Malas lenguas 1126

De sitiados y sitiadores I. Luego de treinta años de sodomizar la política de la ciudad manejando a su antojo a intendentes y concejales, Florencio Aldrey Iglesias está a la retranca, acorralado por su sevicia y torpeza. Bruto esencial, nunca entendió otra vía que la coacción, la presión usando los medios a su disposición para obtener lo que quería cuando quería. 

Sabiendo lo ilustrados que están los lectores de este medio sobre el tema, quizá abundar no sea lo mejor. Pero valga señalar que el apoderamiento de lo que hoy se conoce como Paseo Hermitage y las playas céntricas de la ciudad ha sido una de sus fechorías aupadas por el poder de las notorias. Hoy, la intención de retornar al control público el área —acción ratificada por el intendente Carlos Fernando Arroyo en la 99.9 el pasado viernes 26 de abril— lo tiene con la cerviz baja ante la presión ya demoledora de María Eugenia Vidal para que el tema en cuestión sea resuelto a satisfacción de la administración local.

De sitiados y sitiadores II. El área más compleja es el Paseo Hermitage, en donde funcionó el Casino del Mar operado por Bolt. La firma pide pista para buscar opciones que le permitan volver a funcionar. No es sencillo porque cualquier acuerdo debe dejar en claro que no es la administración la que concede, sino Iglesias que se somete. Ahí está el quid de la cuestión. No hay salida si se avizora que la lectura política y social es que Arroyo capituló. En defensa de Iglesias se suele decir que el problema hoy es que está muy mayor, que las luces se le encienden unas horas al día, y que esa condición complica el cuadro general. Hay una oferta de palabra que implicaría pagar retroactivamente el canon a un valor actualizado por el tiempo de la concesión desde 2002 a la fecha. El monto no es cualquier cosa. No sería viable porque, política y socialmente, Iglesias seguirá siendo visto como “el concesionario”. En esta billetera no mata galán.

De sitiados y sitiadores III. La naturaleza del sitio a Mar del Plata es también política. En La Plata siguen con la idea de que “el tiempo de Arroyo ya fue”, una idea oligárquica al estilo de los actores de los partidos conservadores de la década del 30 que imponían sus condiciones mediante el fraude y la proscripción. Hay dos vertientes: los que van por la candidatura de Guillermo Montenegro, y los que creen que, en definitiva proscriptos Arroyo y Baragiola, el candidato será Maxi Abad. Estas ideas traccionan también en otros partidos de la provincia, por caso, en General Alvarado. Allí, el PRO de la provincia busca imponer a un joven funcionario del gobierno de Rodríguez Larreta nacido en Miramar como candidato único de Cambiemos.

De sitiados y sitiadores IV. En General Alvarado el PRO de Vidal busca imponer al joven Joaquín Sánchez Charro. Nacido en la “ciudad de los niños”, se fue a Capital Federal en sus tiernos dieciséis añitos y ahora lo traen impostando su pertenecía al terruño. Se trata de un empleado de planta política de Rodríguez Larreta. Hacen encuentros y fotos de famiglia con el Rasputín salteño, Federico Salvai. Los dirigentes y ediles de la ciudad ni son notificados de los actos o encuentros. Una auténtica burrada política que puede sumar votos en contra mal.

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