La ideología y los números

Por Eduardo Anguita

El barril de petróleo a menos de 30 dólares parecía una buena nueva para un país como la Argentina que tuvo una balanza comercial energética negativa durante muchos años.

El barril de petróleo a menos de 30 dólares parecía una buena nueva para un país como la Argentina que tuvo una balanza comercial energética negativa durante muchos años. En efecto, en los primeros años de Néstor Kirchner, con un bajo consumo industrial y domiciliario, había superávit. Sin embargo, el crecimiento sostenido del PBI con un petróleo subía de precio, llevó a que la importación de gas y combustibles líquidos produjeran un agujero en las cuentas nacionales. En 2012, por caso, el déficit del sector energético fue cercano a los 8000 millones de dólares. Para tomar dimensión: las exportaciones totales rondaron los 80 mil millones. Lo que compensaba ese desbalance energético era el altísimo precio de las oleaginosas que permitía a la Argentina, ese 2012, tener superávit comercial total por 12 millones de dólares. Ese era el primer año después del contundente triunfo de Cristina por 54% y cabe recordar que en abril se produjo la estatización del 51% de YPF. Además, la llegada de Miguel Gallucio a la compañía estaba acompañada de la promesa de Vaca Muerta, el tercer yacimiento no convencional más grande del planeta.

Pasó poco tiempo pero el cambio es notable: pese a que el barril está a menos de 30 dólares, las operadoras reciben un precio sostén que duplica el internacional (55 dólares el barril). Esto se inició durante la administración de Cristina Kirchner y sigue, con algunos retoques, con el gobierno de Mauricio Macri. Y pese al interés de empresas petroleras de primera línea, que operan en Vaca Muerta, las inversiones requeridas son demasiado altas para un petróleo que sigue en baja.

Es más, el fin de las sanciones a Irán tras el acuerdo sobre su programa atómico, significa más petróleo en el mercado. En efecto, Irán aumentó la oferta no bien se conocieron el fin de dichas sanciones. En estos momentos, el centro de los problemas no está en Neuquén, donde se encuentra Vaca Muerta, sino en Chubut. Comodoro Rivadavia arrastra un conflicto que amenaza con dejar en la calle a miles de trabajadores petroleros.

Ayer comenzaban la serie de reuniones donde se encuentran las autoridades nacionales y las provinciales más los representantes sindicales para intentar una vía de solución a esta realidad. De fondo, los números no cierran. Pero las maneras de evitar este nuevo escenario internacional empiezan por saber quiénes resignan intereses o beneficios. Ante la posibilidad cierta de que las empresas empiecen a despedir gente, el gobernador Mario Das Neves pide subsidios a Macri y las autoridades nacionales amenazan con abrir la importación si la crisis no se resuelve con la resignación de las ganancias de las empresas, con menos horas extras de los trabajadores y con el aporte de parte de las regalías provinciales. Das Neves señala que Macri aumentó drásticamente la coparticipación de la Ciudad de Buenos Aires, en contra de cualquier visión federal. El tema es que Comodoro Rivadavia no es sólo la cuna del descubrimiento del primer yacimiento de petróleo sino que hoy exporta buena parte del petróleo que extrae. Y los precios de venta de ese crudo pesado no están ni remotamente cerca de los 55 dólares del precio sostén en el mercado interno sino por debajo de la mitad de eso. A su vez, las empresas y el gobierno de Chubut sostienen que el costo operativo está cerca de los 35 dólares.

Cualquier cuenta rápida indica que las empresas ganaron mucha plata cuando el precio del barril estaba tres veces arriba. Basta consignar que una de las principales empresas en Comodoro es Pan American Energy (PAE), cuyos principales accionistas son Carlos y Alejandro Bulgheroni. Ellos tienen, de acuerdo al ranking de la revista Forbes, la principal fortuna de la Argentina. Paolo Rocca, es decir Techint, otro de los principales grupos económicos argentinos, tiene una participación en PAE. Los dirigentes gremiales sostienen que, si hay despidos en masa, no descartan dejar de extraer petróleo y hasta cortar el suministro de gas al país. En el norte de Santa Cruz, el clima no es muy distinto, aunque todavía no está en estado crítico.

Este es un tablero de la Argentina real. YPF nacionalizada pero con un protocolo secreto con Chevron, junto a otros jugadores también globales, como PAE y Techint. Las tensiones son fruto de un nuevo escenario pero ponen al desnudo viejas inequidades y un grado elevado de concentración de la economía en un sector vital. Antes de las paritarias, tan mentadas, el gobierno de Macri deberá ayudar a encontrar una fórmula donde algunos, o todos, resignen de buena manera sus intereses. Hasta ahora, en menos de dos meses, el gobierno avanzó con una agenda de decretos y con la decisión de poner en el tope de la agenda una advertencia a la protesta social. En Jujuy, más allá de las particularidades de la Tupac Amaru, tanto el gobierno provincial como el nacional y también la Justicia sostienen que la detención de Milagro Sala es un caso particular, debido a los privilegios que pretende mantener esa dirigente social. Es difícil de entender, en esa lógica, por qué no la dejan en libertad y dejan que el proceso judicial siga su curso en un clima distendido. Lo de Chubut es algo serio. Alguien podría decir que Macri, Bulgheroni y Rocca no sólo tienen apellidos italianos sino que comparten la elite de la Argentina y que, en consecuencia, van a evitarse problemas. Eso es desconocer el entretejido de intereses de las empresas, los vínculos especiales que aceitan con las provincias y los municipios, aún con los representantes sindicales. El ejercicio del diálogo, tan bien explotado por Cambiemos en campaña electoral, tiene una interesante prueba de fuego con un petróleo que seguirá en baja en un país donde el gobierno quiere sumar diputados o senadores del peronismo en distintas provincias pero, hasta ahora, solo mejoró el coeficiente coparticipable en la Ciudad de Buenos Aires, donde no busca ganar aliados precisamente. El acercamiento de Macri a Sergio Massa, extensivo al cordobés José Manuel De la Sota, tiene sabor a poco para un macrismo que todavía no mostró cuáles serán los caminos para hacer efectiva esa noble idea de unir a los argentinos. Por ahora, todo tiene mucho aroma a ideología, sea de revancha o sea de afirmación de los valores propios de la coalición Cambiemos. El ejercicio de la política en la administración del poder es un arte mucho más complejo, más vinculado a los matices y, fundamentalmente, a las disputas de intereses. «

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