"Juan Domingo Perón es y será el prócer del siglo xx"

Por Lorenzo Pepe

Buena parte de nuestra ciudadanía recordó este 1 de julio con singular sentimiento a un hombre que les cambió el destino a los argentinos –de lo que puedo dar fe, porque soy contemporáneo de ese cambio–, trabajando por alcanzar la Justicia Social, que aún sigue siendo un objetivo permanente de los sectores más humildes y desposeídos.

Podemos decir que vivimos una transformación enorme y sustancial, que produjo una bisagra en la historia de la Nación, con la aparición de Juan Domingo Perón, el 17 de octubre de 1945, y después de aquel 24 de febrero de 1946, cuando fue electo presidente de la Nación por primera vez.

Desde la creación del Ministerio de Salud hasta la adquisición de nuestros ferrocarriles antes ingleses, pasando por la fundación del Ministerio de Educación, la gratuidad universitaria, la construcción de barrios completos y de policlínicos, la repatriación de la deuda externa, la nacionalización del Banco Central, el otorgamiento del voto a las mujeres y el desarrollo de la industria pesada, innumerables e irrepetibles cambios se produjeron en nuestro país de manos del General Perón.

En lo personal, recuerdo lo que significó para los trabajadores la creación de los Tribunales de Trabajo, un ámbito en el que se podía reclamar y ser escuchado; las paritarias, el aguinaldo, la jubilación, las pensiones, las vacaciones pagas, no existían, y significaron un cambio revolucionario para la vida de las familias más humildes.

Además, se otorgaron créditos blandos del Banco Hipotecario de la Nación, por expresa directiva del Poder Ejecutivo, y muchos pudimos hacernos nuestra primera casa, sueño hasta entonces inalcanzable para un asalariado. La reforma de la Constitución le dio jerarquía constitucional a los Derechos Humanos, incorporando los derechos del trabajador, los de la ancianidad, etc.

Como la oposición sabía que por el voto no podía ganar el gobierno, decidió tirarlo: primero, el 16 de junio de 1955 bombardearon la Plaza de Mayo, dejando casi 400 muertos, incluidos 42 chiquitos. Noventa días después dieron el golpe de Estado, que marcó el comienzo del largo exilio de Perón. Ya llegados al gobierno, fusilaron entre el 9 y 12 junio de 1956 a 31 civiles y militares que lucharon por la soberanía del pueblo.

Una larga resistencia de 17 años logró, a riesgo de nuestra libertad y nuestra vida, traer a Perón nuevamente a la Patria, pudiendo celebrar abrazados con los compañeros el triunfo en una nueva elección.

No sólo recuerdo a Juan Perón por sus acciones y políticas de gobierno. Siempre destaco la necesidad de recordarlo en su aspecto humano, poco entendido por los intelectuales. Ese lado humano fue el que conocí, como otros compañeros, cuando fui a visitarlo en su exilio en Puerta Hierro, cuando me recibió en saco de fumar y con un fuerte abrazo sobre su pecho, propio de la tradición Peronista.

El 1 de julio de 1974, hace ya 40 años, terminó su vida, un día gris y lluvioso, dejándonos huérfanos.

Aún hoy estamos en deuda con él. Hace falta emplazar su monumento, que bien se lo tiene ganado. Desde hace algunos años tenemos el lugar, la maqueta, ha habido un jurado y dos audiencias públicas en la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y nos sentimos avergonzados de no haber cumplido este reconocimiento.

Nos marcó un camino y seguimos adelante, con la esperanza de poder ser dignos de su legado y guiándonos con sus banderas: la justicia social, la independencia económica y la soberanía política.

Juan Domingo Perón es y será, para los peronistas, el prócer del siglo XX.

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