Jorge Sapag, el hombre que soñó Vaca Muerta: "El petróleo y el gas pueden superar al campo en la Argentina"

Jorge Sapag, el hombre que soñó Vaca Muerta:

Fue gobernador de Neuquén entre 2007 y 2015 y logró las primeras inversiones para extraer gas y petróleo mediante métodos no convencionales. A los 67 años, explicó por qué Vaca Muerta puede convertirse en el nuevo granero nacional

Decir Sapag es decir Neuquén. Decir Jorge Sapag, hijo de Elías y Alma, hermano de cinco, es decir Vaca Muerta. Abogado de profesión, empresario por naturaleza y geólogo de vocación, gobernó en dos períodos continuos la provincia patagónica, de 2007 a 2015. Su muñeca política lo llevó a una gran decisión; la misma que impactó directamente en el epicentro hidrocarburífero más importante del país.

Jorge Sapag tiene 67 años y cumple un rol variado dentro del Movimiento Popular Neuquino (MPN). Fue ministro y vicegobernador antes de tomar el mando. Luego, un rol sin cargo ni título. "Soy dirigente de la línea azul dentro del partido. La fundamos en 2004. Con el Gobierno como consejero, de manera honoraria, dedicado a mis actividades profesionales. Nada más", sostuvo Sapag, quien visitó la redacción de Infobaeaprovechando uno de los tantos viajes que realiza a Buenos Aires durante el año.

Su vida transcurre entre San Martín de Los Andes y la ciudad de Neuquén. "Mi actividad política la desarrollo en toda la provincia", advirtió Sapag, considerado por muchos "el padre de Vaca Muerta", aunque aquello le genere incomodidad y sólo haya atinado a decir que "el milagro es parte de la gracia de la naturaleza, pródiga en la cuenca neuquina".

—¿Por qué se dice que usted fue la primera persona que vio el potencial en Vaca Muerta?

—En 2007, como gobernador electo, viajé para exponer en la ciudad de Calgary, en Canadá, capital de Alberta, una provincia hermana de Neuquén. Fuimos a mostrar los yacimientos de petróleo y gas de Neuquén para captar inversiones. En ese momento el millón de BTU de gas estaba muy pobre en su precio. Las regalías se liquidaban entre 50 y 80 centavos. Y el petróleo estaba clavado en USD 42 el barril. Me dijeron que allí invertían en "no convencionales", como estaba haciendo Estados Unidos.

 Este año Vaca Muerta le va a ahorrar USD 3.600 en divisas a la Argentina. Únicamente con el shale gas. Solamente con el gas de Vaca Muerta que se ha generado, va a haber una renta para el Estado nacional de USD 1.000 millones

—¿Y qué hizo?

—Aprendí el tema, estuve dos días informándome. A la vuelta hablamos con los que saben. Profesionales con los que aprendí mucho: Mark Papa, geológo de la empresa EOG. Y mucho con Tomás García Blanco, geólogo de Repsol, que en ese momento trabajaba asociado con YPF. En 2010, en un pozo convencional, el número 1001 en Loma de la Lata, me dijo: "Gobernador, Vaca Muerta es una roca propicia, muy apta y muy buena. Con mucha materia orgánica y reacciona muy bien a la estimulación hidráulica".

—¿Qué sintió cuando encontró, tras las primeras exploraciones, que había una roca para extraer gas y petróleo mediante el fracking?

—Sentí el espíritu del minero. Yo quería ilusionarme porque la caída de la producción del gas y petróleo era estrepitosa. Sigamos la curva convencional hasta hoy: el 62% del petróleo y el 68% del gas que se extrae es no convencional. Quiere decir que nos hubiésemos quedado con el 38% o 32%. Hoy estaríamos produciendo poco y nada mediante el convencional.

—¿Podría explicar qué es Vaca Muerta?

—Es un fondo de mar. En nuestro caso, el océano pacífico, que estuvo allí hace 130 millones de años y cuando se retiró dejó arcillas con fósiles, materia orgánica y distintos elementos de la vegetación marítima (flora y faura marina). Toda esa formación luego fue tapada con distintas erupciones volcánicas. Esa "roca generadora" fue filtrando gas y petróleo hacia la "roca de almacén" o "roca portadora". Allí se buscó el gas y petróleo en los últimos 100 años. Es el petróleo y gas fácil, que se fue agotando.

—¿Esa extracción sería la convencional?

—Exacto. George Mitchell, padre de la tecnología adaptada a la roca generadora, hace unos 20 años usó la fractura hidráulica y obtuvo resultados positivos. La tecnología existe y va mejorando día a día. La geología tiene que ser buena y apta. Tiene que haber espesor. En Neuquén existe entre 200 y 600 metros. La tecnología logró que se perfore un pozo vertical para encontrar Vaca Muerta que está normalmente entre 2.600 y 3.000 metros de profundidad, y luego se continúe con la perforación horizontal otros 2.500 a 3.000 metros. El fracking o estimulación hidráulica parte en inyectar agua a presión en ese suelo, de modo que las fracturas que ya existen en las rocas del interior de la tierra aumenten y liberen el gas o el petróleo.

—En términos y valores económicos, ¿cómo repercutirá Vaca Muerta en el desarrollo del país?

—En 2019, para los que no creen en Vaca Muerta, están trabajando 30 mil personas entre profesionales, técnicos y operarios del petróleo y gas, más los trabajadores de la construcción. También hay alrededor de 6.000 choferes de maquinaria y camiones. Hay miles de personas trabajando y este año, solamente este año, Vaca Muerta le va a ahorrar USD 3.600 millones  en divisas a la Argentina. Únicamente con el shale gas. Solamente con el gas de Vaca Muerta que se ha generado, va a haber una renta para el Estado nacional de USD 1.000 millones.

—¿De qué manera impacta la renta en este desarrollo?

—Los gobiernos toman de la facturación bruta del petróleo o el gas más del 50% a través de regalías e impuestos provinciales, pero también la mayor renta es a nivel nacional. A través del IVA, Ganancias, ITC, derecho a la exportación e impuesto al cheque. Todos estos impuestos gravan la renta petrolera. El 15% va a Neuquén o a la provincia productora en cuestión. Otro 15% a las demás provincias vía coparticipación. Y el Estado Nacional retiene el 24% para el presupuesto nacional. Esta renta, cuando aún Vaca Muerta era un sueño, no existía.

—Y en el corto plazo, ¿qué se puede esperar de Vaca Muerta?

—Muchas cosas. Hubo una decisión muy buena de este Gobierno, de Mauricio Macri: firmar un convenio de sustentabilidad, de rentabilidad, de productividad. Tanto con el gremio de los petroleros como con los jerárquicos. Este convenio hace que las condiciones laborales pactadas permitieran acelerar las inversiones. De esta manera, Neuquén, que exportó de USD 50 millones en 2017, va a poder exportar -este año- USD 1.500 millones solamente en gas y petróleo.

—¿Se puede definir a Vaca Muerta como el "nuevo granero argentino"?

—En los últimos años, Vaca Muerta generó inversiones por más de USD 20 mil millones.En los próximos cinco años, serán USD 25 mil millones. La inversión está disparada y se conduce. Lo importante es considerar que lo que actualmente produce la Argentina, lo hará solo la provincia de Neuquén. Esto significará exportar 500 mil barriles, que serán, a plata de hoy, USD 12 mil millones de dólares. 

—¿Entonces es posible comparar la producción de gas y petróleo con lo que entrega el campo?

—Es impresionante las novedades que tenemos. Neuquén puede exportar en USD 10 o 12 mil millones de dolares en 2023. Lo podemos comparar con las exportaciones de granos. Hoy representan 22 mil millones de dólares. Veamos el impacto de Vaca Muerta dentro de cuatro años, algo que se está produciendo. Encontrar la posibilidad de que Argentina se convierta en un país petrolero y gasífero y no en un país con petróleo y gas. De esta manera sí es posible pensar en que el petróleo y el gas pueden superar al campo en la Argentina.

—¿Qué rol jugará Vaca Muerta en la economía argentina pensando en la disminución de la inflación y así lograr superar la crisis?

—Hemos ahorrado muchas divisas con el gas con sustitución de importaciones. En los últimos 70 años tuvimos 17 crisis, y 16 fueron por las divisas. Podemos superar incluso lo que se obtiene con los granos en los próximos 10 años. De la crisis se puede salir con políticas económicas adecuadas, acertadas, buscar el equilibro fiscal. Neuquén lo está haciendo. Argentina se tiene que convertir en un exportador de petróleo y exportador de gas.

—Una de las críticas recurrentes a la industria del petróleo es que las empresas llegan al país para invertir y llevarse el dinero…

—He escuchado mucho sobre este tema. Las empresas para explorar en no convencionales tienen que invertir, invertir y re invertir. Deben apostar y hacer pozos, entonces es difícil que puedan llevarse el dinero en el corto plazo. Y nada les garantiza el éxito, porque tiene que ser una roca apta que responda bien a la fractura hidráulica y económicamente rentable. Las críticas siempre existen. Estuve en Uruguay con (José) "Pepe" Mujica en 2012. Me dijo: "¿Así que usted tiene todo eso? Póngase casco y cinturón de seguridad y protéjase bien, porque usted va a tener muchas problemas con esas riquezas que hay en el subsuelo".

—¿El acuerdo de 2013 entre YPF y Chevron es un ejemplo?

—Ali Moshiri, representante de Chevron, junto a Miguel Galuccio, por aquel entonces presidente de YPF, vieron la posibilidad de la inversión y plantearon la posibilidad de tener una concesión que formara parte de Loma Campana y Loma de la Lata. Representaba el 3% de Vaca Muerta y una inversión masiva de miles de millones de dólares. El acuerdo lo sometimos a la legislatura provincial, lugar en el que se aprobó por ley. Hoy es el principal productor de petróleo shale en Vaca Muerta.

 Hubo una decisión muy buena de este Gobierno: firmar un convenio de sustentabilidad, de rentabilidad, de productividad. Tanto con el gremio de los petroleros como con los jerárquicos. Este convenio hace que las condiciones laborales pactadas permitieran acelerar las inversiones

—¿Y entonces por qué fue cuestionado y criticado?

—Por las cláusulas secretas, cláusulas de confidencialidad, que protegían el traslado de los fondos desde Chevron (Estados Unidos) a la Argentina. Chevron había comprado Texaco en Ecuador y había sido responsabilizada de una contaminación ambiental, en donde un juez obligó a la empresa norteamericana a pagar USD 19 mil millones. Para protegerla de los acreedores embargantes, había clausulas confidenciales de cómo se iba a trasladar el dinero a la Argentina. El acuerdo lo leyó Mauricio Macri y vio que no había nada que criticar ni objetar.

—Muchos hablan de su afición por la minería, ¿es verdad que sueña con encontrar una mina de oro?

—El minero es una persona curiosa y yo heredé el espíritu de la compañía minera de mi padre y de mis tíos. Cuando estudiaba abogacía en Buenos Aires vendía a las empresas de servicios petroleros los minerales que producían. Un minero siempre está mirando donde puede aparecer un yacimiento de minerales importantes. Las montañas son un libro abierto. Encontrar una mina de oro es el sueño de todo minero. Hay muchos pirquineros, buscadores de oro con los platos de madera, que sacan un gramo o dos gramos. Al principio de siglo XX había miles en el norte neuquino.

Mauricio Macri durante su última visita a Vaca Muerta

—¿Qué experiencias le quedaron tras ocho años como gobernador provincial?

—Muchas experiencias, alegrías, tristezas, errores y aciertos, y de todo se aprende. Mi padre me decía: "El que no tiene viejo, que se lo compre". Y cuando me consultan o me preguntan me gusta estar presente por las experiencias que he tenido. Fueron ocho años intensos. Tuve 2.500 piquetes, no fue sencillo conseguir la paz social. Recibí la provincia con USD 1.000 millones de presupuesto y USD 900 millones de deuda. Hoy tiene un presupuesto más holgado, fruto de las reformas fiscales, del trabajo de mucha gente y del gas y el petróleo.

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