La marcha también fue importante para los hombres

La marcha también fue importante para los hombres

Muchos sufrieron la pérdida de familiares y no se incomodaron por el debate en las redes

 

El aerosol todavía estaba fresco. "Muerte al patriarcado", decía la frase que pocos segundos atrás había estampado algún anónimo sobre una pared de mármol. Delante de la inscripción: bronca, tristeza y desesperación decían sentir las miles de mujeres que marchaban desde el Obelisco hasta la Plaza de Mayo enfurecidas por la creciente ola de femicidios que se vive en el país. Pero también había hombres, y aunque mucho se debatió en las redes sociales sobre si era correcto o no que ayer estuvieran allí, su presencia no incomodó.

Entre esa multitud avasallante, rodeado de paraguas y con el piloto de lluvia empapado, estaba Alberto Schumperli, de 67 años. Tenía la mirada perdida en esa muchedumbre que agitaba tambores y hacía flamear banderas. Un tiempo atrás, el llamado desesperado de su hija pidiendo auxilio hizo que ayer estuviera ahí. "Con mi familia estuvimos muy cerca de salir en los diarios. El ya ex marido de mi hija casi la viola amenazándola con un cuchillo en la garganta", dijo. Junto a su mujer ayudaron a que su hija saliera de ese calvario, donde también podría haber quedado atrapada su nieta. No ir a reclamar no fue una opción para él. "He visto un cartel que dice que el machismo mata y la indiferencia también", agregó.

"¡Claro que tienen que venir! Acá hay padres de familia, hermanos, tíos. Hoy, ni el hombre ni la mujer están libres de la violencia", señaló Graciela Breganciano, de 52 años. Si de algo sabe Graciela es de dolor y sufrimiento. A su hija de 15 años la mataron en 2014 para robarle un celular. "Desde que mataron a mi hija las muertes aumentaron, hay que hacer algo; pero hoy [por ayer] no nos detiene ni siquiera el mal tiempo. La gente sale porque quiere que las cosas cambien", enfatizó.

Aunque era evidente la mayoría de mujeres en la marcha, lejos de sentirse intimidados, los hombres aplaudían y vivaban a la par. En agrupaciones políticas o sociales, solos o acompañados, con remeras o pins que llevaban la inscripción #NiUnaMenos, o hasta vestidos de riguroso negro, se mimetizaron por la causa común. Y es que muchos, además, vivieron en carne propia el suplicio de víctimas cercanas. Todas las mujeres tienen familiares o amigos hombres.

A la pregunta de si creían que la sociedad argentina es machista, la respuesta de todos los consultados fue que sí. "La violencia contra las mujeres es un problema que nos atraviesa como sociedad. Los hombres tenemos que hacernos cargo del lugar que nos toca y ponernos del lado de ellas para luchar y cambiar las cosas", expresó Leandro Díaz, de 32 años. Detrás, una agrupación femenina entonaba: "¡Se va a acabar, se va acabar, esa costumbre de matar!".

Con el pilotín empapado, el pelo chorreando agua y las manos húmedas, Alejandro Rodríguez, de 34 años, vendía flores negras de goma eva a $ 10. "Como la consigna es «miércoles negro», me pareció lo más adecuado. Estoy muy de acuerdo con la marcha, estoy casado y tengo una hija, me pongo en el lugar de las víctimas y pienso que es terrible lo que les pasa", expresó Rodríguez.

Perdidos entre paraguas de todos los colores se hallaba una pareja que contemplaba a lo lejos las fotos de distintas mujeres asesinadas a manos de hombres. "Él me acompaña siempre, hoy [por ayer] también es el Día Internacional del Cáncer de Mama", dijo la mujer, y se quitó el pañuelo que cubría su cabeza rapada para mostrarla. Su marido, Carlos Torres, de 59 años, explicó que habían decidido ir juntos a la Plaza de Mayo por "la desesperante convocatoria que generaron los femicidios. Hay muchos tipos de violencia y la mujer se lleva ahí la peor parte".

A pesar de que muchos hombres confesaban vivir en una sociedad patriarcal, todos decían que intentaban a diario cambiar esa realidad. Ése era el caso de Matías Carballa, de 21 años: "Si estoy en una reunión siempre levanto la mesa, no le dejo ese rol a la mujer. A veces quizá noto que mi papá se queda sentado en vez de ayudar, ahí empiezo a respirar un cierto aire de que eso no debería suceder".

Comentá la nota