La interna radical al rojo vivo en la provincia: golpe de timón para voltear a Salvador

El representante del sanzismo puro en la provincia de Buenos Aries y precandidato a presidente del Comité provincial Maximiliano Abad resiste integrar el plenario del Comité de la provincia de Buenos Aires que pretende conducir el actual vicegobernador de María Eugenia Vidal, Daniel Salvador

 

La internas de los partidos políticos cuando están en la gobierno resulta interesantes, pero la interna del partido radical nunca perdió vigencia, más allá que ahora tiene otro condimento y mayores intereses en danza.

Además los radicales, de Yrigoyen para acá, vienen diciendo que la interna del partido es la interna de la provincia de Buenos Aries. Así; luego de cierta permuta partidaria en los últimos tiempos, que por caso, por hablar del último contrato, le impide al ricardismo levantar copete al estar fresco en la memoria la rubricar del acuerdo con Francisco De Narváez; la definición que se opere en la llanura bonaerense se expandirá por la república.

Nadie reconocerá ahora la importancia del viraje ricardista, pero esa maniobra sacó a la UCR bonaerense de la negociación permanente con el pejotismo provincial a la que sometió por décadas el moroísmo y el storanismo como expresión no asumida del todo, públicamente, del glorioso postalfonsinismo. Hay resto históricos de eso: Eduardo Grinberg, en el tribunal de Cuentas, pues el nonagenario Amilcar Zufrategui hizo el renunciamiento histórico, no hace mucho. Hay también brotes tardíos en Fiscalía de Estado.

La volanteada de Ricardo Alfonsín permitió despojar a la UCR bonaerense de gestos ideológicos que ocultaban el pragmatismo y posibilitó, acto seguido, invertir el orden de los factores para en definitiva reafirmar la condición de partido de poder, nacional y popular, a través de lo que en la jerga denominan “alvearización”.

Fue así como se llega a la convención de Gualeguaychú donde el propio ricardismo intentó borrar con el codo lo que suscribió con la mano, y los bonaerenses capitaneados por el sanzista puro Maximiliano Abad y el aliado Daniel Salvador lograron sumar convencionales para imponer la alianza con el PRO y la CC, en desmedro de otras posibilidades. Luego la convención provincial ratificó la decisión nacional y la derrota del ricardismo terminó siendo completa.

Ahora, con el antecedente de haber llegado a la presidencia del comité provincial a través de elecciones internas democráticas, con participación directa de los afiliados, Ricardo Alfonsín, que venció a Salvador allí, no quiere perder en una negociación lo que ganó en las urnas.

Salvador respondió a la “solicitud de ofrecimiento” para buscar la unidad con un reparto equitativo en tercios, reservándose para sí la presidencia, apuntado la vicepresidencia para Carlos Fernández y la secretaría general para Maximiliano Abad.

Además se incluye 8 representantes para cada sector en el plenario de conducción de 24 miembros, un delegado nacional para cada uno, de un total de cuatro -hay uno suelto para el vuelto- y un tercio por sector de los 73 convencionales nacionales.

Ricardo Alfonsín aclaró que no tiene diferencias con Vidal y que sus planteos son al Gobierno Nacional y deslizó que en el partido iba haber unidad, y detalló que por el tema de “los cargo” en el gobierno se debían remitir las notas al vicegobernador y presidente del Senado, Daniel Salvador.

Pero Maximiliano Abad se negó a estampar su propio nombre en esa conducción y realizó un giro que terminó animando a Carlos Fernández para rechazar el acuerdo. Ahora todos arman listas, acción que se extenderá hasta la víspera del viernes 23 de septiembre, cuando cierra el periodo de presentación.

En el entorno de Abad admiten que existen otras “expresiones genuinas” del partido que dan cuenta de la “rica historia” de la organización, pero que ellos son los protagonistas principales de esta nueva etapa, por lo que hicieron y por lo que están dispuestos a realizar de aquí en más, amén de estar convencidos que son los interlocutores válidos con el PRO, el socio mayoritario de Cambiemos.

Fernández está dispuesto a transmitir que no todos están “contentos y felices” por el rumbo adoptado, advierte que en el mediano plazo la moda Cambiemos habrá expirado y la UCR “tiene” que seguir.

Salvador, aferrado a un pragmatismo que no termina de dar todos los resultados positivos que abrigan los corazones radicales, sostiene que hay que unificar personería para ser más eficiente, tanto para dar como para recibir. Por ahora tiene sólo el cargo institucional gubernamental, le falta la otra mitad, el partido.

El fantasma que sobrevuela esta situación es la figura central del radicalismo en Cambiemos, el “amigo radical” del presidente de la Nación Mauricio Macri, el mendocino Ernesto Sanz que sin duda habilita el gesto de Abad y resiste la imposición de Salvador, para alegría de los ricardistas, mientras mide la lealtad del vicegobernador Salvador.

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