Laboratorio Mar del Plata: crucial prueba y error; dos intendentes

Laboratorio Mar del Plata: crucial prueba y error; dos intendentes

“Si se van Cano y Abud, los reemplazamos con Fiorini y Carrancio” deslizó un singularmente pragmático Joaquín De La Torre, el ministro de Gobierno bonaerense, y de hecho un intendente en funciones, ya que es quien maneja los resortes del poder real en la Municipalidad de General Pueyrredon. La formalidad es chamuyo, “trabajamos en equipo” junto al intendente Arroyo, es puro cuento.

 

La puesta en escena del Frente Renovador, con Facundo Moyano y Graciela Camaño, era evitar el papelón con una nube de humo, para disimular que Sergio Massa se ha reducido a una mínima expresión en el Concejo Deliberante. El diputado nacional acabó muy mal el 2016 y el nuevo año lo sorprende con otras malas noticias.

De La Torre, como buen peregrino político, llegará durante la semana con una nueva cucarda. Será el supervisor de campaña en la provincia del armado de CAMBIEMOS, ergo las listas que se utilizarán en 8 meses, será quien lleve y traiga las novedades a su jefa política, la gobernadora María Eugenia Vidal. De La Torre es un misionero de la territorialidad que asegure votos y dirigentes al ala vidalista, sostén excluyente de la coalición gobernante. La estabilidad en el marco bonaerense resulta clave para la Casa Rosada.

En las reuniones de gabinete en la MGP, De La Torre volvió a sentirse como un barón del conurbano más (con todo su significado), pero algo más ameno que en el cinturón porteño, ahora es con vista al mar. Su función es poner en caja el relajo en el que Arroyo convirtió a CAMBIEMOS. El intendente que los marplatenses votaron hoy ya no existe como tal. La amenaza de que la Quinta Sección Electoral pase a manos de la oposición, era un riesgo que no se podía seguir corriendo.

Vidal, rápida de reflejos, después de la aplicación de prueba y error, jugó a fondo tras las malas experiencias vividas, personal y colectivamente, consideró que el esquema Mar del Plata era incorregible. Puso toda la carne en el asador y su ministro (quien también abandonó a Massa) es más peronismo, que por estos últimos días consolida aspectos de la gobernabilidad, la cual se facilita por la múltiple división en la cual ha estallado el PJ, y que nadie puede contener.

Una vez más mdphoy.com adelantó un escenario político inviable que sostienen los marplatenses. Nuestros archivos que se reflejan en nuestros links han sostenido y fundamentado que la candidatura del intendente Carlos Arroyo fue comprada y vendida al PRO. Y no pueden pedir que les devuelva la plata, el hombre ganó y cumplió. Ahora ya es problema de otros.

El tren fantasma sigue enganchando y desenganchado vagones, funciona mejor que el ramal a Plaza Constitución, que Daniel Scioli dejó tan arrumbado como toda la provincia. CAMBIEMOS en Mar del Plata ha sido otro laboratorio de prueba y error, al cual se aferró el PRO para superar los desaciertos de gestión, como una excusa y una salida decorosa.

Aquel alquiler de un vientre político como negocio adquirido, para multiplicar réditos económicos con fondos públicos, cobró la primera cabeza con Emiliano Giri, cuya desubicada audacia lo dejó implicado en el primer caso de corrupción de un dirigente del PRO. Le marcaron la cancha y lo cepillaron, cuando armaba todo a su imagen y semejanza, lo convirtieron en un despojo. No son pocos los que celebran animadamente esa conducta irreparable, ahora se acuerda de los amigos del campeón.

Arroyo nunca fue devoto de Mauricio Macri y está en las antípodas del PRO y viceversa, eso ocurre muchas veces en las familias ensambladas, donde nadie tiene que ver con nada. Al intendente le han sacado bolilla negra desde Elisa Carrió hasta la UCR, columnas vertebrales de CAMBIEMOS. Juan Aicega, único PRO con representación,  acompaña con indisimulable sacrificio y ya está indigestado de batracios de todo tipo. Hasta Saénz Saralegui, presidente del HCD por Agrupación Atlántica, ha sido contumaz crítico de su amigo y jefe político. La UCR residual que sobrevive en el Concejo, ampliamente derrotada en recientes comicios internos, está en la cuenta regresiva, con más necesidades e intereses que dignidad política.

Mar del Plata se ha constituido en un laboratorio, donde increíblemente el oficialismo aprueba sus proyectos de ordenanzas con los votos de la oposición. Una demostración es el caso de la continuidad de las autoridades de OSSE, compró impunidad con el pasado que capitalizó el ex intendente Pulti e inmunidad a futuro que le vendió el variopinto peronista, esto es: el Frente Renovador, el Frente para la Victoria, el peronismo de Arroyo con Agrupación Atlántica y la falange de Acción Marplatense. OSSE es la caja de todos. Sólo Mario Rodríguez y José Reinaldo Cano, se escindieron del escándalo.

No hay en la Argentina un ejemplo de bastardo político, como el que registra Mar del Plata, Arroyo no es un hijo natural de CAMBIEMOS. Esta gestión volvió más inviable aún una administración municipal que está agotada, fruto de una herencia modelada como una pesada hipoteca, donde lo único que sobran son los acreedores. El kirchnerismo dejó todo en ruinas, así convirtió su modelo, Mar del Plata no fue la excepción, y Arroyo tuvo menos reacción que una babosa.

Ahora se ven los resultados, que no deberían extrañar, “las elecciones no se ganan, se pierden”, de eso precisamente se trata, que haya un nuevo cargo: un intendente virtual, aunque la cibernética le represente un misterio, una delicada manera de expresarlo. El nuevo mapa político que se dibuje tras las elecciones de octubre, dirá cómo llegamos a 2019. Por ahora es una transición, oficio y experiencia, con el sello de María Eugenia.

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