El karateca absuelto y Quiroga condenado

El Tribunal III de La Plata adelantó ayer el veredicto. Hoy dará a conocer los fundamentos

El Tribunal III de La Plata, a cargo del juicio por el cuádruple crimen de La Loma, anticipó ayer la condena para Javier “La Hiena” Quiroga y la absolución de Osvaldo “karateca” Martínez. El adelanto del fallo, del que hoy brindará sus alcances y fundamentos, estaba plasmado en dos carillas.

Sin embargo, la secretaria del tribunal encargada de dar a conocer la posición de los jueces no pudo terminar la lectura. Apenas hizo mención a que Martínez quedaba libre de culpa y cargo, los familiares de las víctimas reaccionaron con insultos.

Algunos se pararon y se fueron, como el padre de Marisol Pereyra. En cambio otros se quedaron y exteriorizaron toda su bronca contra los magistrados y el propio imputado que, entre abrazos y una sonrisa, celebró la decisión judicial.

De inmediato, con un clima cada vez más espeso, llegó la orden para que la sala sea desalojada.

Según pudo saber este diario, la resolución completa de este caso se dará a conocer a las 17.00, aunque, como se dijo, ya se dictó una sentencia condenatoria para el albañil formoseño como autor de los crímenes de Bárbara Santos (29); su hija, Micaela Galle (11); su madre, Susana De Barttole (63), y una amiga de ésta, Marisol Pereyra (35).

El fiscal del caso, Alvaro Garganta, había solicitado para ambos imputados una condena de reclusión perpetua, al considerarlos “coautores” de los delitos de “homicidio simple en concurso real y triple homicidio criminis causae”, pero el tribunal solo halló responsable a Quiroga -por argumentos que todavía no se conocen- y le impondrá la pena de prisión perpetua, la única prevista para esta figura.

El veredicto fue dado a conocer a las 12.30 y ambos imputados, sentados uno al lado del otro, acompañados por sus respectivos abogados defensores, escucharon el fallo, mientras los familiares de las víctimas irrumpían en llanto y acusaban a Martínez, gritándole “asesino, asesino”.

Cuando se leyó la resolución, los allegados a Martínez estallaron en júbilo, mientras que en las escalinatas de Tribunales medio centenar de manifestantes protestaba con pancartas bajo la consigna “Justicia corrupta, basta de femicidios” (ver pág. 21). El juicio se había iniciado el 6 de mayo pasado, a raíz de la masacre descubierta el 27 de noviembre de 2011 en el departamento 5 de la calle 28 al 467, donde las mujeres fueron asesinadas a golpes y puñaladas. Los policías que ingresaron al lugar -alertados por un vecino que vio sangre que corría por el pasillo- hallaron en el living el cadáver de Santos, quien estaba desnuda, ya que había sido sorprendida por su asesino cuando se duchaba y tenía 32 puñaladas. En tanto, su hija Micaela fue hallada en un dormitorio, también asesinada a golpes y cuchilladas. En la cocina, en tanto, fueron encontrados los cuerpos de De Barttole y de Pereyra, quien había llegado poco antes del hecho a visitarlas. Al día siguiente, fue detenido Martínez en base a las primeras pruebas recolectadas por los pesquisas, pero tras estar encarcelado fue puesto en libertad, mientras que Quiroga fue detenido, ya que 18 muestras de su ADN se encontraron en diversas partes de la casa, en el cabello y las uñas de las víctimas.

UN JUICIO EXTENSO

Durante el extenso juicio, declararon más de 150 testigos, y uno de ellos fue el remisero Marcelo Tagliaferro, que afirmó que la noche de los crímenes llevó a Marisol a la casa donde fue asesinada y la persona que recibió a la chica fue Martínez. Pese a la reconstrucción de ese momento, los jueces al parecer no dieron por acreditada la versión de Tagliaferro, a quien en un principio el abogado defensor de Martínez, Julio Beley, denunció por “falso testimonio”.

En tanto, el defensor oficial de Quiroga, Ricardo Fuentes, había considerado que no se encontraba acreditada la coautoría de su defendido y que la escena “fue urdida por Martínez”, en referencia a que supuestamente fue éste último quien mató a las mujeres y lo hizo presenciar la secuencia y tocar diversos elementos de forma tal que pudiera incriminarlo. Pero los jueces no creyeron en su coartada.

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