Malas lenguas 1112

Malas lenguas 1112

Tribunalicias. Hay furia con el juez del ámbito laboral José María Casas por el nombramiento como prosecretaria a la abogada Micaela Besone que, al momento de la determinación, era oficial segundo del juzgado de marras el Tribunal de Trabajo Nº1.

¿A cuento de qué viene la furia? Nuestra fuentes aseveran que el nombramiento viola el estatuto de empleados judiciales, y que Casas se pasó por las partes íntimas al oficial mayor del juzgado así como al oficial primero que, por disposición, debían estar en situación de privilegio para ocupar el cargo. Amén de ello, se asevera que debería consultarse a éstos, cuestión que no ocurrió. Las “bad tongues” de tribunales dicen que el mérito de Micaela es ser hija de la jueza del Juzgado Civil y Comercial Nº10 Mariana Tonto de Besone. No es el único caso de intercambio de favores en la famiglia judicial.

Tribunalicias II. En donde el aire se corta con tijera es en el Tribunal Laboral Nº 4. Allí reina bizarramente Cecilia Beatriz Bartoli, quien recientemente ha sido denunciada por una empleada judicial por acoso. No está claro si el acoso es laboral, o cuál es la entidad del mismo. Bartoli en su despacho escucha cumbia a todo volumen y se pasea en ojotas por todo el tribunal. Menos mal que sólo es mal gusto —lo de las ojotas— y, si maneja, que no se enoje si la sorprenden y la multan. Gente curiosa vuesas señorías.

De actitudes y poder. Llegó a un cargo público por su militancia partidaria en Agrupación Atlántica. Lucía como protegido del hijo concejal del hombre del piloto. Instalado en Asuntos de la Comunidad en los 29 días de paro salvaje ordenado por la división conejos negros, mutó a feroz fedayín. Ignacio Di marco, “el chule” para los conmilitones, se transformó en un cruzado de la actual dirigencia sindical. Amenazó a sus compañeras de trabajo que pretendían hacer sus tareas, y se cruzó tan mal con la titular Stella Maris Marinier, que ésta planteó directamente que no se le renovara el contrato laboral que fenecía el 31 de Diciembre.

De actitudes y poder II. La conversión de Di Marco —(a) “el chule”— es un claro ejemplo de cómo la maquinaria municipal se devora las mentes de los ingresantes, no importa de dónde provengan políticamente. Al no serle renovado el contrato en Asuntos de la Comunidad, extraña y misteriosamente, este desacatado apareció trabajando en el área de Transporte y Tránsito, en el Distrito Descentralizado del Gaucho. Curioso, ¿no?

De actitudes y poder III. La aparición de Ignacio Di Marco en el área de Claudio Cambareri provocó reclamos internos que se canalizaron por medio de la Secretaría Privada del Intendente. La respuesta fue que trabajaba mucho y bien, y que no era preponderante cómo había llegado a laborar allí. Bueno, el intendente en persona tomo el tema para desayunarse que el abogado y secretario gremial de los municipales, Cristian Milincic, había hecho un arreglo interno para nombralo allí. Tamaño desafío concluyó con la desafectación del “chule” y una comprobación: los dirigentes gremiales se creen dueños de la municipalidad.

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