Juan Cabandié: "transformar prácticas y poner a las personas en el centro"

Juan Cabandié:

Para el ministro del área, la celebración del Día Mundial del Ambiente nos convoca a pensar en la manera de hacer las cosas, desde nuestras prácticas cotidianas hasta los métodos productivos.

La crisis sanitaria producto del Covid-19 puso de manifiesto el vínculo estrecho entre las pandemias y la crisis ambiental. La degradación de los ecosistemas naturales facilita que los virus que anidan la fauna silvestre entren en contacto con las personas. Este momento sin precedentes que estamos viviendo, nos tiene que servir para repensar y volver mejores a la nueva normalidad que de a poco estamos construyendo.

Si seguimos por el mismo camino, los eventos climáticos se repetirán cada vez con más frecuencia y mayor intensidad. Los incendios en Australia, las temperaturas récord en la Antártida o la baja del caudal hídrico del Río Paraná no son accidentes ni excepcionalidades, son la manifestación clara y visible de las consecuencias del Cambio Climático que es, a su vez, producto de la actividad humana.

El camino, entonces, es aprovechar este tiempo para repensar, dialogar y consensuar cambios en los métodos productivos, que no van a ser de la noche a la mañana. Por eso hablamos de una transición justa, una transición que contemple al mismo tiempo la dimensión social, económica y ambiental; la protección de nuestros bienes naturales, nuestros ecosistemas y la enorme riqueza de nuestros bosques nativos. El desafío es entender que la agenda ambiental no es un obstáculo al desarrollo productivo, es parte de la solución.

Digo esto porque es necesario plantear que lo ambiental tiene una estrecha vinculación con lo económico. Por ejemplo, la Unión Europea está revisando los modos en que sus socios comerciales desarrollan su producción primaria. Nosotros somos uno de esos países. En el próximo tiempo Europa empiece a mirar la huella de los agroquímicos, además de la de carbono, de los productos que importa. Si nosotros colocamos producción agropecuaria originada en zonas en las que se fumiga con agroquímicos, el riesgo implicará desde la imposición de barreras paraarancelarias hasta el cese de la relación comercial. Esto será nocivo no sólo para los productores que verán afectadas sus ganancias sino para el país, que necesita de divisas para la economía.

Por otro lado, en materia de Cambio Climático, tenemos los compromisos del Acuerdo de París en lo referido a emisiones de gases de efecto invernadero, para lo cual es necesario descarbonizar nuestra matriz energética y su reemplazo por energías limpias. De no cumplir, perderíamos créditos, liderazgo y competitividad.

Pero además, el mercado se está readecuando a ciertas directrices ambientales. Para que un banco aporte financiamiento a un proyecto productivo, ya no sólo se analizan las variables económicas sino también cuestiones ambientales y sociales.

La agenda ambiental atraviesa a todas las temáticas, hay que poner a las personas en el centro del modelo y considerar lo productivo junto a lo ambiental y social. Tenemos que  transitar hacia un nuevo esquema socio-productivo y ecológico para no repetir los errores del pasado.

Lamentablemente, todavía tenemos cinco mil basurales a cielo abierto, más del doble de los municipios que hay en todo el país. El Estado Nacional está acompañando a los municipios y las provincias para abordar la cuestión de residuos en forma integral bajo el principio de economía circular, la promoción de la educación ambiental y el compromiso de las jurisdicciones locales de desarrollar normativas al respecto.

Los residuos son insumos para la industria, aportan energía y constituyen recursos para muchas familias. Por eso, es central integrarlos a una matriz de economía circular, para lo cual hay que fortalecer el vínculo con las cooperativas de recicladores y recicladoras. La tarea de estos trabajadores y trabajadoras merece ser dignificada, con condiciones apropiadas para el desarrollo de su actividad.

Pero para que los municipios puedan avanzar también hay que realizar transformaciones culturales a nivel doméstico, que propicien la separación en origen como una tarea cotidiana que asumamos las y los ciudadanos. Tenemos que comprometernos desde nuestros hogares a separar los residuos. Necesitamos poner esto por delante, hacernos responsables como una acción solidaria que optimice el trabajo de quienes participan en la economía circular y también que colabore con los esfuerzos de los municipios.

Como señalamos al principio, lo ambiental no está separado de lo económico. Nuestra mirada muy lejos está de un sentimiento antiproductivo, muy por el contrario, nos guía la convicción de que debemos salir adelante, pero no a cualquier precio. Lo ambiental no necesita un dedo acusador sino diálogo, consenso y la búsqueda de soluciones. Tenemos la oportunidad de demostrar que estamos a la altura de nuestro tiempo. Revisar nuestras prácticas va en sintonía con el llamamiento del papa Francisco en su carta encíclica Laudato Si, en donde se afirma que el verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social.

Más allá de todas las dificultades, estamos seguros de que este es el camino a recorrer como sociedad para que el regreso a una nueva normalidad nos encuentre mejores.

 

*ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación.

 

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