Inoperancia sin fin: otro accidente del Tren Sarmiento en Flores

Una de las formaciones que se dirigían a Once quedó varada, este martes, en Flores, por el atropello a una mujer que logró sobrevivir. Mientras tanto, los pasajeros fueron víctimas de irresposabilidad.

A pocas horas de conocerse que el Tribunal Oral Federal Nº 4 tomó como próxima medida llevar la causa de aquella Tragedia de Once ocurrida en febrero del 2012 contra el ex ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, un nuevo accidente volvió a dejar al descubierto que el Tren Sarmiento continúa careciendo políticas de seguridad y mantenimiento que prevengan o solucionen siniestros como el ocurrido este martes a las 11 de la mañana.

A pocas cuadras de distancia de la estación de tren de Flores, una mujer fue atropellada por una de las formaciones que se dirigía en dirección a la terminal de Once. Sin embargo, la mujer logró sobrevivir a la embestida.

Mientras tanto, miles de pasajeros quedaron estancos unos 15 minutos, hasta que, sin ningún aviso o explicación de lo sucedido y sin instrucciones sobre qué hacer, las puertas se abrieron y dos o tres hombres invitaron a bajar a los pasajeros que, por la altura del piso de la formación con el suelo, decidieron permanecer en su lugar.

Algunos hombres y mujeres comenzaron a bajar, pasándose a los más chicos en brazos y ayudando a bajar a las personas mayores que iban cayendo sobre piedras, a pocos centímetros de los rieles electrificados, cuyo peligro aumentaba por la caída de una fina garúa.

Una vez que cientos de personas lograron bajarse, estos mismos hombres informaron que en el primer vagón, había una escalera de emergencias.

Por eso, los pasajeros realizaron una fila para intentar encontrar dicha escalera, aún desconociendo por completo lo que sucedía.

Un puñado de patrulleros, una ambulancia del SAME, camionetas del Ministerio de Interior y Transporte cortaron las calles laterales al punto del accidente. Aún sin dar explicaciones oficiales, la mujer herida fue trasladada para ser expuesta a atención médica y algunas personas, bajo la promesa del motorman de que la formación arrancaría en “5 o 10 minutos”.

Pasaron 45 interminables minutos para que las personas a bordo, ya con las puertas de la formación cerradas, perdieran la paciencia.

Ya no serían 10 minutos de espera, debido a que el protocolo ante este tipo de accidentes indicaría que los motormans deben ser reemplazados por otros, debido al “shock” ocasionado por lo sucedido. Y, ante la información brindada por un oficial que logró subir a la formación, debería esperarse también a que nuevos agentes llegaran al lugar para “realizar las pericias correspondientes”.

Dicho esto, la gente comenzó a golpear la puerta de la cabina donde los conductores se encontraban atrincherados para pedir que abrieran la puerta.

Pasados otros 15 minutos, uno de ellos salió a explicar que “nadie podía bajarse” ya que era peligroso que la gente cayera, paradógicamente, cerca de los rieles del tranvía.

Así, algunas mujeres abrieron una ventana para gritarle a la policía que eso se trataba de “privación ilegítima de la libertad”. De esta manera, escurriéndose, aún más, el tiempo de aquellos trabajadores secuestrados en los vagones, la violencia comenzó a aflorar y dejaron bajar a algunas personas, comenzando por los chicos y mujeres.

Aún sin Justicia por la Tragedia de Once que se cobró tantas vidas, este martes, como cada día, se dejó en evidencia que nada ha cambiado y que, el ya denominado “Tren de la muerte”, deberá cobrarse de más accidentes para que alguien logre hacerse cargo de una única conexión directa del Oeste con la Ciudad de Buenos Aires.

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