Macri, Vidal y el mensaje a la interna: la pelea es por la reelección, sin Plan B

El Presidente abrió la campaña. Era esperable la pelea abierta con el kirchnerismo. También, el intento de recrear expectativas en su propio público. La señal tuvo además impacto inmediato en el interior de Cambiemos. Y la gobernadora cerró el círculo.

Quedó claro en el tono y en la letra que Mauricio Macri inauguró su campaña. Pero, ¿a quién le habló ayer frente a la Asamblea Legislativa? Podrá decirse que a su propio púbico, firme o desencantado, en medio del desgaste y desazón por la mala marcha de la economía. Pero fue también una señal a la interna. Un mensaje para afirmar su proyecto inmodificable de reelección, con un agregado que llegó desde La Plata: María Eugenia Vidal ratificó su propia pelea en la provincia de Buenos Aires, sin margen para saltos nacionales. En otras palabras, no hay Plan B.

Esa evaluación coloreaba anoche algunos de los primeros análisis en ámbitos del oficialismo, que anotaba además la coronación del día con Macri recibiendo al venezolano Juan Guaidó en Olivos. Se entiende: la visita de Guaidó –sorpresiva incluso para integrantes del Gobierno- es un dato central para la estrategia exterior y el lugar que busca afirmar el Presidente en la región. Y al mismo tiempo, es un dato de consumo político local, en el espejo de confrontación con el kirchnerismo.

Mauricio Macri recibió ayer en la quinta de Olivos al presidente interino de Venezuela Juan Guaidó

Ese tema, Venezuela, estuvo en el discurso ante los legisladores. Fue uno de los rubros, junto a la corrupción, destinados además a la disputa con Cristina Fernández de Kirchner, ausente en el recinto como contrafigura en la pelea electoral que ha comenzado. Macri por momentos amplió su foco a otros sectores del peronismo, aunque sin perder el foco puesto en el kirchnerismo, que hizo lo suyo en el escenario con recursos ruidosos, de bajo vuelo.

Sin embargo, en la lectura interna sobresalían anoche otros puntos, en particular la posibilidad de revertir la "falta de voluntad política" para la pelea que algunas fuentes del oficialismo asumían –desde hace tiempo- como el peor aspecto de la imagen del oficialismo en general y del Presidente, en particular. Un cuadro particularmente delicado en el inicio del año electoral y en medio del frío y caída de la economía.

Esa imagen de cierta "resignación" frente al difícil camino electoral –según el término utilizado por al menos un par de legisladores oficialistas de peso- había empezado a repercutir en la política interna, en la fachada general del oficialismo y también en las siempre esgrimidas inquietudes del mundo empresarial, proclive además a recircular especulaciones donde asomaba, otra vez, el cálculo sobre un plan de emergencia o B, con Vidal colocada como alternativa a pesar de sus rechazos.

Por supuesto, en tal clima de falta de reacción, visible, crecieron también los gestos desde el radicalismo sugiriendo, y en algunos casos advirtiendo, sobre la posibilidad de dar batalla en la interna por la candidatura presidencial, con las movidas en torno de Martín Lousteau como añadido. Curioso, eso ocurría mientras se cerraban las puertas a la competencia doméstica en la mayoría de las provincias, con acuerdos encabezados en muchos casos por la UCR.

De todos modos, el debate en el radicalismo ni siquiera está cerrado. Formalmente, el tema debería ser resuelto por la Convención partidaria, a fines de abril o en mayo. Alfredo Cornejo, presidente de la conducción nacional, dijo que es una cuestión a la que hay que darle tiempo, un par de meses, para ver cómo evoluciona la economía. No fue –incluso según algunos de sus correligionarios- un buen argumento para enfriar el tema.

No hay posición uniforme en este terreno. Cornejo parecía haberse ubicado en una zona gris, frente al impulso más confrontativo de quienes impulsarían a Lousteau y de quienes incluso cuestionan la permanencia en Cambiemos. No es lo que opina una franja importante del radicalismo – dos de sus tres gobernadores, legisladores nacionales, buena parte de la estructura bonaerense- que sí reclaman un "salto de calidad" en Cambiemos, con problemas de articulación como fuerza gobernante y que ahora además venía perfilando dificultades como sociedad electoral.

El bloque kirchnerista durante el discurso de Macri en el Congreso

La "voluntad política" de plantar su proyecto de reelección constituiría un mensaje de Macri para mostrarse dispuesto a la pelea abiertamente y para afirmar o "fidelizar" a sus votantes, pero al mismo tiempo sería traducido en la interna oficialista como el eje de todo lo que ocurra o produzca de aquí a las elecciones.

La decisión de dar esta batalla venía tocada por otro factor despejado, con algunos costos. La idea de desdoblar la elección bonaerense, finalmente dada de baja, había generado un debate interno. Y aunque quiso ser manejada como un ejercicio de laboratorio electoral, el tiempo que llevó agotar la pulseada generó dos efectos: el oficialismo no exponía posición uniforme y eso mismo –es decir, la percepción de una disputa- fue alimentando una imagen de debilidad, expresada en planes individuales frente a un cuadro adverso.

María Eugenia Vidal durante la apertura de las sesiones en la Legislatura bonaerense

Vidal carga sin dudas con el mayor peso individual en la batalla electoral ya abierta: debe traccionarle votos a Macri para mejorar las chances del Presidente en la Provincia. Y ayer, apenas unas horas después del discurso presidencial, terminó de cerrar el círculo: ratificó de hecho que no hay plan alternativo a la reelección de Macri y colocó la gestión presidencial como un eje de su propia gestión.

Fueron un par de definiciones. Destacó el "compromiso" del Presidente con las "peleas" dadas por su gobierno, entre ellas la del Fondo del Conurbano. No fue esta última una referencia al pasar: Vidal volvió a presentar la defensa de Buenos Aires como eje de su proyecto. Y parada allí, ratificó que no es un lugar secundario y rechazó la especulación nacional: "No estoy acá para usar la provincia como un trampolín", dijo.

Por supuesto, las señales políticas son piezas importantes pero no únicas en el tablero electoral. Aún en el discurso, Macri exhibió además de lo expuesto las debilidades que lo acompañan. En primer lugar, el impacto del ajuste. Intentó afirmar un eje de discurso que podría definirse como de saneamiento de la economía. En sus filas, algunos se entusiasmaron con asociar tales definiciones a un primer paso para recrear expectativas. No parece sencillo, pero sin voluntad política todo pasaría de difícil a imposible. Ese es el fantasma más temido.

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