Un año de Macri: recuperar amigos e inversiones, la meta de la política exterior

Un año de Macri: recuperar amigos e inversiones, la meta de la política exterior

Se rehicieron los escombros que dejó CFK: vinieron al país 25 jefes de Estado, entre ellos Obama. Deshielo con Gran Bretaña, ruptura con el chavismo y una fallida apuesta por Malcorra en la ONU.

Es una vieja máxima diplomática: hay que adaptar la política externa a las necesidades internas. Y en la Argentina también resuena que hay que reconstruir el país a nivel interno para tener una política exterior que sea política de Estado.

Al llegar al poder, Mauricio Macri tuvo gestos simbólicos nada menores como la preocupación y la rehabilitación para todo tipo de actividades en Palacio San Martín, que había caído en desuso y lucía vetusto, con techos y paredes arruinados. Ese gesto en todo caso decoró el giro de 180 grados que une a todo el espectro de la alianza del gobierno de Cambiemos: el fin de la política de confrontación en la que se había sumergido Cristina Kirchner y la recuperación del vínculo con dos tradicionales aliados a los que se había hecho a un lado: Estados Unidos y Europa.

Ahora, en esta etapa que se inicia -y así lo hablaron Macri y su Gabinete hace una semana en la Quinta de Olivos- la política exterior dará un vuelco mayor hacia lo comercial: la Argentina sigue necesitando dólares, inversiones y empleo que no llegan como se esperaban. Es un mundo en crisis dicen los numerosos diplomáticos extranjeros consultados por este diario, Argentina todavía debe dar pruebas de que este "amigable" período nacional para las inversiones va a durar en el tiempo, de que Macri va a lograr estabilidad y gobernabilidad, y de que podrá convencer al Congreso de que le voten sus leyes, algo más mirado afuera de lo que habitualmente se cree.

La victoria del republicano Donald Trump vino alterar por completo la estrategia nacional y habrá que ver qué tipo de juego le propone el magnate al país. Ambos se conocen bien de tiempos en que Franco Macri y Trump intentaron hacer negocios. Y al presidente electo de los Estados Unidos no parecen haberle molestado los gestos de excesivo amor que mostraron Macri y sus ministros por la demócrata Hillary Clinton, algo inusual en diplomacia y uno de los mayores errores que mostró el gobierno de Cambiemos.

Desde 2008 a diciembre de 2015 la Argentina de Cristina Kirchner acumuló conflicto políticos y comerciales en el frente externo, que por sólo dar ejemplos generaron denuncias en la Organización Mundial de Comercio, por las trabas a las importaciones; también políticas de castigo en la Unión Europea, Gran Bretaña y Estados Unidos. Se generó una dependencia inmersa de la financiación china ante la falta de dólares. Ello sin contar las alianzas políticas con Irán y Venezuela.

En un gesto más que apreciado por Barack Obama, Macri fue el paladín del fin de la influencia del chavismo en el Mercosur. Y su llegada fue un punto de inflexión. También dio por terminado el acuerdo con Irán por el tema AMIA, sin cerrar las puertas a un vínculo comercial con Teherán. Y abrazó a Israel como un aliado, que hasta asiste a la Argentina en materia de seguridad y lucha antiterrorista. La otra cuestión en este año de política exterior fue el acercamiento al Reino Unido, aún con diferencias en la alianza Cambiemos sobre cómo será abordado el conflicto por Malvinas.

Pero el vínculo con Washington sigue siendo para la Argentina una obsesión, la prioridad. En ese plano aún no queda claro qué lugar tiene Brasil en su sociedad con Argentina. Igual, Macri fue el primero en reconocer a Michel Temer tras la destitución de Dilma Rousseff. Y siempre pone a Brasil como el socio número uno del vecindario.

Desde diciembre llegaron al país 25 jefes de Estado y de Gobierno, de EE.UU, Francia, Italia. Macri tiene una política exterior múltiple que a veces genera ruidos. El es su propio canciller, incansable a la hora de recibir líderes y empresarios de todo el mundo. Después está la ministro Susana Malcorra, a quien no pocos le intentaron cobrar con humillación su intento fallido de ser secretaria general de la ONU. También talla el ministro de Producción, Francisco Cabrera, no siempre “limpio” a la hora de quitarle espacios a Malcorra. Y por otra parte está el trabajo que desde un lugar de privilegio encabezan el jefe Gabinete Marcos Peña, y Fulvio Pompeo, el secretario de Asuntos Estratégicos de la Presidencia, que tiene un lugar comparable al que tuvo el brasileño Marco Aurelio García con el ex presidente Lula da Silva.

Macri y Malcorra abogan por una política pragmática y de puertas abiertas. Argentina asumirá el 14 de diciembre su primera presidencia del Mercosur, que le llega en momentos en que hay consenso regional para flexibilizarlo e ir acuerdos de libre comercio más allá del que hace década y media se negocia sin éxito con la Unión Europea. Pero todo está por verse: el impacto Trump puede cambiar el escenario.

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