Leona en la lona: Vidal fue la que más perdió

Leona en la lona: Vidal fue la que más perdió

Las urnas dejaron a la gobernadora fuera del poder, pero también marginada del armado opositor que Macri pretende liderar en 2020. El axioma ignorado de los dos extremos de la boleta en el conurbano.

 Por CLAUDIO MARDONES.

La apuesta por la hiperpolarización total que eligió el presidente Mauricio Macri para mitigar la derrota de las PASO no le alcanzó para llegar a la segunda vuelta. Tampoco para revertir el resultado adverso que este domingo determinó la clausura final de su ambición por la reelección. Sin embargo, el volantazo de campaña que le dio origen a la caravana del #SíSePuede le permitió al líder del PRO consolidar su base electoral, sacarla a la calle para antagonizar con el peronismo y reclamar la titularidad de los votos más duros del oficialismo para transformarse en el jefe de la oposición.

Dentro de esa lista de paliativos colaterales para construir una sobrevida política después del 10 de diciembre no quedó lugar para la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal y perdió a manos de Axel Kicillof por más de 13 puntos. El ex ministro de Economía le quitó la gobernación con el 52,18% de los votos. Vidal sumó el 38,49% de los votos y sólo pudo diferenciarse de su jefe político por una magra diferencia frente a la fórmula Macri – Miguel Ángel Pichetto, que totalizó el 36,02%.

El pantallazo final del escrutinio provisorio derrumbó uno de los argumentos más repetidos por el entorno de la gobernadora saliente. Desde que Macri vetó sin mediaciones la posibilidad de desdoblar las elecciones bonaerenses de las nacionales, una de las certezas más repetidas por el entorno de Vidal fue el “efecto mochila de plomo”, en referencia al saco de piantavotos que le asignaban a la figura presidencial en un territorio muy golpeado por la crisis económica.

El cisma que se terminó de sellar este domingo tuvo su punto crítico después de la derrota de las PASO. Desde el 11 de agosto Vidal comenzó a experimentar en carne propia la posibilidad de perder el control de la provincia, a manos de un competidor que subestimó con la misma intensidad con la que defenestró a Macri y al jefe de Gabinete, Marcos Peña, desde el inicio de la crisis económica en abril del año pasado.

Quizás por eso la derrota de este domingo no fue tan dolorosa para el Presidente. Después de la caravana que encabezó durante 26 días pudo dirimir en las urnas sus diferencias con la discípula más fiel, que lo acompaña desde 2005. Una gobernadora y candidata que, presa de su inquina, eligió diferenciarse en silencio y con un mensaje final de campaña que ni siquiera le dejó margen para aprovechar el sitial dentro de la derrota que le estaba ofreciendo Macri.

Cerca del Presidente aseguran que la película para buscar la sobrevida después de las PASO nunca tuvo una butaca para Vidal, mientras que en La Plata sostienen que la gobernadora jamás “pidió la escupidera” luego de las críticas directas que les dedicó a Peña y Macri por la orientación de la campaña y las consecuencias de la política económica.

Con una diferencia tan escasa con Macri en el mismo territorio, dentro del oficialismo florecieron los señalamientos críticos contra la gestión de Vidal y su empecinamiento por diferenciarse de la Casa Rosada en el conurbano bonaerense, ante un electorado que históricamente privilegia a los dos extremos de la boleta, es decir, al Presidente y al intendente, con un segundo plano para la gobernación, que ocupa para los votantes una distancia tan grande como la que separa a La Plata de los tres cordones del conurbano.

Para sus críticos irreductibles, los errores más patentes que cometió Vidal cuando ignoró los dos extremos de la boleta fueron cometidos antes y después de las PASO. El primero, según braman desde las entrañas macristas, fue resignar con docilidad el desdoblamiento de las elecciones bonaerenses de las nacionales a cambio de nada. El segundo yerro, post primarias, fue habilitar la estampida electoral de los intendentes amarillos, que fueron autorizados por Vidal a cortar boleta con tal de salvarse de una derrota casi segura. Esa decisión complicó las chances de mantenerla con un liderazgo expectante a partir del año próximo, con un escrutinio que le dejó pocos "minigobernadores" propios en pie. Los que quedaron con algo de poder todavía no logran elaborar el impacto de la derrota, pero buscarán construir su futuro político antes de que Mariu defina el suyo.

Este domingo, cuando los resultados ya habían definido las tensas y discretas correlaciones entre el Presidente y la gobernadora, la primera en reconocer la derrota fue Vidal. “Ni hoy ni el 10 de diciembre se termina nada, empieza otra etapa”, aseguró Mariu. “Por eso seguiré estando ahí. Sigo lista para seguir peleando en el lugar donde me toque”, arengó la mandataria saliente con un tono a despedida que no se condice con las aspiraciones que prometió para seguir como jefa opositora en la provincia que este domingo le dio la espalda. 

Del duelo sordo entre Macri y Vidal que tensó la vida interna del PRO durante casi dos años, el único que sobrevivirá en el ejercicio del poder es el jefe de Gabinete, Horacio Rodríguez Larreta. Obtuvo su reelección en primera vuelta y es el único miembro de la mesa chica del PRO que conserva poder y recursos para reconstruir el futuro político de Vidal en caso de que la gobernadora decline del objetivo que anunció cuando reconoció la derrota. Dejar vacante ese lugar podría implicar altos costos para el futuro armado opositor del macrismo en la provincia, por la estructura la estructura de diputados e intendentes bonaerenses que reclamarán una conducción política para afrontar y capitalizar las negociaciones que abrirá el peronismo para administrar la transición.

Desde el 10 de diciembre, el reelecto alcalde porteño tendrá la ciclópea misión de contener a Vidal, mantenerla en pie y proteger a todos los colaboradores de la mandataria derrotada que serán destinatarios de una venganza calabresa que, como mínimo, buscará dejarlos bien afuera de la base electoral que Macri sacó a la calle y pretende conducir a partir del año próximo para condicionar al peronismo. En esa alquimia tampoco aparece un destino próximo para Vidal, la primera mandataria mujer de Buenos Aires y, posiblemente, la que más perdió.

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