Llega el año de la despedida kirchnerista

Por Osvaldo Pepe

Con la llegada de 2015 sobreviene el último año de poder del actual ciclo kirchnerista y, en particular, de la propia Presidenta, que concibió sus dos mandatos constitucionales como si se tratara de un feudo personal y no de administrar los asuntos públicos que involucran vida, bienes y sueños de los argentinos. 

Su cuerpo, ahora con una leve fractura en la zona de un tobillo, le pasa factura a tanto estilo obsesivo en el manejo de su gestión. Cristina pareciera no admitir que aun en la hipótesis de que ganase un candidato de su propia tropa, ya nada será igual. El poder muta con facilidad y si ganara Scioli (quien ya no sabe qué hacer para que llegue la bendición esquiva) hará luego su propio camino. El Calafate no será Puerta de Hierro. A la Presidenta no le da el cuero para eso. Sobre todo conociendo cómo huele y pondera el peronismo por dónde pasa y quién tiene el poder. La Presidenta dice tributar en ese movimiento desde lo ideológico. Sin embargo, en todos estos años ha hecho poco para honrar el legado del último Perón, que vino al país luego de 18 años de exilio en busca de cerrar las heridas del pasado. 

Cristina hizo todo lo contrario. Copió uno a uno todos los errores del primer peronismo y casi ninguno de sus aciertos, menos aún de sus transformaciones sociales de fondo de los 40 y 50. Lo que dejará sin margen de error es un país con heridas abiertas a futuro: la Argentina amanecerá en 2016 con su cuerpo social ulcerado por las lesiones de una década política signada por las estrategias de confrontación de la Presidenta, con las que ella moviliza el segmento cautivo de sus seguidores acríticos. 

Lo quiera o no, deberá asimilar la sabia y cruel metáfora tanguera de “ … la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser”. Por si acaso, ha ordenado cerrar los frentes en la Justicia, además de haber pedido, sin suerte hasta ahora, que le saquen de encima al juez Bonadio, quien sospecha que hay algo más que irregularidades papeleras detrás del caso Hotesur y de los vínculos con el empresario Lázaro Báez: la ruta del dinero K ya se ha vuelto un alud inmanejable. Tarde para reordenar el directorio de la empresa. 

Hay tres hoteles de los Kirchner en el Sur y la sombra del lavado de dinero menea sobre la cabeza presidencial. La epopeya de los derechos humanos trastabilla con Milani, el general preferido de la jefa de Estado, sospechado de la desaparición de un soldado, cuestionado hasta por un sector de las Madres de Plaza de Mayo y con el pedido de un fiscal para citarlo a declaración indagatoria. El Calafate ya no es “el lugar en el mundo” de los días felices, sino apenas el sinónimo de una tierra ominosa, asociada a la impunidad y la corrupción.

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