Impuesto rosa: un ítem más en la lista de desigualdades que enfrentan las mujeres

Impuesto rosa: un ítem más en la lista de desigualdades que enfrentan las mujeres

Se ha vuelto habitual en distintos países del mundo e inclusive en Tucumán que ellas deban pagar más por los mismo productos que los hombres.

 

Un color puede cambiar un número. Y eso tiene una explicación. El sobreprecio de algunos productos de consumo masivo destinados a mujeres ahora tiene un nombre: pink tax (impuesto rosa), denominación con la que organizaciones gubernamentales y no gubernamentales han designado este fenómeno, al que muchos también tildan de “discriminación económica basada en el género”. 

Para dar cuenta de que no se trata sólo de una impresión que nos llevamos en las góndolas, el informe elaborado por el Departamento de Asuntos de Consumidores de Nueva York demostró en diciembre pasado que las mujeres pagan un 7 % más que los hombres por los mismos productos. Llegaron a esta conclusión tras relevar unas 800 mercaderías de 35 rubros distintos.

El Gobierno francés hizo una investigación basada en la comparación entre tres tipos de productos y tres tipos de servicios y concluyó que “el fenómeno existe, pero no es sistemático”.

Y si bien en Argentina no hay estudios similares, en comercios locales pueden advertirse diversos ejemplos: un analgésico como el ibuprofeno de 400 miligramos cuesta $ 11,36 más si viene en una caja rosa y con determinado nombre comercial, las pastillas frutales de “Princesas” cuestan $ 3,75 más que las de “Cars” o “El Hombre Araña”, entre otras diferencias. No obstante, también pueden encontrarse ejemplos donde esta regla no se cumple, o se manifiesta en sentido inverso.

Por eso, las opiniones no son para nada unánimes aún sobre la existencia misma de un diferencial de precios que perjudique mayoritariamente a las mujeres. Y si la existencia del pink tax llama la atención, es porque es indisociable, según expertos, de la histórica inequidad económica que afecta a las mujeres en el campo laboral. Se traduce -por ejemplo- en salarios 24% inferiores por igual tarea, según el último Informe de Desarrollo Humano 2015 de la ONU.

“Diversos estudios muestran que efectivamente existe (el pink tax) y esto no es un fenómeno nuevo, pero hoy tiene más resonancia por la jerarquización de las temáticas de género en las agendas globales”, dijo a Télam la doctora en Economía de la UBA,Mercedes D’ Alessandro

La especialista -una de las autoras del blog “Economía Feminista”- advirtió que la brecha salarial se profundiza más en términos de poder adquisitivo si tenemos que pagar precios más altos. D’alessandro rechazó los argumentos frecuentemente esgrimidos por las empresas, tales como que el mayor valor de venta obedece a la ley de la oferta y la demanda o a que los productos para mujeres llevan componentes adicionales o más caros. “En general se da a entender que hay una necesidad interna de la mujer de estar bella y que por eso es más proclive a pagar más por sus ornamentos. La pregunta es si eso es ‘natural’ o responde a demandas sociales: este sistema de marketing se nutre de la imagen que él mismo crea para agregarle un sobreprecio”, dijo.

Por ser mujeres

En contraposición con las anteriores opiniones, el referente de Consumidores Libres (entidad sin fines de lucro creada para defender el derecho de los consumidores), Héctor Polino, afirmó que “no han advertido la existencia del pink tax en el país, por lo que “no es un problema”.

Por su parte, Alberto Pierpaoli, el gerente de la consultora de marketing especializada en diferencias de género The Gender Group, ratificó la existencia del impuesto rosa y desmintió los argumentos de algunos de sus colegas a los que calificó de “mentiras”. “Estas políticas de precios de alguna forma están castigando, penalizando a las mujeres por ser mujeres porque la diferencia no se sostiene en nada tangible sino en pensar que les podemos cobrar más porque ellas son responsables del 85 % de las decisiones de consumo”, dijo . 

“El ejemplo más común es el corte de pelo: que ellas suelan tener más cabello no implica que les tengan que cobrar más caro, pero las mujeres lo pagan porque en general no tienen cómo compararlo”, dijo.

Para D’alessandro el pink tax es un problema más en una lista larga de desigualdades que enfrentamos cotidianamente las mujeres.

Entonces, ¿está bien que las afeitadoras rosas cuesten más que las azules? La respuesta dependerá de quien haga las compras y lo que decida en las góndolas.

Fragancias

Pedro Torres - Propietario de una farmacia del microcentro 

Siempre fue más barato un perfume para hombre, que para una mujer. Y muchas veces no tiene que ver con el packaging o con el envase. Creo que tiene que ver con que la mujer es la que compra, y no repara en gastos.

No siempre salen perdiendo las mujeres

Sebastián Zamar - Propietario de un centro de estética

Nosotros tenemos precios generalizados, pero hay ejemplos en los que el hombre paga más. Como sucede con la depilación definitiva (por la cuestión hormonal, el hombre requiere más tratamiento y eso se traduce en más costos). Sin embargo, el mercado para ellas está más desarrollado. Entonces si se van a hacer manos y pies, seguro la mujer gastará más, porque tiene más opciones -por ejemplo- en esmaltado. Por otra parte, hay diferencias en el corte de pelo: en el de las mujeres se requiere más trabajo, y es allí donde se justifica la diferencia de precios. No es una cuestión sexista.

Indumentaria e impuesto rosa

Facundo del Campo - Diseñador tucumano de indumentaria

La indumentaria femenina no es un caso aislado respecto del impuesto rosa. La confección de una prenda femenina cumple con los mismos gastos de confección que una prenda masculina, en el caso de un jean, por ejemplo. Pero en la tienda, el que va dirigido a una mujer siempre va ser más caro. Creo que esto supera cuestiones de calidad y necesidad de uso. Tiene que ver con lo que para una mujer representa ese producto y cuestiones que giran en torno al mismo: tendencias, sobre todo. Una mujer que está a la moda y se preocupa por tener un pelo espléndido y pagar fortunas en peluquería,no tiene ningún problema de generar un gasto tal vez excesivo para llegar a él. En este sentido, es ahí donde las empresas y los medios de comunicación juegan un papel importante a la hora de establecer un precio y marcar una diferenciación. Por ese motivo, hoy una marca de segunda calidad posiciona productos en valor de lujo. Creo que todo depende del cliente: aquella que consume eso es la víctima. Creo que sí es una problemática que afecta a miles de mujeres.

PUNTO DE VISTA

Mensajes y prácticas sexistas

Germán Luft - Director de Diseño Gráfico en la Unsta

La diferencia de precios entre los mismos productos dirigidos a hombres y mujeres debe ser analizado y tratado como un tema de género, ocasionado y promovido por la industria del marketing y la publicidad, que tiene como objetivo que las mujeres gasten mucho más dinero en ciertos rubros, normalmente considerados “femeninos”.

Sabemos que la promoción de mensajes y prácticas sexistas no sólo alientan la conservación de relaciones sociales desiguales, sino que fomentan y justifican la distribución desigual del trabajo y hasta los actos violentos que padecen miles de mujeres cotidianamente.

Tras años y años de segregar, estereotipar, relegar y diferenciar ¿se podría considerar esto un impuesto al género, que implica no sólo que las mujeres ganen menos que sus pares varones, sino que además paguen más por los mismos productos simplemente por su condición de mujer?

Imaginar que los formadores de precios cobran un diferencial a la mujer porque consume más suena descabellado e ilógico. ¿Podría pensarse que se cobra menos a los varones para estimular la compra de bienes que usualmente consumen en mucho menor cuantía que las mujeres, o estamos frente a un verdadero acto discriminatorio?

Como sociedad cabe preguntarnos qué podemos hacer al respecto; si la igualdad es prioridad de un Estado y cuáles son las cuentas pendientes que el país tiene en la justicia social, cuáles son los obstáculos culturales y cómo participa la sociedad en la denuncia de actos discriminatorios; ya que la equidad de género sólo es posible cuando hay autonomía política, participación e inclusión social.

Es claro que los cambios no se producirán por generación espontánea, sino que es necesario promover medidas de acción que ayuden a revertir las desigualdades estructurales de género que están naturalizadas aún cuando existen leyes que las combaten, a tal punto que las personas no se dan cuenta de que están ejerciendo discriminación y produciendo desigualdades, y tampoco de que van en contra de la ley.

Sabemos que aún falta mucho camino por recorrer, pero también que como sociedad debemos tener el coraje de asumir y denunciar la manifestación de prácticas discriminatorias que reafirman una cultura desigual, se trata de un problema que requiere de políticas públicas y de la participación ciudadana en su conjunto para combatirlo y construir la igualdad en marcos sociales más justos y equitativos.

 

Diferencia en precios

Maquinita para afeitar por tres unidades

Hombre: desde $30.

Mujer: desde $37.

Desodorante de una misma marca en aerosol antitranspirante

Hombre: $45.

Mujer: $47.

Apósitos

Liga de la Justicia: $33.

Kitty: $38.

Jeans de marca internacional

Hombre: $1.466.

Mujer: $1.532.

Perfume importado de una misma marca por 30 ml

Hombre: $630.

Mujer: $840.

Corte de pelo

Hombre: desde $100.

Mujer: desde $160.

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