Locura pasional: mató a la pareja de su ex, la baleó a ella y se suicidó

Los tres habían sido amigos. Primero atacó al hombre y luego fue a la casa de la mujer, que es abogada 

A un chico de 16 años lo despertaron ayer a la madrugada el estruendo de un par de escopetazos en el cuarto de su madre, mezclados con los gritos de ella y los de su padre, autor de los disparos. El menor corrió hacia la calle junto con su madre, herida en una pierna, mientras que el hombre falleció un rato más tarde camino al hospital, con un tiro en el mentón que él mismo se descerrajó en la puerta de esa casa de Punta Lara, cercado por la Policía. A 20 cuadras de ahí yacía otro cuerpo: el de un hombre que era padrino del chico, actual pareja de su madre y ex amigo del responsable de toda esta tragedia. Al chico tardaron un buen rato en encontrarlo: “Estaba en una casa vecina”, explicó un jefe policial. El caso arrancó unos minutos después de la 1 de la mañana de ayer, aunque sería justo decir que empezó varios años antes, con los conflictos en la relación entre Primavera Otilia Lliache (48) y su marido, Claudio Pedro Orsini (48). Ella es abogada. El se ganaba la vida manejando un taxi propiedad de su mujer. “Siempre tuvieron problemas. Ella lo denunció muchísimas veces por golpes y amenazas”, aseguró la misma fuente, hasta que hace “5 años se separaron”. Lliache y su hijo, ahora de 16 años, viven en Almirante Brown entre 134 y 136, de Punta Lara. Orsini se había radicado en un departamento del barrio 5 de Mayo, en Ensenada. Por una orden perimetral librada por la justicia Orsini no podía acercarse a su esposa aunque -según el mismo vocero- mantenía un vínculo relativamente normal con su hijo y “en las últimas semanas había salido el divorcio”. HORAS DE FURIA Claudio Ponce de León era un jardinero de 51 años que también vivía en Punta Lara -en 3, 58 y 58 bis-, y su historia estuvo siempre ligada a la de Lliache y Orsini. “El era muy amigo de la pareja”, detalló un investigador, a punto tal que “cuando nació el nene lo eligieron como padrino”. Ponce de León vivía solo y, cuentan en el barrio, tiempo atrás “empezó a salir con la abogada”. Estos mismos testigos descartan que la relación se haya iniciado mientras Lliache convivía con Orsini, pero es probable que éste no creyera lo mismo. Lo concreto es que los episodios de violencia del taxista para con su ex esposa se profundizaron una vez que se enteró de su relación con Ponce de León, a quien -según figura en un par de denuncias- sumó a su lista de blancos de ataque. Un pesquisa confirmó que el domingo a la madrugada Orsini fue al domicilio de su antiguo amigo, presuntamente para confrontarlo, pero al no encontrarlo “le destrozó la casa” y se fue. La cosa no habría terminado ahí, relatan en el barrio, ya que el taxista “lo llamó después (a Ponce de León) para amenazarlo de muerte”. El jardinero acudió a la comisaría Segunda de Ensenada para denunciar al taxista por los daños en su casa y el lunes el taxista fue a la comisaría de la Mujer para denunciar al jardinero por amenazas de muerte. Según figura en esa exposición, Orsini acusó a Ponce de León de intimidarlo telefónicamente: Al parecer “le dijo que él era la nueva pareja de su ex mujer, y que no jodiera más o iba a tener problemas”, reprodujo un policía que tuvo acceso a la causa y está convencido de que “ese llamado disparó la locura”. Recién había empezado el martes cuando Orsini se subió al taxi disco 112 de Ensenada y rumbeó hacia Punta Lara. A su lado llevaba una escopeta calibre 16 de doble caño, color negra. Era la 1 de la mañana cuando estacionó en 3 y 58 de esa localidad ribereña, bajó con el arma en la mano y caminó los casi 50 metros que lo separaban de la casa de aquel que alguna vez consideró su amigo. “Hay cuatro testigos que lo vieron y reconocieron, porque era muy habitual que fuera”, comentó un jefe policial. Por lo que se pudo reconstruir, Orsini llamó a la puerta y Ponce de León salió a atenderlo, atravesando el largo pasillo que lo conducía a la calle. Nadie sabe qué se reprocharon; como nadie puede asegurar que hayan cruzado palabras antes de que el atacante apoyara los caños de la escopeta en el pecho de la víctima y presionara el gatillo. Algunos testigos juran haber escuchado más de una detonación, pero en la autopsia se estableció que Ponce de León recibió un único disparo en el lado izquierdo del pecho, a la altura del corazón. Después de eso el taxista desanduvo el camino a su coche, pero esta vez corriendo. Un par de vecinos ya llamaban al 911. A LA CASA FAMILIAR Orsini aceleró hacia el chalet blanco de Almirante Brown, donde dormían su ex mujer y su hijo. Aquí, según las fuentes, repitió la maniobra, quizás sin saber (o sabiendo) que era la última. Dejó el auto a unos metros de la casa, bajó con la escopeta y se introdujo a la vivienda sin forzar puertas, ni pedir permiso. “Suponemos que tenía llave”, especuló un pesquisa. El agresor fue directo a la pieza de Lliache, le apuntó y disparó dos veces. Uno de los impactos fue a parar a la pared. El otro, a la pierna derecha de la mujer, que se había acurrucado en la cama esperando lo peor. Pero quiso la suerte que el homicida se quedara sin cartuchos, por lo que la abogada aprovechó los segundos que el taxista demoró en recargar el arma para salir de la pieza y correr junto a su hijo. Escaparon por el parquecito que da a la calle, seguidos de cerca por Orsini. La mujer y el chico se alejaron, aunque ella regresó segundos más tarde y el chico buscó refugio en una casa vecina. El atacante no pudo hacer nada de eso: con la escopeta en la mano se topó con dos patrulleros del CPC que buscaban (y encontraron) al taxi tras haber estado en la casa del jardinero. “Le disparó al patrullero”, contó la fuente, pero no dio en el blanco. Y los policías le apuntaron con sus reglamentarias. Sin chance para nada más, Orsini apoyó la escopeta en su mentón y ejecutó el último tiro. No murió enseguida, sino minutos después, camino al mismo hospital al que fue trasladada su ex mujer, el Cestino. La asistieron y recibió el alta una hora después.

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