La industria textil quedó al desnudo

La industria textil quedó al desnudo

Tras un 2016 flojo para la fabricación de indumentaria en el territorio bonaerense, el sector agudiza su crisis en el comienzo de 2017. La fabricación de calzado también entró en una riesgosa pendiente.

El fade out es un recurso al que los músicos suelen apelar cuando no le encuentran un final apropiado a una canción y, en consecuencia, le bajan el volumen hasta que termina por no escucharse nada. La industria textil y la del calzado en la provincia de Buenos Aires, a grandes rasgos, co-mienzan a transitar el mismo camino, con al menos dos diferencias notables: no forman parte de ningún disco de ningún artista y su crisis deja a varios bonaerenses sin trabajo.

En efecto, la pendiente en la que en-traron ambas actividades se acentuó de la mano de la merma en el consumo evidenciada en 2016; y desde intendentes, pasando por legisladores y hasta los principales referentes de las industrias en cuestión señalan a la apertura de las importaciones como la usina que disparó la depresión en ambos sectores.

Para entender el tenor de la crisis basta tener en cuenta dos datos. El primero es que en la provincia de Buenos Aires, según estadísticas de la Cámara Argentina de Comercio, se genera más del 50% del producto industrial en materia de calzado e indumentaria. El segundo es que, teniendo en cuenta un estudio del economista Mariano Kestelboim, coordinador del Departamento de Industria del Observa-torio de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV), en enero las importaciones de indumentaria subieron un 70,7 por ciento interanual, pasando de 935 mil a 1.600.000 kilos.

El secretario general del Sindicato de Empleados Textiles y Afines (SETIA), Mauricio Anchava, dialogó con La Tecla y dio cuenta de de esta situación. “Ya llevamos alrededor de 2.600 despidos con cierres de fábricas incluidos”, señaló el referente gremial. Y agregó: “Es una tristeza caminar por La Matanza y ver fábricas que trabajan tres días por semana o que trabajan una semana sí y otra no; estamos atravesando una situación muy complicada”.

El cuadro se agrava si uno se adentra en el interior de la Pro-vincia. En Luján, las producciones y las ventas en el rubro cayeron alrededor de 55%, y ya se registraron 550 despidos, lo que implica una pérdida del 11% de los empleos del 

sector.

Frente a este contexto, el Concejo Deli-berante lujanense decretó -por votación unánime- la emergencia textil. Pero el panorama sigue siendo abrumador: se-gún datos de la Cámara Textil de Luján, en la actualidad las empresas están trabajando a menos del 60% de la capacidad instalada. Para colmo, esta ciudad es un punto neurálgico de la actividad, ya que 120 pymes y micropymes del rubro ocupan más de 5 mil empleados, lo que significa un 25% de los trabajadores de este partido. 

Saladillo es otro distrito que sigue el mismo rumbo, ya que también se ha hecho sentir el impacto, con el cierre de fábricas.

A 100 kilómetros de allí, Chivilcoy, al menos por este 2017, amanece como el oasis de la crisis. Allí se instaló Rubbersoul S.A., una empresa brasilera que se especializa en producción de suelas y productos en caucho para grandes marcas, entre las que se destacan PONY, Nike, Converse y Adidas. En diálogo con La Tecla, el intendente local, Guillermo Britos (Frente Renovador), sostuvo que días atrás se reunió con los directivos de la empresa y le aseguraron que para este año no planean tener problemas, ya que tienen trabajos asegurados. “Si bien no tuvieron una baja en la producción, ven con preocupación el ingreso de productos importados”, señaló el jefe comunal. 

Ese panorama preconfigura un futuro dolor de cabeza para la gestión local, de-bido a que, según reconoció el propio Britos, “Rubbersoul les da trabajo a 900 chivilcoyanos, y después del municipio (que tiene 1.600 empleados a cargo) es la fuente de trabajo más importante que hay en la ciudad”.

En la Sexta sección electoral, Saavedra es uno de los municipios afectados. Su intendente, Hugo Corvatta (FpV), dijo 

a La Tecla que “se registró una merma del 30% en la producción”. Dicha situación generó que alrededor de 180 cooperativistas que fabrican indumentaria deportiva se vean perjudicados en sus ingresos. “La mano viene dura, es necesario que el gobierno ponga un freno a las importaciones, pero, además, que no castigue al sector textil con tarifazos”, consideró.

Mismo panorama emerge en Las Flores. La empresa GGM contiene a alrededor de 300 trabajadores, pero de todos ellos, poco más de 50 están cobrando un sueldo. El resto de los empleados tuvo una suerte distinta: fueron suspendidos o, directamente, los despidieron.

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