En la Casa Rosada creen que Mauricio Macri podría convertir a la Argentina en el vínculo privilegiado del Estados Unidos de Donald Trump con América latina. Con Brasil enredado en su impredecible crisis interna y México obligado por el propio Trump a enfrentarse con Washington, Macri y sus asesores más cercanos están convencidos de que Buenos Aires está en un momento inmejorable para mantener una buena relación con el país más poderoso del mundo. “Colombia y Chile, que ya fueron aliados muy cercanos a Estados Unidos, no tienen el peso que tiene la Argentina en la región”, consideró ante Clarín un ministro que sigue de cerca la relación con el presidente estadounidense, una conexión que el Gobierno abona por los canales formales de la diplomacia y también por las vías informales que ofrece la familia Trump.

Macri percibió de primera mano la semana pasada las caricias que puede proporcionarle mantener un alto perfil entre sus pares continentales. Fue en su viaje a Brasilia, en el cual toda la elite política brasileña, incluidos los dirigentes del Partido dos Trabalhadores de Lula da Silva y Dilma Rousseff, celebraron que Macri haya sido el primer jefe de Estado en visitar el Brasil de Michel Temer. “Todos nos recibieron con alivio porque saben que tienen que sostener a Temer hasta las próximas elecciones. Ya ningún político quiere seguir hablando de golpe de Estado. Quieren volver a arrancar”, advirtió uno de los funcionarios que participó del viaje. El propio Lula repitió esa idea en público esta semana, como forma de mostrarse en carrera para futuras elecciones.

En su diálogo telefónico, Trump y Macri hablaron de la crisis en Venezuela, una de las situaciones que podría poner a prueba el pretendido eje Washington-Buenos Aires. Desde que asumió como Presidente, Macri castigó con dureza a Nicolás Maduro. Trump, lo demuestra en cada uno de sus tweets, puede poner esa vara mucho más alta.