El impacto de los votos obliga a Mauricio Macri al sacrificio

El impacto de los votos obliga a Mauricio Macri al sacrificio

Nicolás Dujovne ha quedado fuera de juego, pero hay quienes creen que los cambios deben reflejar aún más el mensaje recibido.

 

Hay que repetirlo porque parece una ficción. Todavía hay una elección por delante, aunque por la conducta de ganadores y perdedores de las primarias parece que ya está todo definido. El mercado ya descontó quién puede ser el ganador. Y reaccionó.

El oficialismo está dispuesto a hacer un gran esfuerzo para mejorar la catástrofe del domingo pasado. El objetivo de máxima es entrar en el balotaje para lo cual no le basta con crecer sino que Alberto Fernández debe perder varios puntos. El de mínima es crecer en el número de legisladores y defender, además de la Ciudad de Buenos Aires, otras plazas en las que cree que puede resistir o recuperar.

En este esfuerzo hay dos posiciones. Una, jugar todo a suerte y verdad, que es minoritaria dentro del gobierno; otra, más realista, es hacer todo el esfuerzo pero también actuar con responsabilidad para entregar el poder, si los votos lo determinan, de una manera ordenada.

 

Aunque las diferencias son notorias y públicas, hay una coincidencia implícita entre esta última postura y la del triunfador de la virtual primera vuelta electoral. Es que el terremoto económico que de comienzos de semana -una sobre-reacción similar a la que habían tenido los mercados el viernes anterior a las PASO pero en sentido contrario- necesita decisiones racionales para que los hipotéticos ocupantes de la Casa Rosada no encuentren, por ejemplo, un Banco Central sin reservas, como el que heredó Macri en 2015. Es por eso que una de las cuestiones que hablaron Alberto F. y el Presidente ha sido, precisamente, que las reservas no se quemen en el intento de detener la carrera del dólar. La declaración posterior del candidato del Frente de Todos sobre el precio del dólar, tras el sacudón, forma parte de esta visión, alejada de las posiciones más radicalizadas que aconsejan dejar que Macri se desangre.

Quien más impulsó el diálogo de Macri y Fernández ha sido Rogelio Frigerio, ministro del Interior.

Horacio Rodríguez Larreta, quizás el único de los cuatro jinetes de la Apocalipsis del PRO que quedó en pie, apoyó también ese diálogo. Larreta piensa en el presente -tiene una elección también que ganar- pero más que nada apuesta al futuro.

El Gobierno no sólo ha sacrificado una porción importante del acuerdo con el FMI, sino todo con las medidas que ha lanzado. Después del cachetazo, esta toma de conciencia de que el ajuste llevó al voto castigo, se intenta una tregua en el recorte en busca de recuperar aire político. Cuando se tuvo poder para avanzar en las reformas y ampliar la base política, se desperdiciaron las oportunidades. Ahora, manda la emergencia, sin garantías. En ese giro, al menos, Nicolás Dujovne renunció y lo reemplaza Hernán Lacunza, el ministro de Economía de Vidal. Otros miembros del Gobierno creen que es injusto -e inútil, además- tomar al ministro como un chivo expiatorio: al menos como una forma de demostrar que se recibió el mensaje, debe haber modificaciones, entre ellas la de Marcos Peña, que fue el jefe de la fallida campaña electoral. Pero Peña es Macri.

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