Instituto empató con Atlético de Tucumán: no tiene perdón

Instituto empató con Atlético de Tucumán: no tiene perdón
Lo dejó pasar. Instituto ganaba y bailaba a Atlético. Pero lo perdonó y ya son cuatro partidos sin triunfos. Imperdonable.

La pelota le va a quedar a Diego Jara desde el saque largo de Luchetti, su arquero. Todos lo saben en el Monumental de Alta Córdoba que va a ser así. Absolutamente todos. El 18 de Atlético Tucumán, más zurdo que el Che Guevara, no tiene mucho que hacer. Va a meter un zapato de derecha. Porque el pique de la pelota le indica eso. La bocha ya lo sobró al pibe Schmidt (de gran partido, no se le puede recriminar esa jugada), y ahí va Jara. Se relame. Le va a quedar para él.

Es un instante nomás. Un micro segundo. El 18 ya le dio y la redonda hace una parábola de aquella. Travesaño, línea, palo y gol. Más vale que es gol. Es el 2-2 de Atlético Tucumán.

Y obvio que todos se tiran los pelos en cada butaca. No tiene perdón lo que acaba de pasar. No lo tiene. Porque Instituto, otra vez, perdonó. Justo vos Instituto, que no te perdona nadie. Pero nadie. Hasta la Fifa te multa.

Anoche la sanción fue otra vez dormirse y perder uno, dos, tres goles ante un rival noqueado.

Jugó muy bien, por momentos de lo mejor de todo el campeonato. Pero no hay consuelo alguno. Porque de nada sirve el punto. La Gloria sigue dejando pasar partidos en el Monumental y ahora suma 38 puntos. Cuando el objetivo es llegar a los 60 para no sufrir a futuro.

Fueron unas 10 opciones de gol claras. Muy claras. Y una a una las fue dejando pasar el equipo, cuando el 3-0 parecía inminente.

Ese tiro libre de la Pulga Rodríguez (con polémica por el armado de la barrera), sería el 2-1 y la antesala del derechazo de Jara. Y de broncón general.

“Es muy difícil de explicar, hicimos un gran partido. Hicimos las cosas bien. Por cosas del fútbol no se dio el resultado. Son cosas que pasan y duelen muchísimo. Cuando jugás mal y perdés, es lógico. Pero cuando jugás bien, da bronca porque venía siendo una noche redonda. Tenemos que aprender de los errores. Y pensar en lo que viene. Va a ser difícil dormir”, diría Damiani, caliente y con bronca como cada hincha que salió puteando del Monumental.

Con una sensación rara. Porque el equipo se fue aplaudido. Pero no pudo ganar, aunque lo mereció.

“No tengo palabras. Es algo insólito, estábamos más para el tercero que para el descuento. Hay cosas en el fútbol que no tienen explicación y hoy es un partido de esos. Se jugó muy bien y lamentablemente no se puede ganar. Hay que levantar cabeza”, diría Favalli, otro de los que tuvo una buena noche. Como casi todos.

Instituto no tiene perdón. Porque dejó pasar un triunfo que era un gran espaldarazo. Porque perdonó. Y, claro, es imperdonable.

Miliki se quedó sin voz...

De remera negra y jean, Miliki Jiménez vivió anoche un debut más que especial como entrenador de la Gloria. Estuvo de pie desde el primer minuto y, en su ingreso al campo de juego y cuando fue nombrado por la voz del estadio, el “Jimééénez, Jimééénez”, tronó como en las mejores épocas.

Luego, siguió el partido con suma atención y dando indicaciones a cada momento. Y, claro, sufrió como todos los hinchas el empate final 2-2 ante los tucumanos. Con una semana muy breve de trabajo (asumió el jueves), Miliki logró transmitirle su mensaje al plantel, que visiblemente salió con otra actitud y otra imagen en el juego de anoche. Tras el partido, estaba sin voz de tanto gritar. Pero se fue conforme.

El correr de las semanas seguirán mostrando la nueva faceta de Jiménez.

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