El ara San Juan y un ‘choque de culturas’ entre CEOs y militares

El ara San Juan y un ‘choque de culturas’ entre CEOs y militares

Las diferencias de enfoque provocaron cortocircuitos entre el Gobierno y la Armada. Críticas al ministro Aguad y temor a una degradación de la fuerza.

 

La crisis por el ARA San Juan dejó al descubierto un verdadero choque de civilizaciones entre dos culturas muy diferentes: la de los CEOs y la de los almirantes. Los roces ocurridos en los últimos días y las diferencias que han ido creciendo desde el inicio de la gestión de Cambiemos se explican, en parte, por las lógicas contrapuestas que guían al partido de gobierno y los profesionales que han hecho carrera en la Armada.

En la Armada hay una enraizada cultura del secretismo y un apego férreo a los protocolos. Es una lógica bien distinta al razonamiento empresarial que privilegia la eficiencia en los gastos y el estilo político de Cambiemos, fuertemente orientada a las sensibilidades de la opinión pública. Ante la pérdida de contacto con el submarino, la Armada privilegió el apego a los protocolos y la preservación de sus secretos. Esto motivó choques con la dirigencia de Cambiemos, que rápidamente les impuso la aceptación de la ayuda externa que en un primer momento incomodaba a los almirantes.

La decisión de Macri de presentarse en el edificio Libertador fue un gesto de autoridad y de apoyo al ministro de Defensa, Oscar Aguad, ante los almirantes que dirigen la Armada. La gestión del ministro despertó fuertes críticas en los mandos de todas las fuerzas. La percepción es que hay desconocimiento sobre los aspectos técnicos que regulan la tarea de las Fuerzas Armadas. También muchos creen que se ha “cerrado” al contacto con quienes mejor conocen el día a día de la institución.

En particular, muchos almirantes temen que se elimine la rama aérea de la Armada y se integre con la Fuerza Aérea, con la cual tienen una histórica rivalidad. Más aún temen la perspectiva de que se los integre con la Prefectura Naval, algo que se equipara a una degradación de la fuerza. Estas medidas de ajuste, que impulsa la mano de Gustavo Lopetegui desde la Jefatura de Gabinete, provocaron un fuerte descontento que no ayudó a la hora de enfrentar la crisis actual.

No es el primer gobierno que enfrenta problemas con la conducción de la Armada. El kirchnerismo tuvo como jefe de la fuerza a un efectivo que terminó condenado por espionaje ilegal, el almirante Jorge Godoy. Hace dos años, un tribunal oral confirmó que había espiado a activistas de derechos humanos en Trelew.

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