Los líderes de “la banda del quiosquito” dejaron atrás los robos y la violencia

Los líderes de “la banda del quiosquito” dejaron atrás los robos y la violencia

Se sometieron por orden judicial a un tratamiento por su adicción a las drogas y recibieron asistencia psicológica “Con un pequeño acompañamiento se revirtió su situación procesal y familiar”, explicó una especialista

No todos sus integrantes fueron identificados. Era un grupo de unos 30 adolescentes que estudiaban en colegios privados y que se reunían en un quiosco de Corrientes al 400 cuando salían de clases. De allí su nombre: “la banda del quiosquito”. Se hicieron conocidos por los episodios violentos que protagonizaron entre 2005 y 2007, y por los robos que cometieron algunos de sus miembros. Hoy, quienes fueron sus líderes están alejados de la delincuencia, luego de someterse a tratamientos por sus adicciones a la droga y de tener asistencia psicológica.

Precisamente, mañana comenzarán a juzgar al ex policía Jorge Agapito Verduguez, que el 10 de octubre de 2006 intercedió en una pelea entre el sindicado como líder de “la banda del quiosquito” y otro adolescente, en San Martín y Suipacha. Los testigos relataron que el sargento sacó su arma para disparar contra uno de los agresores que escapaba, y el tiro dio en el pecho de César Navarro Murhell, de 14 años, quien estaba junto a su hermanito en el complejo Avellaneda. Navarro Murhell murió minutos más tarde. El acusado, en tanto, asegura que se tropezó y que el arma se disparó por accidente.

Una bisagra

Ese hecho fue una bisagra para “la banda del quiosquito”. Si bien no tuvo responsabilidad con la muerte de Navarro Murhell, el supuesto líder del grupo estuvo detenido en el instituto Roca por lesiones. “La bala iba dirigida a él. Tuvo que entender que podía tener consecuencias serias lo que estaba haciendo”, relató el abogado Álvaro Zelarayán, que representó al adolescente. 

Este muchacho había sido presentado por su madre en tribunales cuando su nombre comenzó a ser mencionado como uno de los involucrados de las peleas que ocurrían a la salida de bailes o en las semanas de los colegios. Hoy tiene 24 años, es padre y trabaja, al igual que los amigos que tuvo en el grupo.

“Hoy gracias a Dios son hombres de bien. Se alejaron de los vicios que tenían en ese momento. No justifico lo que hicieron ni quiero minimizar el tema, pero en esa época en el círculo en el que se movían eran los grandes ‘bobinas’ los que le sacaban cosas a otros.

La recuperación de los chicos fue posible gracias al tratamiento que les impuso la jueza de Menores Nora Wexler, según afirmó Zelarayán. “Hizo lo que tenía que hacer como jueza y como madre. Si hoy se enderezaron fue por todo el equipo de Wexler”, aseguró el letrado.

Ese tratamiento que les impusieron incluyó prohibiciones de salidas, visitas periódicas a especialistas y terminar los estudios secundarios. Al menos dos de ellos estuvieron internados fuera de la provincia por sus adicciones a la droga. Otro de los que intervino fue el ya fallecido juez de Menores Raúl Ruiz, quien llegó a retar públicamente a los padres de los menores que integraron este grupo.

Los rivales

“Eran ‘la banda del quiosquito’ y la ‘banda del portón’”, recordó la abogada Lucía Briones, del Centro municipal de Violencia, Mujer y Derechos Humanos. El segundo grupo también se caracterizaba por participar de hechos violentos en el centro.

Briones conoce de cerca el caso de estas patotas, porque tuvo que asistir a sus integrantes. “Un chico que había pertenecido a ‘la banda del quiosquito’ fue asistido porque había tenido una primera incursión en el delito. Un juez de Familia advirtió que debía trabajar el problema que tenía y hacerse responsable de lo que había pasado”, remarcó la abogada. “Se trabajó con los papás y él comprendió perfectamente. Con ese pequeño acompañamiento se revirtió su situación procesal y su relación familiar”, agregó.

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