El inicio de una campaña que se anuncia cruel y feroz

El inicio de una campaña que se anuncia cruel y feroz

La carrera a la Casa Blanca. Los expertos estiman que Hillary Clinton y Donald Trump repetirán una contienda peleada como la de 1968 o aún la de 1988. Afirman que todo consistirá en derribar al oponente en lugar de plantear ideas de gobierno.

Se acabó el show, ahora comienza el barro. Se apagaron ya las luces de la convención republicana la semana pasada en Cleveland y ayer las de la demócrata, aquí en Filadelfia. Donald Trump y Hillary Clinton deben a salir ahora a pelear por la Casa Blanca en una campaña que se estima que será feroz, sucia y hasta “cruel”, como no se ha visto desde hace décadas.

Las convenciones, además de la formalidad de la nominación del candidato, sirven para cerrar heridas internas y mostrar unidad hacia afuera. En la republicana, donde estuvieron ausentes ex mandatarios y figuras de gran renombre porque no comulgan con Trump, la división no logró ser superada. El partido tradicional sale golpeado, pero desde allí ha surgido un movimiento nuevo, vigoroso, populista e impredecible, que con 14 millones de votos trasciende al partido y se lanza a la aventura de conquistar la presidencia: de la mano del magnate ha nacido el “trumpismo”, un fenómeno que puede llegar hasta lo más alto del poder. O desvanecerse como una pompa de jabón si no consigue el objetivo.

La convención demócrata comenzó con profundas divergencias entre los partidarios de Hillary y los de Bernie Sanders, que se negaban a apoyar a la ex secretaria de Estado. Pero, gracias a la noble actitud y el trabajo entre bambalinas del senador y la resignación de buena parte de sus simpatizantes, se logró conseguir a lo largo de los cuatro días una imagen de unidad. Habrá que ver ahora si eso se concreta en las urnas. Si los seguidores más progresistas responden al llamado de Barack Obama (“no abucheen, voten”), si preferirán inclinarse hacia el minúsculo Partido Verde o si sencillamente se quedarán en sus casas. El escándalo de los mails revelados por Wikileaks –que sugieren que la cúpula del partido boicoteó a Sanders en la interna– es un puñal que muchos tienen aún atravesado.

Para Tobe Berkovitz, profesor de Comunicación y asesor de campañas políticas, la que viene “será la elección más cruel y desalentadora desde 1968 (Richard Nixon vs Hubert Humphrey) y 1988 (Bush padre vs Michael Dukakis). Será un 100% negativa y el 100% va a depender de derribar al oponente en lugar de presentar las fortalezas de los candidatos”, dijo a Clarín.

Por ahora Trump lleva una leve ventaja en los sondeos, pero es probable que tras su convención Hillary lo alcance. El partido demócrata tiene la ventaja de poder pegarle a Trump desde muchos flancos: su inexperiencia, su costado xenófobo y misógino, sus idas y venidas sobre varios temas centrales, los desmanejos en su universidad, su reticencia a dar a conocer la declaración de impuestos, sus posiciones sobre política exterior, entre otros. Ya se ha visto un aperitivo en la convención. Esto podría ser letal contra cualquier candidato, pero no con Trump, que ha demostrado poder salir indemne de las barbaridades que dice. Pero, sobre todo, porque ha desarrollado un populismo vernáculo que logra sintonizar con buena parte del electorado, fundamentalmente con los “hombre blancos enojados”, donde prende su mensaje. Trump buscará pintar a Hillary como una política del establishment y corrupta, en contraposición a su imagen de “outsider”. Es conocida la capacidad del magnate de descalificar a sus adversarios con motes despectivos.

Hillary tiene el apoyo de la mayoría de las mujeres, los afroamericanos y los latinos, pero no hace pie entre el electorado de hombres blancos, de clase media baja, que sufren la desindustrialización del medio oeste que los ha dejado sin trabajo o con menores ingresos. Esos votan abrumadoramente por Trump. El millonario deberá intentar al menos recortar la diferencia con las minorías y apuntalar el voto blanco conservador. Así, gran parte de estas elecciones se definirán en el “rust belt”, el cinturón oxidado de Estados Unidos. Lugares como Ohio, Pennsilvania o Michigan. Allí ambos apuntarán sus cañones en una apasionante campaña que por primera vez en la historia tiene a un millonario inexperto y a una mujer como protagonistas.

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