Illapu: una aplanadora andina encendió la fría noche porteña

Illapu: una aplanadora andina encendió la fría noche porteña

El histórico conjunto chileno ratificó, ante un ND Teatro repleto y emocionado, la vigencia de su propuesta que, por primera vez y plasmada en el álbum "Con sentido y razón", recurrió a otros autores para visitar la actualidad Latinoamericana.

¿Cómo hace un grupo musical que lleva 40 años de trayectoria para seguir sorprendiendo? Debe haber varias respuestas, según los rubros y estilos, pero en el folclore latinoamericano el grupo chileno Illapu tiene certezas que bajan del escenario con la efectividad de las viejas canciones y los aciertos del renovado repertorio.

"Con sentido y razón", el nombre del nuevo disco, remarca tanto la búsqueda constante de bellas canciones de la Patria Grande, como el compromiso social de un grupo coherente que defiende su mensaje a rajatabla, a la par que lo insufla de potentes aires andinos en cada arreglo y en la totalidad de un sonido inconfundible.

Quenas, zampoñas, saxos, cuerdas y percusión se lucen y sostienen al charango y la voz cargada de sentimiento de Roberto Márquez, fundador, director y alma mater, para dejar en claro que el grupo puede interpretar temas de Jorge Drexler, Víctor Heredia, Raly Barrionuevo o Silvio Rodríguez, pero siempre sonará con sello del altiplano que muta en pampa salitrera, el sello de Illapu.

Una versión ajustada y emotiva de la "Chacarera del exilio" da paso a la amable melodía de "El Necio", mientras que en "Sobreviviendo" la melodía crece y se enriquece de la mano de los aerófonos y las voces de todo el grupo. América Latina es un reservorio de hermosas canciones, que Illapu suma a sus inoxidables temas de la veintena de discos anteriores.

Suena "Lejos del amor" y el teatro se enciende con la amalgama de letra y música que invita a ser cantada. Una saya boliviana desata el baile; y el viejo himno de Illapu, "Vuelvo", remarca la realidad que 25 años después de ser compuesta -cuando el grupo regresó del exilio- aún no fue cambiada: "Bajo el rostro nuevo de cemento / Vive el mismo pueblo de hace tiempo / Esperando siguen los hambrientos / Más justicia, menos monumentos".

Violeta Parra y Víctor Jara son el puente que conduce a la reafirmación de un compromiso histórico, el mismo que lleva a Illapu en la actualidad a cantar y participar en la luchas estudiantiles de los jóvenes de su país, a denunciar los atropellos contra el pueblo mapuche y a homenajear cálidamente a Salvador Allende. Pero jamás tomará la forma de un panfleto, sino que será a través de la estética de su música que ello ocurra.

Y todo cruzado por la potencia -afirmada en un sonido impecable- de los trazos andinos que el grupo lleva al paroxismo. El mismo que impulsara a los músicos de Inti Illimani y Quilapayún a decir alguna vez que "nosotros creíamos que tocábamos música andina. Eso fue hasta que llegaron los Illapu a Santiago de Chile", procedentes de su Antofagasta natal.

La "aplanadora" andina llenó así la fría noche porteña de música y mensaje, regalando imágenes y decires que empujan, por qué no, hacia un posible ficción: si aún existiera el malvado y detestable juez Montenegro de "Redoble por Rancas", que la pluma maravillosa del peruano Manuel Scorza regalara a todos los latinoamericanos, no quedan dudas de que Illapu ya estaría buscando la canción poderosa que lo combatiera.

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