Informe especial: el dengue golpeó fuerte en el conurbano y desnudó la crisis sanitaria

 Informe especial: el dengue golpeó fuerte en el conurbano y desnudó la crisis sanitaria

Según datos oficiales, Lanús tienen la tasa más alta de contagios de la Provincia, casi cinco veces mayor que el promedio. Lomas de Zamora y Avellaneda también exhiben contagios superiores a la media, y están entre los 10 peores registros. La cifras podrían ser peores, ya que denuncian un “sub registro” por parte del Ministerio de  Salud bonaerense. Reclamo de políticas integrales y el augurio de un futuro complicado: “va a ser una situación desastrosa”.

En mayo del año pasado, un grupo de médicos del hospital Pedro Fiorito de Avellaneda detectó al menos 15 casos de dengue en vecinos del distrito. Se habían acercado a la guardia del nosocomio, con cuadros febriles y dolores musculares agudos. Lo extraño del caso era que no registraban viajes a zonas de circulación viral de la enfermedad. Eran casos autóctonos. Intentaron que se emitiera un alerta, pero tanto la dirección del nosocomio como las autoridades sanitarias bonaerense rechazaron la idea, en un año donde la enfermedad no había registrado brotes de importancia. Un año después, el país vive la peor epidemia de su historia, con más de 35 mil casos confirmados, y más de 60 sospechosos. El brote –con epicentro en Misiones, Chaco, Corrientes y Formosa –golpeó fuerte al conurbano bonaerense, y en especial a la zona sur. Según los datos oficiales, en la región se dieron las tasas más altas de contagios, superando hasta en cinco veces el promedio provincial, lo que generó una verdadera crisis en el sistema sanitario.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el dengue es “una infección vírica transmitida por la picadura de las hembras infectadas de mosquitos Aedes”. Hay cuatro serotipos o versiones del virus, denominadas DEN1, DEN2, DEN3 Y DEN4. Sus síntomas son fiebre elevada acompañada de dolor de cabeza muy intenso, dolor detrás de los globos oculares, dolores musculares y articulares, náuseas, vómitos, agrandamiento de ganglios linfáticos o sarpullido. Si bien no existe un tratamiento específico, su mortalidad es muy baja (1 por ciento). Existen amplias zonas endémicas en todo el mundo, y este año se comenzó a probar una vacuna para su control (ver recuadro).

A nivel nacional, los factores climáticos y la situación de los países limítrofes (en especial Brasil y Paraguay) facilitó la situación de epidemia, cuyo último registro data del 2009, cuando se dieron cerca de 25 mil casos. En lo local, la densidad poblacional y la falta de infraestructura sanitaria fueron fundamentales, analizan los especialistas, para que el mosquito trasmisor proliferara, al punto de dejar a muchas zonas cerca de ser declaradas endémicas para la enfermedad. Todo esto cimentado con la falta de políticas públicas para frenar el virus.

El conurbano sur tiene este año el triste record de ubicar a tres de sus distritos entre las 10 peores tasas de contagio, incluyendo el primero: Lanús. Allí, se produjeron al menos 429 casos confirmados, con una tasa casi cinco veces más alta que la media provincial. Cifras alarmantes que podrían ser peores si se confirma una sospecha grave: se hizo un sub registro por cuestiones presupuestarias.

Tasas altas

En enero de este año, la provincia de Buenos Aires registró sus primeros casos autóctonos de dengue, con base en el conurbano. Quilmes primero y Lanús después confirmaron pacientes positivos para la enfermedad, sin antecedentes de viajes a zonas de circulación vital (ni del país ni del exterior). Comenzaba el brote, que se extendió hasta estos días, y que si bien tuvo en la zona centro su peor cara, dejó su huella en la región. Según datos del último Boletín Integrado de Vigilancia del Ministerio de Salud de la Nación, en suelo bonaerense hay 3331 casos confirmados, más 255 probables, lo que da una tasa de 21,5 casos cada 100 mil habitantes. Si se sacan los sospechosos (que en situación de epidemia no se estudian) la tasa provincial es de 20 cada 100 mil.

Por municipios, en el conurbano se encuentran las peores cifras. Según el trabajo, al que tuvo acceso Política del Sur, por tasa, Lanús es el peor distrito de la Provincia, con 429 casos, 92,6 por cada 100 mil habitantes. Si se toman los contagios totales, La Matanza es el de peor registro, con 575 casos, pero su tasa es de 28,2.

El caso de Lanús no es aislado, ya que otros dos distritos de la región están entre los de peores registros en esta lista. Lomas de Zamora tienen 333 contagios (con una tasa de 52,4) y se ubica en el quinto lugar de la tabla, mientras que Avellaneda confirma 118 (tasa del 33,6), séptimo peor registro. En el medio, Quilmes tiene 316 casos, y una tasa de 50,5.

Todos estos casos están bastante por encima del promedio provincial. El caso de Lanús casi lo quintuplica, mientras que la tasa lomense es casi tres veces superior a la bonaerense. Otros dos distritos de la región están entre los territorios con dengue autóctono, pero con cifras bajas: Almirante Brown tiene 74 casos y una tasa del 12,8 (puesto 15) y Esteban Echeverría registra 42 casos y una tasa del 12,4 (puesto 16).

A nivel nacional, el Boletín de Vigilancia confirma que “en las primeras 17 semanas de 2016 los contagios acumulados superan en un 31,6 por ciento a los registrados en el 2009”, con un total de 63.952 casos con sospecha de dengue entre confirmados, probables, en estudio y descartados en las 24 provincias, de los cuales 32.441 corresponden a casos autóctonos probables o confirmados”

En enero, cuando comenzó el brote, desde el Ministerio de Salud provincial lanzaron un alerta, y crearon un protocolo de acción junto a los distritos de la Región Sanitaria VI. Los protocolos estipulan, entre otras medidas, que cuando se está ante un caso de dengue “se debe proceder a la búsqueda y eliminación de los recipientes que funcionan como criaderos del mosquito en la casa del paciente, tratar con larvicida los recipientes que no se pueden eliminar o tapar y efectuar un rociado con insecticida intradomiciliario de la vivienda y de los alrededores del domicilio en un radio de ocho manzanas”. Pese a los esfuerzos, a las pocas semanas la circulación viral se hizo incontenible, con el resultado ya conocido.

El enemigo en casa

El Aedes aegypti, trasmisor de la enfermedad, es un mosquito casero, que se reproduce en aguas estancadas. La estrategia sanitaria apuntó a evitar la presencia de larvas en los hogares, más la fumigación masiva. Ciertas condiciones en la región hicieron que este año el dengue terminara por explotar. “El tema con el conurbano tiene que ver con la densidad de población por metro cuadrado, mucho más alta que en otros lados. Tener  mucha más población, sumado a mal saneamiento ambiental, mal manejo de los residuos y aumento de criaderos hace el ambiente perfecto para el dengue”, explicó Diego Mirra, médico del Hospital Vecinal de Lanús, quien hace un tiempo da charlas sobre control de la enfermedad. En diálogo con Política del Sur, Mirra remarcó que “cualquier persona que haga un viaje a la zona endémica y llegue con el virus va a provocar el contagio y el aumento de la epidemia”. En este sentido, recordó que “la gran cantidad de contagios este año se dieron en enero y febrero, luego de las vacaciones y las fiestas, cuando mucha gente volvió de las zonas endémicas”.

Para Mirra, una vez instalada la circulación viral, la prevención se vuelve clave para evitar el aumento de la epidemia. “Por más que parezca algo poco específico, la base de todo pasa por la educación. Primero hay que educar a la población, y después tener políticas más claras en el manejo de residuos y de higiene de los lugares públicos. Acá debe actuar el poder político y la población, trabajar en conjunto y para eso hay que educar, hacer circular el conocimiento”, agregó.

Una de las estrategias usadas por los municipios fueron las fumigaciones, cuestionadas por algunos especialistas, y que un informe de la Federación Sindical de Profesionales de la Salud de la República Argentina (FESPROSA) consideró “un peligro potencial”. En tanto, para Mirra, este método “sirve solamente para matar al mosquito que está volando, nada más”. “La fumigación que se usa habitualmente no tiene poder larvicida, o sea, no afecta sobre las larvas o pupas. No podemos esperar que con esa medida se resuelva, el manejo de la epidemia el trabajo va más de raíz”, dijo el especialista.

Mirra sostuvo que lo que vivió esta temporada el conurbano es “una epidemia”, y para considerar zona endémica a la región “deberíamos tener un período de varios años de circulación”. En esto no coincide Aníbal Aristizabal, médico clínico del hospital Fiorito de Avellaneda, que en 2015 fue el que dio la alerta pública de los casos autóctonos en la zona. “El dengue es desde el año pasado endémico en el conurbano, tenés el mosquito y el virus en el territorio, y como tenemos muchos más caso en 2016 que en 2015, estamos además en situación de epidemia, más casos de los que deberías tener. Esta es la situación, y el ministerio no lo niega, pero si lo omite”, remarcó.

Sistema en crisis

Las críticas de Aristizabal comenzaron el año pasado, con el intento de denunciar la presencia del dengue, y se profundizaron con la actual situación de epidemia. “Los malos resultados del conurbano en materia de dengue tiene que ver con la falta de políticas que se instrumentaron alrededor de la problemática”, afirmó ante la consulta de Política del Sur. En esos días, destacó, la gestión del ex ministro Alejandro Collia negó los casos, que provenían de localidades como Wilde, Bernal y Don Bosco. Ahora, si bien destacó que “la gestión de Zulma Ortiz reconoce la presencia del dengue”, este avance no tuvo un correlato práctico. “Las políticas que instrumentaron son nulas”, disparó Aristizabal.

“Le dice a los vecinos ‘qué hiciste vos contra el mosquito’, individualizando la problemática y diciéndole a la comunidad que si hay dengue es porque no se descacharrizó correctamente o no se usó repelente, como si el gobierno no tiene ninguna responsabilidad, cuando ni se desmalezaron los terrenos fiscales. No se llevó adelante una política enérgica para disminuir el vector”, subrayó.

Con el mosquito instalado en la región, y las carencias estructurales que existen, Aristizabal intuye “flor de problema”. “Hay personas en el conurbano que dependen del agua estancada para higienizarse, para beberla incluso, personas que viven en villas sin acceso a agua potable o cloacas, a esas personas decirle que combata el mosquito es una canallada”, se quejó el especialista.

Además, denunció que los casos registrados podrían representar un “sub registro”, ya que en los hospitales se detectan muchos casos que luego no se contabilizan. “Al principio hubo un esbozo de tener una estadística fidedigna del dato epidemiológico, al punto que un comunicado del ministerio decía que cada caso sospechoso de dengue se debía tomar una muestra y remitirla al centro de referencia. A la semana, una nueva notificación decía que están haciendo un nuevo estudio epidemiológico, y que uno de cada 10 casos sospechosos iba a ser analizados, porque no tenía plata ni los reactivos suficientes”, contó Aristizabal. Así, ni se logró el dato estadístico concreto, ni se declaró la epidemia. “Algo vergonzoso, lo que muestra lo chapuceros que son a la hora de diagramar políticas sanitarias”, concluyó el especialista.

Con la crisis sanitaria de fondo –la que pasó fue la quinta semana de paros de 72 horas en todos los hospitales de la Provincia –el dengue se instaló en el conurbano. Si el frío desactivó la alarma, no traerá una solución definitiva. Es que las larvas pueden sobrevivir a temperaturas muy bajas, y hasta estar un año hasta desarrollarse. Sin medidas de fondo, el año que viene serán los mosquitos que sobrevuelen nuestros distritos, llevando consigo la amenaza de una enfermedad desatendida, símbolo del atraso de la región.

En el futuro, vaticinan “una situación desastrosa”

Cuando una persona enferma de dengue, el tratamiento busca mitigar los síntomas del mal, en especial la fiebre y los dolores musculares (conocida como “fiebre quebranta huesos” por su intensidad). Se utiliza Paracetamol, ya que otros analgésicos (aspirina, ibuprofeno) pueden fomentar hemorragias. Controlado, el mal tiene una mortalidad muy baja, pero cuando se instala en un territorio puede mutar a una versión más letal.

Como le explicó a Política del Sur Diego Mirra, cuando se padece dengue “la persona adquiere inmunidad, o sea, si la vuelve a picar un mosquito infectado no tendrá problemas”. Esto es si es el mismo virus que la anterior vez. Si una persona recibe otro serotipo, puede desarrollar la versión hemorrágica, padecimiento grave y puede ser mortal “Es una posibilidad. Primero tenemos que tener la introducción de otro tipo de dengue. Hoy circula el tipo 1, el problema es si contrae el dengue tipo 2, 3 o 4, ahí aumenta el riesgo de formas graves”, confirmó.

Esta posibilidad es la que alarma a Aristizabal. “Todavía no se llegó a sentir el impacto del dengue endémico en la provincia de Buenos Aires, porque es problema no es la infección primaria, sino las siguientes con distintos serotipos del virus”, dijo.

El especialista de Avellaneda recordó que “este año no hubo muchos casos hemorrágicos, pero con los hospitales en las condiciones que están, sin insumos, con terapias intensivas colapsadas y sin personal, cuando empiecen a darse los casos de dengue grave, que se darán porque no están haciendo nada para sacar al mosquito vector de la provincia de Buenos Aires, no va a haber ninguna respuesta del sistema de salud”. “Va a ser una situación desastrosa, la gripe A va a ser un poroto con las muertes que pueden producirse por esta situación, lo proyecto como algo bastante grave”, vaticinó Aristizabal.

La vacuna, lejos de llegar al país

Según una estimación de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se producen 390 millones de infecciones por dengue cada año, y el virus está presente en unos 128 países, muchos de los cuales son desde hace años endémicos. Hasta este año no existía una vacuna para prevenir el mal, pero a principios de 2016 la farmacéutica Sanofi informó de la salida al mercado de Dengvaxia, la primera vacuna contra el mal.

La información del laboratorio francés indica que el fármaco protege para los cuatro cerotipos del virus, y debe aplicarse en dosis. Los ensayos clínicos informan una inmunización del 60 por ciento, todavía considerado bajo por los especialistas.

Apenas salida al mercado, México inició un proceso de aprobación, seguido por Filipinas, que ya comenzó su plan de vacunación. Brasil también se inclinó por su uso, mientras que en otros países como El Salvador y Paraguay está en estudio.

en nuestro país, la vacuna aparece lejos en el horizonte. En primer lugar, fuentes del Ministerio de salud nacional aseguran que deben esperar que la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) termine un informe de evaluación sobre la seguridad y efectividad de la vacuna. Incluso si ese trabajo diera una respuesta positiva a su uso –se estima que en junio estará disponible esa información –la vacuna está pensada para zonas endémicas de la enfermedad, cuando el país todavía está lejos de tener esa categoría, más allá de los brotes.

Quien está decidió a su uso es Brasil, que tiene muchos territorios con una circulación viral hasta ahora imparable. Información suministrada por Sanofi afirma que con la vacuna “se  podría reducir hasta en un 92 por ciento” los casos de la enfermedad de acá a 10 años, una mejora que tendrá seguramente impacto en la situación argentina.

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