Lacalle Pou, la joven sorpresa que puede torcer las elecciones

Lacalle Pou, la joven sorpresa que puede torcer las elecciones

Su propio partido lo reservaba para 2019, pero arrasó en las internas de julio y hoy es el mayor candidato opositor

Meses atrás, elconsenso general era que Luis Lacalle Pou, con su mirada renovadora, su aire desenvuelto y sus 40 años era el candidato ideal del Partido Blanco? para las elecciones de 2019. Había gente más curtida en la arena política que se encargaría de desafiar como corresponde al Frente Amplio este año.

Pero no, Lacalle Pou no se estaba fogueando. Sorprendió en las internas contra el encumbrado y experimentado Jorge Larrañaga, contra todo pronóstico, y se planteó seguir surfeando la ola ganadora. Después de todo, era conocida su afición al surf en las costas uruguayas. Pero los observadores vieron en lo suyo, más que una ola, un tsunami electoral que le dio la candidatura de los blancos.

Ahora todo indica que quedará segundo en las elecciones de pasado mañana y que le disputará la presidencia a otro grande de la política uruguaya, el ex presidente Tabaré Vázquez, en el ballottage del 30 de noviembre.

Pero, ¿quién es ese joven que sorprendió a los políticos y analistas más avezados, que llegó de la nada para salir a buscar con sana insolencia el cargo más alto? Porque este abogado y diputado es un joven en términos de la política uruguaya, donde nadie parece bajar de los 50 años largos, casi un requisito cronológico, una exigencia mínima de longevidad para ser alguien en la toma de decisiones.

Habrá que remontarse a 2012, cuando todavía se lo veía como un novato que se entrenaba para más adelante, como una promesa a futuro. Comenzó a trabajar en un proyecto político que lo condujera más allá de la Cámara baja y lo situara en la casa de gobierno.

Todavía está por verse si cumple su objetivo, porque en Tabaré Vázquez tendrá un rival formidable. Pero uno de sus principales lemas de campaña es "somos hoy, somos ahora", cuestión de no dejar dudas sobre la fecha del calendario donde cifra sus esperanzas.

A sus rivales no ha sido fácil encontrarle el talón de Aquiles. Desde el Frente Amplio quisieron contraponer la experiencia de Tabaré con su presunta falta de rodaje. Luego intentaron vincular en el imaginario colectivo su candidatura con la presidencia de su padre, Luis Alberto Lacalle (1990-1995), cuyo mandato no fue de los más memorables.

Otro lema de campaña, "por la positiva", consistió en no responder a los agravios, que, dicho sea de paso, tampoco fueron tantos ni tan fuertes en el marco de una campaña más bien serena. Lo suyo fue seguir adelante con un mensaje dinámico. Lejos estaba de querer pelearse a trompadas como aquella vez que un diputado rival le gritó "oligarca puto".

Hoy ese grito sería impensable, además de impresentable. Puede gustar o no como candidato, pero su pertenencia a una familia próspera o a uno de los partidos tradicionales no lo pone en desventaja electoral a los ojos del grueso de la población. Todos coinciden en que en el actual clima político uruguayo hay consensos y coincidencias en los grandes temas. Consensos que van por el centro.

La novedad, en todo caso, fue que un ministro de gobierno dijera que Lacalle Pou se había "plagiado" el programa del Frente Amplio, de tanto que se parecían las propuestas.

¿Y cuál fue el aporte de Lacalle Pou a este clima de consensos, donde la izquierda es menos izquierda y la derecha es menos derecha? ¿Cómo diferenciarse de los demás candidatos? Lo hizo con un discurso que prendió por mirar hacia adelante, proponiendo mejorar lo que hay, innovar en otras cosas, buscar alternativas cuando las trabas no ceden?

"Les pasó por arriba a las estructuras sin descalificar, con propuestas, con un enfoque más moderno, hablando de futuro", dijo a LA NACION el diputado blanco Álvaro Delgado, cercano al candidato desde que se propuso ser presidente.

Todo eso con una campaña bien armada, quizás la mejor, con propuestas superadoras, y con jingles pegadizos y un discurso no confrontativo que apeló a todos los sectores. Tan buena fue su campaña que también se dijo que lo suyo era puro marketing.

Si es por críticas constructivas, habrá que escuchar a Darwin Desbocatti, un conocido humorista radial que comentó al aire sobre su corte de pelo, una melena castaña: "Con ese esfuerzo impresionante que hizo, con todo este tiempo que dice que maduró como persona y como político, pero sigue sin encontrar un corte de pelo de adulto"..

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