En una acción punitiva de imprevisibles consecuencias en el muy inestable Egipto, un tribunal condenó a muerte ayer a 529 personas incluido el depuesto presidente Mohamed Mursi. Todos son simpatizantes o militantes de la centenaria organización islámica moderada Hermanos Musulmanes.

La sentencia que dictó en tiempo récord un tribunal de la ciudad de Menia, a tono con la creciente represión de las protestas y disidencias que está imponiendo el gobierno cívico militar pro occidental, no tiene precedentes en la historia de Egipto. La medida fue inmediatamente cuestionada por organizaciones defensoras de los derechos humanos y por la propia organización islámica.

Todos los condenados al patíbulo fueron acusados de atacar comisarías y edificios gubernamentales. Mursi, un dirigente de la fraternidad musulmana, fue el primer presidente democráticamente elegido en la historia de Egipto. Ingeniero, con una larga trayectoria en EE.UU., este político logró acotar el histórico poder de los militares aunque les hizo enormes concesiones en un nueva Constitución que impedía revisar los presupuestos de las Fuerzas Armadas, propietarias de un gigantesco conglomerado de empresas y bancos entre otros servicios.

Pero la principal falla del flamante gobernante fue no atacar la crisis económica que acumula en la miseria a la mitad de la población de 83 millones de habitantes del país. Esa fue la causa de una serie de movilizaciones callejeras con la impronta de las que en 2011, durante el inicio del fenómeno de la Primavera Arabe, reclamaron contra el régimen que se cerró en un islamismo más radical para justificar la represión de las marchas.

La protesta finalmente alcanzó tal fuerza que puso a Mursi al borde del derrocamiento. En ese momento, el 3 de julio pasado, los militares tomaron el poder y arrestaron al presidente para evitar con ello que su caída se convirtiera en una nueva victoria de la calle. Se integró entonces un gobierno de transición que este año convocará a elecciones. En esta evolución a nadie sorprendió que el jefe del Estado Mayor, el mariscal Abdel Fata al Sisi, haya blanqueado que será candidato presidencial y con fuertes posibilidades de vencer.

La sentencias a muerte pueden quedar sólo en el papel pero no perderá valor simbólico. El fallo deberá ser confirmado por el mismo tribunal el próximo 28 de abril, una vez que se conozca la opinión del mufti Sahuqui Alam, la máxima autoridad religiosa egipcia.

Del total de condenados, sólo 135 están detenidos, el resto fueron juzgados en ausencia.

La Corte dividió a los 1.200 procesados en dos grupos. Los otros 600 serán juzgados este martes y su destino puede ser similar. Entre ellos está el máximo líder de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Badie.

Las protestas tras la caída de Mursi, dejaron más de un millar de muertos. En diciembre, el gobierno cívico militar de transición declaró a los Hermanos Musulmanes como organización terrorista, Pero también envío a prisión a dirigentes laicos de las protestas.