Como en cada elección, el dilema “colectoras sí o colectoras no” amenaza con convertirse en la vedette de la previa. Como nunca ocurrió antes, el partido de gobierno se encamina a presentar al menos dos candidatos en el tramo presidencial y, como mínimo, otros dos en la grilla provincial.

Los radicales alumbraron, con su pedido a Sanz, una posible solución al dilema del FpV, donde los intendentes iniciaron un tibio clamor para pedir la unidad del peronismo que, traducido, implica reducir el impacto que la pluralidad de candidatos arriba tenga un correlato abajo y las peleas en territorio diluyan la potencia electoral propia.

Secretamente, los intendentes intuyen que el juego de las colectoras invertidas no les será habilitado esta vez. La respuesta oficial puede venir de la mano del espíritu de la ley electoral que sancionó el FpV en 2010 y que las prohíbe en el ámbito nacional. Sin embargo, hay una zona gris.

Se trata de la Ley provincial 14.086 da luz verde a que los partidos acomoden sus candidatos como mejor les parezca. En el segundo párrafo, que suscitó pánico entre los intendentes al momento de sancionarse, establece que “los órganos electorales partidarios son los que autorizan cómo se adhieren las boletas en caso de que hubiere listas única para una categoría de candidatos y pluralidad en otras”.

Si bien, como ocurre tradicionalmente, la elección provincial se celebra al mismo tiempo que la nacional, y esto suele traducirse como una pérdida de soberanía electoral, los alcances de sendas normas tienen su parteaguas entre el tramo donde se anotan los postulantes a legisladores nacionales y el candidato a gobernador. Traducido: Del Gobernador para abajo, rige la norma provincial.

Esto habilitaría a que los intendentes, alcanzados por la Ley bonaerense, puedan engancharse como más les guste. El único límite, para nada menor, es la lapicera de los apoderados.