El kirchnerismo duro transmitió alivio porque previó un escenario más complicado

El kirchnerismo duro transmitió alivio porque previó un escenario más complicado
En sectores de la Casa Rosada creyeron que perderían las mayorías parlamentarias y que podría haber un juicio político a Boudou; ante este panorama, el resultado los tranquilizó
Hubo tarde de análisis entre los funcionarios más cercanos a Cristina Kirchner. Con los números en la mesa, un sector del Gobierno se mostró aliviado puertas adentro ante el temor del fantasma de la desestabilización contra la Presidenta.

"Si nos dejaban sin quórum nos volteaban", avanzó en su análisis un hombre de confianza plena de la jefa del Estado. Con dramatismo, para ese sector más radicalizado del kirchnerismo cualquier pérdida de poder del Gobierno se traduce en el regreso de un clima destituyente.

Sin reelección y sin un claro sucesor, en la Casa Rosada reeditaron los temores sobre la posibilidad de un gobierno atado a la oposición, sin margen de maniobra en los dos últimos años de Cristina.

Frente a esa lectura extremista, fuentes oficiales explicaban ayer por qué desde la Casa Rosada se había mostrado un clima triunfalista en la noche de la derrota que incluso siguió puertas adentro de Balcarce 50.

Salvo por el mal trago de quienes fueron a la cabeza de las listas de candidatos, como Martín Insaurralde en la provincia de Buenos Aires o Daniel Filmus, que perdió la banca de senador por la minoría por la Capital, en el elenco de gobierno había alivio real tras los comicios.

La lectura que hizo la Casa Rosada hacia afuera fue la misma que hacia adentro. "Estamos tranquilos porque a pesar del momento adverso garantizamos la gobernabilidad", explicó un funcionario. Otro apeló al dramatismo. "Si ganaba el grupo A iban por la cabeza de [Amado] Boudou", reflejaba su bronca un hombre del cristinismo que hasta se imaginaba a la oposición intentando un juicio político contra el vicepresidente.

Ésa fue ayer la explicación del triunfalismo que exhibió el Gobierno a pesar de que cayó en unas 13 provincias y salió duramente derrotado en territorio bonaerense.

En los días previos a la elección, las encuestas que manejaban en Balcarce 50 daban un escenario de entre 8 y 10 puntos a favor de Sergio Massa. Si la diferencia se profundizaba más allá de esos números, el temor era perder la hegemonía parlamentaria al punto de tener que compartir poder con la oposición.

Con estos resultados y conservando el quórum propio en el Senado y en la Cámara de Diputados, el Gobierno cree tener hoy asegurados los dos próximos años de gobierno, que son ni más ni menos que los últimos de Cristina. "En un escenario sin un sucesor claro, esto es lo mejor que pudo pasar", reflejaban en los despachos oficiales.

En Balcarce 50 confían en que no habrá fugas hacia el massismo en lo inmediato y que la pelea por la sucesión recién se dará en 2015. Creen que los gobernadores peronistas se mantendrán alineados. El mensaje que enviaron desde la Casa Rosada a los mandatarios es que habrá fondos para obras públicas y una silla en la mesa de discusión.

Por las dudas, ayer comenzó un operativo contención. El jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina, recibió en su despacho a Gerardo Zamora, gobernador de Santiago del Estero, en un gesto que no pasó inadvertido. La Corte Suprema suspendió mediante una medida cautelar la elección a gobernador y vice en la provincia la semana pasada. El Gobierno había guardado silencio hasta ahora, pero la foto de Abal Medina con Zamora, que el domingo arrasó igual a través de su lista de candidatos a legisladores con el 76 por ciento de los votos, fue un respaldo explícito.

Entre los análisis que ayer se hacían entre los funcionarios había fuertes críticas al máximo tribunal por avalar lo que en la Casa Rosada consideran "una intervención" en la provincia. "Parece que Lorenzetti está dispuesto a gobernar", se le escuchó en las charlas privadas a un funcionario. Zamora se cruzó de despacho y pasó a ver, también, a Julio De Vido.

También varios gobernadores llamaron al jefe de Gabinete para garantizar lealtad. Uno fue el chaqueño Jorge Capitanich; otro, el entrerriano Sergio Urribarri. "Ellos no confían en Massa", reflejaba alivio un hombre del Gobierno. Anoche, incluso, Abal Medina se reunió con el vicegobernador de San Juan, Sergio Uñac, y preparó una minicumbre de gobernadores peronistas que hoy irán a ver a José Luis Gioja.

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