Manzur y Alperovich en la cumbre del PJ

Manzur y Alperovich en la cumbre del PJ

Gobernadores en funciones y electos, intendentes y funcionarios se reúnen en Buenos Aires para comenzar a despedir a Cristina y afianzar la candidatura de Scioli.

Sin Cristina, el peronismo despedirá a Cristina. El buró del PJ, en un síntoma de su crónica tendencia a la mutación, clausurará la temporada Kirchner para entrar en la era Scioli. No será un trámite traumático: en el escenario lucirán las imágenes de Néstor Kirchner, los oradores vindicarán los ocho años de gestión de Cristina de Kirchner, y Carlos Zannini, el vice inesperado, guardián del libreto ultra-K, tendrá sus minutos de micrófono ante el tumulto de peronistas que ayer empezaron a llegar de todo el país.

 

 Como en una fiesta familiar, habrá un video -esta vez sin la fiscalización de la Casa Rosada- que "recuperará a Juan y Eva Perón, y ubicará a Kirchner y a su esposa como continuadores para coronar el circuito, entre papelitos y música épica, con una noticia de ese futuro que desean: "El próximo presidente también será peronista", apuntará el guión sobre imágenes de Scioli.

 

 Sin sangre, la juntada se transformará en un explícito ritual de transición interperonista. No se produjo con Perón en los 70 ni con Carlos Menem en 1999. Ni Kirchner, que heredó de Eduardo Duhalde, tuvo antes de la elección ni en los dos años siguientes una postal como la que Scioli tendrá esta tarde en Parque Norte: el respaldo de los jefes políticos de 15 provincias, en algunos casos los gobernadores en funciones, o los electos -o ambos-, o los que juegan para extender el dominio del dispositivo oficial en esos territorios.

 

 El poder político que controla dos tercios del país: más del 80 por ciento del padrón electoral.

 

 La instantánea de Parque Norte, armada en secreto y de urgencia desde Gestar, será un registro de la cofradía peronista (más sus aliados), alineada para que Scioli, como se cree en el buró partidario, resulte electo presidente el 25 de octubre, en primera vuelta, sin el engorro de enfrentar un balotaje.

 

 José Luis Gioja, jefe político de Gestar; Eduardo Fellner, mandamás del PJ y de Jujuy, y el salteño Juan Manuel Urtubey -que aprovecha cada viaje a la Capital para participar de algún acto bonaerense: estuvo con Martín Insaurralde en Lomas y con Francisco Cafiero en San Isidro- serán las voces de un pelotón numeroso que amontonará a Jorge Capitanich (Chaco) y su candidato, Domingo Peppo; Luis Beder Herrera y su sucesor, Sergio Casas; José Alperovich con su delfín Juan Manzur; el entrerriano Sergio Urribarri con su candidato Gustavo Bordet; Gildo Insfrán de Formosa, y Maurice Closs (Misiones) junto con Hugo Passalacqua.

 

 También se anunció a Lucía Corpacci, que irá por su segundo mandato en Catamarca; Francisco "Paco" Pérez, saliente de Mendoza; el pampeano Oscar Jorge; Martín Buzzi, que va por su reelección en Chubut; el vice de Santiago del Estero, José Neder (en nombre de los Zamora), y el vice electo de Tierra del Fuego, Juan Carlos Arnando, como delegado de Roxana Bertone. No esperan a Daniel Peralta, el santacruceño, porque rara vez se entrega a las rondas con otros gobernadores ni participa de los congresos del PJ.

 

 Entre los invitados que dieron el ok, hay uno particularmente sintomático: Carlos Verna, candidato a gobernador del PJ en La Pampa, luego de derrotar a la boleta K, anunció su presencia.

 

 Verna, de históricos y recurrentes chispazos con los Kirchner, dijo que pasará por Parque Norte y en octubre irá colgado de la boleta presidencial de Scioli.

 

 Verna no expresa un territorio de impacto numérico, pero sí simbólico: desafió a Cristina de Kirchner y perdió en 2011; la desafió y la derrotó en 2015, y ahora, como el resto del PJ, apura una transición hacia Scioli.

 

 Ese contingente numeroso se apiñará sobre el escenario donde habrá, además, un lugar para la única interna pesada que queda en pie en las grandes ligas del PJ: Aníbal Fernández y Julián Domínguez, aspirantes a la gobernación bonaerense, compartirán butaca. Scioli empezó a revelar, a los suyos, cierto fastidio por esa disputa porque entiende que no le aporta ni atractivo ni votos y, por el contrario, genera un riesgo de incidentes y escándalo el 9-A.

 

 En febrero pasado, en medio de los sacudones del caso Nisman, el PJ se reunió a pedido de la Casa Rosada para actuar un respaldo. En las horas previas y posteriores, los pronósticos fueron los peores. A las semanas, Olivos habilitó a Florencio Randazzo como duelista de Scioli y casi en simultáneo, Cristina de Kirchner despidió a Juan Carlos "Chueco" Mazzón. El transmisor de esa novedad fue Zannini.

 

 Cuatro meses después, el caso Nisman está casi diluido, Randazzo sigue como ministro, pero no como candidato, y Scioli se convirtió en la oferta única. Mazzón, desde una bruma que nunca abandonó, teje para Scioli, que, como una vindicación, le prometió que no bien jure como presidente -algo que presume inevitable- le restituirá cargo, rango y la llave del despacho en el primer piso de la Casa Rosada que ahora ocupan dirigentes de La Cámpora.

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