Un llamado de Vidal a Massa, la última carta que jugó el macrismo

Un llamado de Vidal a Massa, la última carta que jugó el macrismo

La inflexibilidad de Cambiemos dejó la vía libre para el acuerdo opositor. Los bloques no oficialistas aprovecharon la pelea interna en el oficialismo.

 

 

El martes a las 7 de la tarde, después de que los bloques de la oposición dieron una conferencia de prensa para anunciar que habían llegado a un acuerdo que les permitiría sacar adelante un proyecto de baja del Impuesto a las Ganancias más generoso que el que proponía el Gobierno, María Eugenia Vidal llamó por teléfono a Sergio Massa. La gobernadora quería convencerlo de que se postergara la sesión. “A esta hora ya no puedo hacer nada, María Eugenia. Si me llamabas a la mañana era otra cosa. Ya están todos los oradores anotados, acabamos de dar una conferencia de prensa. Yo no puedo ir para atrás ahora sin que el Gobierno muestre alguna intención de negociar”, fue la respuesta del diputado y jefe del Frente Renovador, que habla varias veces por semana, en ocasiones varias veces en un mismo día, con Vidal. Ese fue el último esfuerzo serio del macrismo por domesticar una tormenta que había crecido hora a hora en la última semana, fogoneada por la voracidad de la oposición y por los incomprensibles errores de los operadores del oficialismo.

La suerte del proyecto del Gobierno se había complicado el lunes, cuando el presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, le aseguró a Massa que tenía órdenes de mantener la ley tal como la había enviado el Poder Ejecutivo. No es frecuente que un bloque oficialista en minoría de por cerradas las negociaciones de ese modo. Tampoco es habitual que el Poder Ejecutivo incluya en el temario de sesiones extraordinarias un proyecto para el cual no tiene los votos necesarios. Como en esa clase de sesiones el Gobierno es el único con posibilidades de imponer el tratamiento de temas, los Presidentes suelen incluir en el listado sólo aquellos proyectos en los que tienen votaciones aseguradas. Lo del martes fue, en ese sentido, una cacería en el zoológico que terminó mal. En la oposición tampoco entendían por qué, sabiendo que no tenían asegurados los votos necesarios para ganar, el oficialismo terminó convocando la sesión. Enfrente tenían a un kirchnerismo que se encontró con una oportunidad picando para meterle un gol a Macri y al jefe del Frente Renovador, que considera que el proyecto de rebaja de Ganancias es parte de su identidad política: “Para mí, Ganancias es como el tema de la seguridad. Es como un riñón o mi hígado. Yo tengo siete diputados de origen sindical. ¿Qué quieren? ¿Que me arranque una parte del cuerpo?”, explicó ayer Massa a su equipo.

En el Congreso interpretaban ayer que la seguidilla de tropezones oficialistas tenía una sola explicación: está rota la comunicación entre el Gobierno y los responsables de la estrategia legislativa de Cambiemos.

En la Casa Rosada veían con otros ojos la situación. “Es más costoso para Massa sacarse una foto con el kirchnerismo que lo que nos cuesta a nosotros perder esta votación o incluso que el presidente vete el proyecto”, sostuvo anoche un secretario de Estado, alineado con la doctrinaque había enunciado Mauricio Macri cuando recordó los cargos que habían ocupado los distintos líderes de la oposición durante el gobierno kirchnerista.

Esa chicana -que busca también bombardear el acercamiento de Margarita Stolbizer a Massa- implica para Macri una mala noticia y otra buena. La mala es que el kirchnerismo no tiene ninguna intención de resignar la posibilidad de presentar candidatos en las elecciones de la Provincia de Buenos Aires en 2017, y lo mismo corre para Sergio Massa: la predicción que lanzaron a rodar los operadores del Gobierno que indica que el amplio arco del peronismo se unirá para oponerse a la novedad de Cambiemos es incorrecta.

La buena noticia es esa misma:el peronismo se presentará fraccionado para competir en la elección que sellará la suerte del proyecto macrista. Una prueba de ello es que el miércoles Massa se cuidó puntillosamente de no aparecer fotografiado junto a los diputados kirchneristas. “No les quiero robar protagonismo”, les dijo, zalamero, a los jefes de los bloques con los que hizo el acuerdo. Nadie le creyó tamaño argumento.

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