Los líderes de la fuga habían huido de cárceles en 3 países

Se escaparon en Brasil, Paraguay y Argentina. Siempre tenían la misma táctica: armar peleas entre internos para desorientar a los guardias. En Chaco usaron una granada y se tirotearon con policías.
Nunca se filmó una película de acción que alcanzara a emular la vida de dos presos que protagonizaran tantos motines o fugas frustradas y exitosas en tres países distintos, como lo hicieron en estos últimos ocho años los brasileños Thiago Ximénez y Renato Dutra Pereira, los dos cabecillas del escandaloso escape del penal de Ezeiza.

Ximénez (29) y Pereira (27) nacieron en Foz de Iguazú y actualmente estaban cumpliendo una condena a 20 años. Los dos se fugaron de distintas cárceles en Brasil, Paraguay y Argentina. Su última evasión fue descubierta el lunes: hicieron un boquete en pabellón B del módulo 3 en Ezeiza. De allí escaparon junto a 11 presos, de los cuales dos fueron recapturados el mismo día y otro anoche (ver Recapturaron...). Un escándalo que hizo caer al jefe del Servicio Penitenciario, Víctor Hortel.

Los dos brasileños siempre tenían la misma táctica: armar peleas entre presos para cubrir las huidas. Ximénez (también usaba el nombre de Batista Antonio Junior Mateo) y Dutra Pereira estuvieron detenidos en varias cárceles brasileñas, pero la primera fuga la protagonizaron en el penal de Tres Lagoas, en Foz de Iguazú.

Para hacerla, mataron a un penitenciario.

Luego, cayeron presos en Paraguay. En septiembre de 2005, estaban alojados en el penal de Ciudad del Este e intentaron volver a la calle otra vez. Junto a otros reclusos, cavaron un pozo en la celda número 6 del Pabellón Negro, de las mismas características que el realizado en el penal de Ezeiza.

El plan consistió en provocar un motín en el pabellón que sirvió para que no se escucharan los ruidos de la obra y no fueran vistos por los guardias. El pozo llegaba hasta el patio del penal. La idea era salir por allí y después huir hacia el paredón de la parte trasera del predio, que linda con una calle.

En pocas horas consiguieron sacar cerca de 30 bolsas de nailon cargadas con tierra. Pero en medio de los trabajos, rompieron un caño de agua que los delató: escaparon aunque los atraparon allí mismo.

Durante 2006, los brasileños recuperaron la libertad y se instalaron en Chaco. Pero ese mismo año fueron detenidos por intentar secuestrar a un reconocido empresario local. Los encerraron en la alcaidía de Resistencia.

Los investigadores contaron que ambos tenían vínculos con la banda del peruano “Marcos”, capo narco de la villa 1-11-14 del Bajo Flores porteño, actualmente detenido en Ezeiza.

El martes 20 de agosto de 2007, a las cuatro de la mañana, tras limar los barrotes de la celda y una malla de acero, lograron huir por los techos, pese a que los guardias los vieron y les dispararon. Tres reclusos que intentaron escapar con los brasileños fueron atrapados.

Ellos tenían un arma calibre 6.35: nunca se descubrió cómo la obtuvieron. Afuera, secuestraron a un hombre que pasaba con un auto y siguieron con la fuga.

Estuvieron dos días desnudos en un monte, en pleno invierno.

Hasta que finalmente una mujer avisó que los había visto en unos montes de Villa Florian, en la localidad de Fontana. Enseguida se armó un operativo en el que participaron 14 divisiones de distintos cuerpos de la Policía.

Cuando los hallaron, hubo un intenso tiroteo. Allí, Dutra Pereira recibió un tiro en un glúteo. Dos policías se salvaron porque los disparos impactaron en sus chalecos antibalas.

Al año siguiente, siempre en el penal de Resistencia, protagonizaron otro intento de fuga: armaron una pelea de presos de madrugada y cuando un guardia se acercó para ver qué pasaba, lo balearon en una pierna. En esa oportunidad, no lograron salir del pabellón. Entonces se amotinaron durante 12 horas, amenazaron a los vigiladores con tres pistolas y una granada española, aunque finalmente tuvieron que entregarse.

Los brasileños terminaron condenados por la Cámara 2° en lo Criminal de Resistencia a 20 años de cárcel por varios delitos: robo con arma de fuego apta para el disparo, privación ilegal de la libertad agravada y portación ilegal de arma de guerra, en concurso real con robo con arma apta en grado de tentativa.

Por las habilidades que mostraron los reclusos para las fugas, la Justicia consideró que los brasileños eran presos muy peligrosos y por eso los trasladaron al penal supuestamente más seguro de la Argentina: el Complejo Penitenciario Federal N° 1 de Ezeiza. Pero, según demuestran los hechos, no hay lugar donde estos dos delincuentes no puedan planear una fuga y conseguir ayuda interna para obtener armas y herramientas.

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