A la edad de 96 años, murió ayer en nuestra ciudad la Dra. Elvira Romero de Guzmán, quien fuera esposa del ex gobernador Horacio Guzmán, reconocida profesional y respetada dirigente en el plano político y social.

Sus restos fueron velados en el Recinto de Sesiones de la Legislatura de la Provincia. Tras un oficio religioso de cuerpo presente que tuvo lugar en la Basílica San Francisco, fueron trasladados al cementerio El Salvador, donde se procedió a depositarlos en el mausoleo familiar.

Profunda consternación entre los jujeños, provocó la muerte de quien fuera Doctora en Biología, Química y Farmacia, la primera Doctora en Bioquímica en Jujuy, de trayectoria profesional y docente.

Sin ostentar cargo público, acompañó la vida y tarea política de su marido, el Dr. Horacio Guzmán, gestionando distintas acciones para nuestra provincia, entre las que puede destacarse la solicitud de creación del Instituto del Profesorado que funcionaría en la Escuela Normal Superior, logrando así procurar estudios superiores a estudiantes jujeños.

Pasaron por la capilla ardiente referentes del arco político local, entre ellos el gobernador de la Provincia, Eduardo Fellner, quien la recordó como una mujer que se constituyó en pilar del accionar de Horacio Guzmán. Dirigentes de las más variadas vertientes políticas también la despidieron, entre expresiones de admiración y pesar.

El intendente de San Salvador de Jujuy, Raúl Jorge, habló de “una mujer que dejó huellas en nuestra sociedad” y “comprometida por una sociedad”. También instó a la comunidad a “seguir el ejemplo de una mujer inigualable e irrepetible, más que todo una gran ciudadana”.

Casada con Horacio Guzmán en 1940, fue protagonista del proceso de fundación del Movimiento Popular Jujeño (MPJ), escribiendo un importante capítulo en las historia política, institucional y social de nuestra provincia.

El aprecio, la admiración y el profundo respeto que los jujeños exteriorizan por su figura, la llevaron a un sitial encumbrado al que muy pocos pudieron acceder, erigiéndose en ejemplo a seguir. Esta y otras virtudes también le valieron distinciones, tales como ser declarada “Ciudadana Ilustre”.

RIQUEZA INTERIOR

El fray Juan José Núñez, en el oficio religioso, expresó que “sin duda el largo camino de Elvira estuvo atravesado por grandes pasiones. Un inquebrantable amor a los suyos, que se transforma ahora en herencia preciosa, donde sobresale el cultivo de la razón que le dio en vida la belleza de la sabiduría, la que no descansó en su mero talento, sino que ahora ha de germinar en la grandeza de su pensamiento sembrado a lo largo y a lo ancho de esta querida provincia”.

Habló de la “tierra amada, sufrida y recorrida por ella, en su convicción de servicio y entrega a los grandes desafíos que la urgencia del desarrollo imponía a nuestra sociedad”.

“Sentimos la obligación de agradecer a Dios por su colaboración y sensibilidad para que religión y patria sean cimientos constitutivos de nuestro pueblo. Basta recordar el cariño y apoyo familiar incondicional que ofreció a nuestro primer Obispo, a quien la Providencia quiso que fuera ella, quien tuviera que cerrar sus ojos, cuando la muerte llegó a la vida de monseñor Mühn”, reseñó.

UN LEGADO

En su prolífera vida, supo dirigir su accionar especialmente a la mujer, instándolas a afrontar con hidalguía los desafíos cotidianos, haciendo uso del empuje, la benevolencia y la santidad que distinguen a la mujer jujeña. Así, reflejó en sus actos y dichos una forma de vida, que se caracterizó por su humildad y austeridad.

En todo ámbito que la tuviera presente, exteriorizó su arraigado sentido de pertenencia y su pasión por Jujuy.

“Es obligación portarnos como jujeños honorables, es lo que nos hace ser lo que somos. No lo olviden nunca”, expresó en una de sus últimas participaciones de encuentros en su querido Movimiento Popular Jujeño, en un claro mensaje de compromiso irrenunciable para las actuales y futuras generaciones de hombres y mujeres que son y serán protagonistas del destino de la provincia.