Lorenzino: "Trabajar en la Defensoría te hace enojar con la política partidaria"

Lorenzino:

Muy crítico con la gobernación de Daniel Scioli de la cual fue funcionario, Guido Lorenzino asegura que el nuevo rol le hizo ver que la política “no ha dado en la tecla” para solucionar muchos problemas. A siete meses de su asunción, el balance del Defensor del Pueblo bonaerense.

Desde lo más alto del moderno edificio de 50 entre 8 y 9 al que se mudó la Defensoría del Pueblo bonaerense, su titular, Guido Lorenzino, se entusiasma hablando de modernidad. De lo que implica a través de ella derribar las trabas burocráticas que abundan en otros estamentos del Estado. “Vemos problemas reales y estamos del lado de la gente”, dice para fijar el piso desde el cual habla. Y en ese terreno incurre en una dura autocrítica respecto de su pasado reciente como legislador y funcionario identificado con el ex gobernador Daniel Scioli. “Los ocho años han sido malos en términos de gestión de políticas públicas. Han sido muy de abandono, no se ha tomado dimensión de lo que se estaba administrando”, dice en uno de los tramo más duros. Extiende esa crítica a todo el FpV y rescata la gestión provincial de Felipe Solá.

A siete meses de su llegada a ese nuevo puesto de trabajo, donde dice haberse enojado con la política partidaria, Lorenzino hace su primer balance, cuenta cuáles son sus objetivos en ese puesto de trabajo, habla de la relación con el gobierno de Cambiemos, dice que no extraña estar en campaña y responde a quienes aseguran que la Defensoría es el emergente de un acuerdo entre María Eugenia Vidal y Florencio Randazzo.

-¿Que expectativas tenías y con qué te encontraste al asumir la Defensoría?

-No conocía el ámbito. Mi primer contacto con la Defensoría fue cuando entre el 12 de enero la primera vez. Si tenía contacto con (Carlos) Bonicatto que fue diputado conmigo. Voté la ley que puso en funciones la Defensoría, pero no había tenido contacto ni en la gestión ni con el personal. Con lo cual me llevé una gran sorpresa positiva al encontrar muy buenos profesionales, muy buen equipo de trabajo que tal vez como hacía dos años que no estaba nombrado el cargo de defensor, no estaban activos en su plenitud de gestión. Estaban más que nada administrando la defensoría pero sin un norte hacia dónde ir. Encontré muy buena predisposición y actitud de acompañarnos en esta nueva etapa.

-¿Y ahí qué visualizaste que podías hacer con esto como herramienta?

-Lo primero que defino es que la Defensoría no es un órgano de control de legalidad de los actos de gobierno ni para administrar los problemas de un funcionario de un área, sino que es un órgano claramente para estar al lado de la gente. Entonces dijimos que no hay ni piso ni techo. No hay problemas grandes o problemas chicos. De todos nos hacemos cargo y nosotros tenemos que acompañar a la gente en ese derrotero. Nunca decirle a una persona, “no, este problema no nos corresponde”. Siempre trabajamos en situaciones de mejorar o limitar o evitar una vulneración de derechos. Por eso tratamos de ser lo más ágiles que podamos, primero para que la gente conozca la Defensoría, segundo para que entienda para qué estamos, y tercero para que tenga mucha presencia en el territorio.

-¿Eso cómo lo logran?

-Nos hemos dedicado a abrir delegaciones en el interior porque la Defensoría no debe ser vista como un órgano platense sino bonaerense. Hemos abierto ya seis oficinas en estos siete meses. Tenemos 16 y a fin de año pensamos terminar con 30. El objetivo es llegar  a las 135, porque debe haber una en cada distrito. Lo otro que nos va a dar visibilizar a partir del 1º de agosto es el "Contact Center": hemos hecho una inversión tecnológica muy importante para que la gente pueda contactarse además del 0800 tradicional (0800-22225262) con * (asterisco) y tres dígitos de un celular, por Instagram, por Twitter, por Facebook o por chat en nuestra página para hacer las denuncias, con contacto directo con una persona. Hoy el uso de las redes sociales es de todas las clases sociales y de todas las edades así que eso nos va a dar más vínculo con los ciudadanos.

-¿Cuáles son los grandes temas que llegan?

-Son dos grandes grupos. Uno es el de los servicios públicos porque fueron históricamente muy malos y hoy además son caros. Hoy la gente se queja del servicio y de las boletas que no pueden pagar, por eso la campaña del gas que empezamos hace algunas semanas. Por eso cada campaña se centra en el criterio de que la gente pague servicios buenos y razonables con su ingreso, no pueden ser dos cosas divorciadas. Tarifas del primer mundo y salarios del tercero. Nos hemos encontrado gente que gana ocho o diez mil pesos con boletas de gas de tres mil o cuatro mil. El otro tema es el de salud, y el reclamos más intenso, además del estado de los hospitales, es con el funcionamiento del IOMA y con un programa nacional que es el Incluir Salud, que funciona muy mal hace muchos años y ahora está con más dificultades porque hay muchos planes de remedios y subsidios que se han eliminado y que cobijaban a la población más vulnerable, a la gente con enfermedades terminales o patologías permanentes, o discapacidad. Es un tema de Estado porque son miles de ciudadanos con las patologías más graves. Esa es la mayor demanda.

-¿Cómo evalúan la situación en los hospitales?

-No están solamente destrozados sino que antes funcionaba el programa nacional Remediar (2002) que daba a la atención primaria en las salitas y brindaba a la gente la consulta y los medicamentos. Ahora el Remediar no funciona con lo cual la gente no va a las salitas y la demanda explota en los hospitales. 

-¿Y cómo puede accionar la Defensoría en situaciones como esas?

-Hemos pedido informes y hemos pedidos a la ministra anterior y ahora tenemos una reunión con el nuevo ministro. Hay tres temas que se deben atender: el programa Remediar, otro el Incluir salud, y el tercero tiene que ver nuestra responsabilidad como Defensoría de llevar adelante la ley de Salud Mental en la Provincia. Es una ley de avanzada y cambia el paradigma de los internados tendiendo a la externación, para lo cual nuestro sistema público y privado no está preparado. Es un tema de agenda para ver hacia dónde vamos.

-¿Es viable su aplicación?

-La ley es muy ambiciosa, pero el tema es que hoy no podemos ni siquiera atender a los pacientes que están internados, así que te imaginás externarlos, tienen que tener un seguiminento, algún recurso económico para vivir. No es tan fácil. Ahora, hoy no se está haciendo nada. Hoy cada vez que nos reunimos, decimos lo mismo que decimos desde febrero: necesitamos que el Ministerio de Salud tenga una política respecto de este tema, porque nosotros somos los responsables de ejecutar la ley pero el que define la política es el Ministerio. Ahora tenemos que ver cómo seguimos adelante con las nuevas autoridades. Porque si no terminamos teniendo una ley abstracta.

-Este tema de la salud, como otros tantos, te ha tocado verlos desde distintos ángulos (legislador, funcionario de gobierno, ahora como Defensor). ¿Por qué creés que se ha llegado a semejante deterioro?

-Los que venimos de la política partidaria y llegamos a un lugar como este nos enojamos con la política partidaria. Te hacés una autocrítica de lo que has hecho en la función pública porque claramente la política no ha dado en la tecla, ni en estos temas ni en muchos otros. En seguridad, servicio penitenciario, comedores escolares, etc. Claramente la provincia de Buenos Aires no ha tenido un plan desarrollo. Cada uno que vino ha administrado lo que ha tenido. Y no se ha puesto al hombro gestionar. A la Provincia hay que gestionarla y hoy se la administra. La diferencia entre una y otra cosa es bastante contundente: administrar lo que tenés es dejarlo más o menos en el estado en que estaba cuando venga el otro; gestionarlo es meterle mano, una impronta, ponerle un rumbo. Es inaceptable que la Provincia hoy todavía tenga los hospitales como los tiene. Más allá de que a responsabilidad hoy le quepa a Vidal, acá hay gestiones anteriores de ocho años que no han hecho nada. O los problemas que tenemos con el Servicio Penitenciario. Cómo puede ser que todavía tengamos cosas que son inaceptables humanamente. Y existirán en la medida que no haya una política clara en peleas concretas. Eso ha pasado a todos los gobernadores. Tal vez destaco mucho la gestión de Felipe Solá que por lo menos en algunos temas puso conciencia o algún nivel de respuesta como la Ley de Niñez que él saca. Pero los ocho años posteriores de Scioli, y lo digo ya como autocrítica, han sido malos en términos de gestión de políticas públicas. Han sido muy de abandono, no se ha tomado dimensión de lo que se estaba administrando. Creo que no alcanza solamente con hacer pavimento, inversión en obra pública, creo que es más profundo.

-¿Ahora esta crítica la asumís como propia? Porque sos un dirigente muy identificado con la gestión de Scioli.

-La verdad que lo asumo con dolor, porque uno era parte de un gobierno que claramente lo que recibió no lo dejó mejor. La provincia que recibió en 2007 no está mejor que la que se entregó en 2015. Yo creo que hay mayores falencias, y seguramente hubo buenos recursos como para priorizar y no se han hecho reformas. Vos cuando hacés alguna reforma en algún tema asumís costos profundos. Y creo que acá no se ha tenido vocación de asumir costos. Siempre se ha especulado con el futuro individual de cada uno, entonces nadie asume costos, y creo que la reforma educativa que requiere la Provincia, la reforma en el sistema penitenciario o en seguridad requiere asumir costos. Y el que venga tiene hacerlo y pensar que va a ser el mejor gobernador de la historia y tal vez nunca más sea nada. Nadie lo hizo hasta ahora. Creo que el que más audacia ha tenido es Felipe.

-¿Creés que esto pudo tener que ver con el resultado de las elecciones en 2015?

-No. Ese resultado tiene que ver con otras cosas. Yo creo que cuando una fuerza política niega la realidad es muy difícil que la gente la vote. Lo peor que hay en un dirigente político es cuando niega la realidad. Si te enojaste con la realidad te enojaste con la gente y ese día no te votan más. La dificultad que ha tenido el Frente para la Victoria en la última etapa es reconocer errores y aceptar que a la realidad hay que transformarla o modificarla y no enojarse. Creo que con la Defensoría, en mi caso que hace siete meses que estoy, podés ver la realidad sin ningún prisma, sin beneficio inventario, sin apasionamiento, como viene. Eso te permite hacer un análisis mejor y con buena fe. Por eso yo pido acá que trabajemos con buena fe, porque no somos opositores al gobierno. Yo soy un hombre elegido por la oposición, al cual votaron todas las fuerzas políticas, porque necesitaba los dos tercios de las cámaras, pero mi mirada partidaria no tiñe la gestión. Trabajamos con mucha amplitud, aunque sí tenemos una mirada muy dura porque los temas con los que trabajamos son duros. Viene una persona que no puede pagar el gas, o un pibe que no tiene un botón gástrico y se está por morir porque es espástico. Uno trata de ser muy responsable y no salir a agraviar a los funcionarios y se intenta construir una solución al problema.

-¿Y en ese marco cómo ha sido la relación con la Gobernación?

-En lo personal excelente, y lo rescato permanentemente. Siempre todos los ministros (y explica que acaba de chatear con el Ministro de Gobierno Federico Salvai) responden a los pedidos de audiencia a través del Whatsapp, los puedo ver con bastante agilidad y rapidez y las charlas son bastante llanas. Porque yo también soy muy llano y no juego a la trampa. Después tenemos muchas diferencias en muchos temas. Primero porque ellos gestionan y yo no, y el que gestiona suele tener otras prioridades, otra mirada. Y segundo porque hay cosas que creo que pensamos diferentes. Con el tema tarifarios yo he tenido muchas reuniones con la gente de servicios públicos o de Aubasa y siempre terminan explicándome porque hay que aumentar y yo siempre pidiendo que no lo hagan, porque si no tengo que ir a la Justicia, y así terminamos todo judicializado

-¿Da la sensación que esa salida es muy común, la de recurrir a la justicia?

-Igual trato de no malgastarla. Tiene que ser una instancia después de agotar todo el proceso. Tratamos de construir soluciones a través de mesas de trabajo, ámbitos de diálogo, levantar el teléfono. Son caminos que permiten hacer cosas. El tema es si el funcionario del otro lado después te da respuesta o se hace el boludo, o niega la realidad. Ahí no te queda otro camino. Hasta ahora, en lo de los servicios públicos no se hicieron los boludos: ellos creen que está bien lo que están haciendo. Estuvimos trabajando mucho por ejemplo con la gente de Aubasa y el cuadro tarifario está suspendido por una cautelar nuestra, hasta ahora se comprometieron a no aumentar. Y nosotros le fuimos a decir que si insisten con el cuadro tarifario que frenamos vamos a ir de vuelta a la Justicia. Pero ellos están convencidos que es una lástima que no se pueda aumentar la tarifa, pero siempre mantenemos el diálogo.

-¿Con el gas cuál fue la respuesta?

-En la audiencia pública fui muy duro con el ministro (de Energía Juan José) Aranguren a quien tenía delante mío. Y lo ratifico porque no es razonable el aumento. Me parece que es muy buena la explicación técnica pero no tiene correlato con la realidad. Finalmente se convalida el aumento porque lo que se dice en la Audiencia Pública es un formalismo que a nadie le importa, y ahora están llegando las facturas de aumento de abril de 2016 que estaba suspendido por la Justicia y el de abril de 2017. Como ya no queda otra instancia es pagar o no pagar. Nosotros decimos que si la factura que te llega no la podés pagar porque tu ingreso no lo permiten, vení acá, te asesoremos y vamos a la Justicia a que diga si esa factura hay que pagarla o no. El aumento no es razonable, no ha mejorado el servicio y la gente no lo puede pagar. Es una situación desordenada y el invierno todavía no empezó. 

-¿Creés que esta experiencia que te permite hacer esta autocrítica te puede servir para llevarla a otro puesto de ejecución?

-Ni lo pienso. Estoy cómodo acá y me apasiona porque militás problemas reales. En la política hay muchas problemas que se construyen en la política misma. Acá hay problemas reales: el tipo que no lo atendieron o no le dieron un turno, la persona que discriminaron, el pibe al que le pegaron en un boliche, el cana que mató al pibe en San Martín. Entonces eso te da un nivel de realismo que está buenísimo.

-Apuntaba a que tal vez conociste algunos “hilos” que te pueden servir en otro lugar de gestión.

-Este lugar te lo permite hacer. Porque cuando al funcionario le vas con un tema concreto y le mostrás algo que no funciona, se hace difícil no resolverlo o no encaminarlo.

-¿En este proceso eleccionario te ves totalmente afuera?

-Ciento por ciento. No solamente por la prohibición legal. Obviamente charlo con legisladores e intendentes porque también mi campo de acción es con la política, porque a mí me puso la política acá, pero no me involucro en la cuestión partidaria. Trato de hablar con todos y mantengo una ecuanimidad que me permite trabajar en temas concretos.

-Pero ha habido planteos respecto a que la Defensoría es un lugar donde se puede ver la relación de Vidal con Randazzo ¿Qué contestás?

-No, nada. Yo acá llegué propuesto por los intendentes, me votaron todos los legisladores de los bloques menos la Cámpora. Con lo cual yo claramente respondo al peronismo. Pero acá hay gente de todos lados. Esta Henry Stegmayer que es socialista, hay gente de Cristina, Marcelo Honores que es radical, del Frente Renovador, gente que está con Florencio. Hay de todo. La defensoría tiene claramente una identidad crítica pero apartidaria y democrática. 

-¿No exrtrañás la campaña?

-Al contrario lo vivo muy ajeno. Esto me llena mucho en serio, es una militancia muy real.

-¿Con qué te gustaría irte habiendo concretado?

-Pudiendo avanzar con la ley de Salud Mental porque es una ley muy importante y será bueno que se empiecen a ver resultados. Es una ley de avanzada como la de Niñez que todavía está a medio camino. Me gustaría dejar una marca ahí. Segundo dejar 135 oficinas o la mayor cantidad posible en toda la provincia, con una mirada federal, no platense si no bonaerense. Y después tecnología, esto de eliminar los papeles, que sea algo moderno, eliminar la idea de que el Estado tiene que ser burocrático. Hacer una Defensoría amigable con la gente también es un sello que quiero dejar, cosa que el que venga después va a tener el piso más alto, con otros desafíos. El Negro Bonicatto tuvo lo más difícil que es poner en funcionamiento un organismo que no existía, alquilar lugar, convocar personal, darle una identidad. Y en eso se le fue el tiempo. Yo  lo encontré armado, lo visibilicé, le puse tecnología, lo descentralizo, lo pongo en la cancha. Bueno, el que venga tendrá algún otro desafío.

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