledad.

Esa pasión llevaba a Luciano a hablarle de cosas que ella no entendía. “Tenía ese sentimiento: fanático. El 7 de septiembre había que saludarlo porque era el Día del Metalúrgico”, describió.

En cambio, Analía Donini recordó que “Lucas no era de hablarme de la fábrica. Le gustaba el trabajo que hacía, pero no era una conversación entre nosotros”. Llevaba ocho en la planta, en donde comenzó tras terminar el secundario.

Además de compartir las jornadas laborales, Luciano, Lucas y Juan Cruz eran amigos. Sus esposas se conocían y habían compartido algunos encuentros fuera del ámbito laboral.

Hoy, Soledad y Analía se juntan a charlar, “a hacer catarsis”, a recordarlos, y esperan que la comunidad las acompañe el sábado, desde las 18, en la marcha por la memoria.

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