La Iglesia señala a Peña y Durán Barba como responsables de que Triaca no fuera al Vaticano

La Iglesia señala a Peña y Durán Barba como responsables de que Triaca no fuera al Vaticano

Cerca del Papa creen que el jefe de Gabinete y el asesor impiden mejorar el vínculo Macri-Francisco.

 

Dicen que cuando le ofrecieron al renunciante secretario de Trabajo, Jorge Triaca, la Embajada ante el Vaticano la rechazó con un argumento que sonó fuerte en la Casa Rosada: “Para que voy a ir si no queremos arreglar con el Papa”. El ofrecimiento se correspondía con la buena relación que Jorgito, como lo llaman sus allegados, tiene desde siempre con Francisco a partir de su condición de ferviente católico y, sobre todo, de la cercanía de su familia con el Pontífice, específicamente con su madre. Pero chocaba con la interpretación del funcionario saliente sobre la actitud que prima en el oficialismo respecto del vínculo con Francisco.

El “no queremos arreglar” de Triaca tiene para la Iglesia dos responsables directos: el poderoso jefe de Gabinete, Marcos Peña, secundado por el asesor estrella Jaime Durán Barba. Más aún, para el Vaticano, Peña hace rato que encabeza una campaña contra el Pontífice. Aunque Roma cree que Mauricio Macri perdió interés en mejorar el vínculo con el Papa. Arribó a esa conclusión por la versión que le llegó de allegados al Presidente y que consigna que para Macri la relación estaría definitivamente quebrada y sería perder el tiempo intentar recomponerla. Además, no creería que ello lo beneficiaría electoralmente a esta altura del partido.

 

La percepción de los que no quieren “arreglar” se habría fortalecido por actitudes como la del titular de la Pastoral Social, Jorge Lugones, de recibir a Hugo Moyano el día después de que un fiscal pidió detener a su hijo Pablo. Y del arzobispo de Mercedes-Luján, Agustín Radrizzani, de oficiar una misa frente a la basílica a pedido de gremios muy críticos , con la presencia de Moyano y kirchneristas en primera fila. Si bien el Episcopado salió a despegar al Papa de esas movidas, en el Gobierno no creen que haya sido tan ajeno. “Este Papa nunca tira un centro”, suele ser la queja habitual.

En esa ofensiva inscriben los movimientos hostiles del titular de La Alameda, Gustavo Vera, que hace ya rato fichó para el kirchnerismo. Y del líder de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular Juan Grabois, que recientemente se pasó a las filas cristinistas. Sin embargo, el paso de ambos a la política partidaria habría obligado a Francisco a tomar cierta distancia con ellos, dicen en la Iglesia. De hecho, hace rato que se venía señalando esa distancia con Vera. A la que se suma ahora, aunque en menor medida, la que puso con Grabois (además, ya no es más consultor de un organismo vaticano por cumplir su período de 5 años).

“Ver detrás de lo que hacen Vera y Grabois al Papa es un disparate”, dicen sin vueltas en Roma. Pero también afirman que no es propio de un Papa salir a aclarar este tipo de cosas. Otra cosa es que Jorge Bergoglio valore la lucha de Vera contra la trata y el trabajo esclavo. O el compromiso de Grabois con los sectores populares a través de los movimientos sociales. Al fin de cuentas, los considera a esos grupos un factor de contención y canalización de los reclamos. Y más ahora en tiempos de un severo ajuste y una incipiente recesión traducida en un deterioro social.

Por otra parte, la cúpula del Episcopado se mostró muy contrariada con La Alameda por la difusión que hizo del momento en que el Papa firma una camiseta con el lema de la misa de Luján –“Paz, pan y trabajo”- que le acercó una integrante de esa agrupación al fin de la audiencia general de los miércoles. “No fue prudente en momentos en que había una fuerte polémica en el país por esa celebración”, dijeron. Antes, la reunión de Lugones con Moyano y la famosa misa habían generado una fuerte controversia dentro del Episcopado, como anticipó Clarín, aunque su cúpula buscó que no trascendiera.

Con todo, algunos ven de uno y otro lado pequeños intentos de mejorar el vínculo. Como la decisión de Francisco de autorizar un reciente encuentro de la Fundación Pontificia Scholas en Buenos Aires –organizado con la institución educativa judía ORT- y que congregó en el cierre a varios miembros del Gobierno que no suelen estar en la primera línea de la relación con el Papa. Por caso, el ministro de Educación, Alejandro Fonocchiario, a quien Macri –según dicen- bajó de un viaje al interior para que asistiera. Estuvieron los secretarios de Medio Ambiente, Sergio Bergman, y de DD.HH. Claudio Avruj.

La nómina de oficialistas presentes fue más larga (Horacio Rodríguez Larreta o el propio secretario de Culto, Alfredo Abriani, entre otros). Pero, se sabe, ello s desde siempre cultivan una buena relación con el Papa, sea por afinidad, sea por la función. Habrá que ver si estos gestos fructifican o están destinados a quedar en el terreno de las buenas intenciones. No parece fácil: Por lo pronto, habrá quedespejar la desconfianza entre quienes en el Gobierno creen que el Papa les juega en contra y quienes en el Vaticano consideran que Peña lleva adelante una campaña contra Francisco. Por las dudas, Triaca rechazó el ofrecimiento.

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