Hugo Condori: La complicidad el estado y las empresas de interés nacional: Una historia de la lucha por la libertad

Hugo Condori: La complicidad el estado y las empresas de interés nacional: Una historia de la lucha por la libertad
Jujuy al día® – En la audiencia Nº 24 del primer juicio por delitos de lesa humanidad –que se cumplió este viernes 12 de octubre- el Tribunal Oral Federal tomó declaración al histórico dirigente Hugo Condorí, único sobreviviente de la conducción de la Obra Social del Sindicato de Obreros del Azúcar de Ledesma.
Ese órgano sindical convocó a míticas figuras, detenidas desaparecidas durante la dictadura, entre ellas a Jorge Osvaldo Weisz, Vicepresidente de la entidad y al Dr. Luis Aredez que se desempeñó como asesor de esa obra social.

El testigo, actualmente titular de APYME Jujuy y Presidente del Partido Solidario de Jujuy, conduce la Asociación Jujeña de ex Presos por Razones Políticas y es un destacado militante de la causa de derechos humanos en la provincia.

El extenso relato de Hugo Condorí – “El Coya”- fue seguido por una sala colmada de público, entre la que se destacó la presencia del diputado nacional del Frente Nuevo Encuentro Juan Carlos Junio, el dirigente nacional de APYME, Juan José Sisca, Inés Peña de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos de Jujuy, Eva Arroyo de HIJOS y diversos referentes de organizaciones sociales, políticas y de derechos humanos. También se encontraban presentes la esposa, hija y nietos de Condorí, quienes sufrieron el impacto de las múltiples amenazas que recibió el dirigente y por las cuales se encuentra bajo protección especial. Cabe recordar que Cristina, hija de Condorí también fue atacada en Libertador donde recibió amenazas que estuvieron directamente vinculadas por el rol del padre en los juicios por delitos de lesa humanidad.

Junto al Fiscal del TOF Francisco Snópek y el Fiscal ad hoc Pablo Pelazzo se encontraba el titular de la Unidad Fiscal de Coordinación y Seguimiento de las causas por delitos de lesa humanidad, Jorge Auat.

Por la querella estuvieron presentes los abogados Ariel Ruarte, Paula Alvarez Carrera, María José Castillo, Juan Manuel Sivila y Martín Patiño; mientras que por la defensa de los imputados se encontraban Ricardo Vitellini, Matías Gutiérrez Perea, Carlos Shaeffer y Carlos Rodríguez Vega.

Desde el Complejo Penitenciario de Ezeiza, el imputado Antonio Orlando Vargas siguió las instancias de la jornada, mientras que el ex Tte. José Eduardo Bulgheroni lo hizo desde una habitación contigua y Mariano Rafael Braga estuvo presente en la sala de audiencia.

HUGO CONDORÍ: UN RELATO DE LAS INJUSTICIAS EN LEDESMA

Exhaustivamente el testigo relató todo lo vivido durante sus tres detenciones desde 1975 hasta el año 1983, cuando alcanzó su libertad legal siendo exceptuado de prisión.

Al inicio de su testimonio Hugo Condorí señaló la complicidad del Estado y las empresas consideradas de “interés nacional”, entre las que se encontraba Ledesma y relató una serie de injusticias cometidas por la empresa y contra las que se reveló la militancia sindical que lideró en los 70. La lucha por la libertad y la dignidad fue el eje que trató de desarticular el terrorismo de estado.

El testigo que declaró este 12 de octubre, Día de la Diversidad Cultural, rindió un homenaje a los pueblos originarios explotados por Ledesma. A propósito recordó que la mayor parte de los obreros de campo de la empresa pertenecían a esos pueblos y eran sometidos a situaciones de terrible explotación “Los salarios por disposición del Estatuto del Peón Rural y un convenio colectivo, consistían en una suma de dinero por tonelada de caña que cosechaban, el 30% era para el peón y el resto era para la empresa”. Agregó que si bien tanto el Estatuto del Peón y la Ley 1814, preveían viviendas para los trabajadores, esto no se cumplía. En cambio, la empresa mantenía a las familias de trabajadores hacinadas en pabellones de 5 X 3 mts. Allí dormían en el piso y sin servicios sanitarios suficientes.

Otras injusticias que cometía la empresa –describió- eran las trampas en el control de peso de la cosecha que se resolvía siempre en detrimento de los zafreros. “Cada trabajador cargaba una zorra con 10 toneladas de caña, pero el ingenio recién pesaba lo cargado cuando llegaba y hasta ese momento llegaba mucho menos, entonces se le pagaba por eso y no por lo que realmente había cargado” recordó el “Coya” y señaló también que en los cañaverales –entre las mútiples injusticias- se registraba también explotación laboral infantil de los hijos de los zafreros.

“El obrero no tenía alternativa de control de lo que cosechaba entonces se producían muchos abusos, no se reconocía lo que se pesaba. Nosotros, con los compañeros Jorge Weisz, Carlos Patrignani y Luis Aredez pedíamos un cambio en esa modalidad con vásculas, para que el obrero pese primero y se le pague por lo que cosechaba realmente. Esto al ingenio le molestaba y por eso estos compañeros eran “terroristas” y hoy están desaparecidos”.

Condorí sugirió al Tribunal Oral Federal que se cite a declarar al actual Presidente de Bolivia, Evo Morales, quien de niño conoció las extremas condiciones de trabajo y de vida en el ingenio. Su padre había sido zafrero en Ledesma.

Además, habló de las carencias sanitarias que padecían los obreros. “El servicio médico para ellos no existía, había un alto nivel de mortalidad, los médicos que estaban en Ledesma eran residentes, una enfermera hacía de oftalmóloga, dentista, de todo. Todo eso logramos cambiar con un saldo de compañeros desaparecidos”, expresó.

En este contexto, Condorí abogó para que “a los dueños de esta tierra le demos el lugar y el trato que les corresponde” y reivindicó a los pueblos originarios.

LA PRIMER DETENCION: “EL GAUCHO MARTÍN -EL ASTIZ JUJENO- ME APUNTÓ CON UNA PISTOLA”

En 1972, la CGT convocó a una huelga de 48 horas, a la que adhirió el sindicato de obreros y empleados del Ingenio Ledesma, agregando 24 horas más por reclamos propios. “Veíamos que se venía la automatización, eso implicaba disminución de obreros, nosotros reclamabamos que si se daba, la empresa debía garantizar el sueldo a los obreros para evitar la desocupación, y eso se logró”.

Relató que en ese contexto de huelga, fue detenido por primera vez. Era el año 1972. Junto a Jorge Weisz se había dirigido a la agencia de un diario local ubicada en calle Belgrano. Al ingresar, un hombre sacó una pistola, se la puso en el estómago y le pidió las llaves del auto. Condorí vio entonces también a dos personas de la Federal. Eran alrededor de las14:00 y no había nadie en la calle. Weisz le advirtió que los estaban por secuestrar e inmediatamente lograr comunicarse telefónicamente con el Dr. Snopek (padre) que entonces asesoraba al sindicato de los azucareros.

Hugo Condorí señaló que el hombre armado que lo apuntó fue el “Gaucho Martín”, a quien vinculaba al ámbito sindical porque lo había visto en reuniones en la sede de AGEOP. Se trataba de un infiltrado: “el Astiz jujeño”, dijo Condorí.•

Condorí y Weisz fueron llevados a la Policía de la Provincia, donde finalmente el jefe de la unidad les explicó que se había tratado de una equivocación y que la disposición de arresto del PEN había sido levantada. Mientras esto sucedía, los obreros de Ledesma habían tomado la empresa en solidaridad con sus dirigentes.

Condorí recordó la figura de Jorge Weisz, un hombre íntegro, Vicepresidente de la obra social del azúcar. Weisz militaba en las filas de Vanguardia Comunista. Según relató Condorí, en una oportunidad el Director de Relaciones Públicas de Ledesma, Mario Paz le ofreció a Weisz un portafolio de dinero para que abandonara su lucha. Weisz lo rechazó. Lo mismo intentaría después, infructuosamente, la empresa con Condorí.

LA SEGUNDA DETENCION: LA INTERVENCIÓN ILEGAL DEL SINDICATO DEL AZÚCAR

Condorí trabajaba en Ledesma en una sección donde el ruido superaba los decibles permitidos. Como consecuencia de esto, sufrió una afección del tímpano por la que fue derivado a Buenos Aires para una timpanoplastía.

“Estaba en Buenos Aires y nunca me operaban, me tuvieron 8 meses esperando hasta que fui sometido a la cirugía” dijo´. Regresó a Jujuy y al poco tiempo tuvo retornar a Buenos Aires para una segunda cirugía. Entonces recordó Condorí, el recepcionista del hotel donde se hospedaba le advirtió que lo estaba siguiendo gente de la federal.

Al poco tiempo, lo llamaron de la empresa. “Nos juntamos en una confitería con el Dr. Nicholson y el Director de Relaciones Gremiales. Me dijeron que por mi bien y el de mi familia me iban a dar plata para que no volviera más a Ledesma”. Si bien no pudo recordar con precisión la suma de dinero ofrecida entonces, Condorí destacó que “alcanzaba para poner una concesionaria de auto”. Rechazó el ofrecimiento “porque yo era lo que era gracias a los compañeros”, expresó y además –evocó- “Aredez siempre me dijo que no tenía que salir por la ventana, sino por la puerta grande”.

Luego, agregó: “Volví a Ledesma y me presenté a trabajar, no me dejaron entrar en la fábrica, me tuve que refugiar en las bases y a los dos días intervinieron el sindicato de forma ilegal”. Esta situación ocurrió en 1975 durante el gobierno de María Estela Martínez de Perón y por orden del Ministerio de Trabajo. La conducción se había impuesto en los comicios con el 80 % de apoyo de las bases, pero la empresa con la complicidad del estado trataron de invalidar el resultado y la gestión.

En ese marco se producen las detenciones de Carlos Figueroa, Carlos Patrignani y varios miembros más del sindicato. “Hicimos una comisión de huelga y entré en la clandestinidad”.

La resistencia a la intervención se extendió unas semanas y también la clandestinidad de Condorí, hasta que se enteró que en represalia, sus hermanos habían sido detenidos. Decidió entonces entregarse.

Ese día el pueblo de Ledesma y los obreros resistieron pero el Ejército, Gendarmería y la Policía hicieron un operativo cerrojo y detuvieron 800 personas, hubo torturados, golpeados y gases lacrimógenos.

En ese momento, memoró el “Coya”, “se me ocurrió meter a la gente en la iglesia, pero estas bestias no respetaban nada, entré a la Iglesia y escuché que me gritaban Condorí!. Me dí vuelta y un tipo con una itaca disparó tiran, en una milésima de segundo un compañero cerró la puerta y la bala pegó en la cerradura”.

El testigo contó que una vez que resolvió entregarse, fue a la casa de su madre para despedirse y en ese contexto fue detenido por aplicación de la Ley Antisubversiva Nº 2840. El operativo era comandado por el Comisario Lescano. “Mi madre le pedía que no me torture, ella estaba desesperada porque sus tres hijos estaban detenidos”, agregó. El testigo narró que fue conducido a la cárcel de Villa Gorriti y quedó alojado en el Pabellón 5. En la enfermería del penal vió al dirigente del Partido Socialista de los Trabajadores Juan Carlos López Osornio, quien se encontraba con evidentes signos de torturas. Osornio le pidió disculpas porque había sido a obligar una declaración donde señalaba que Condolí era un incitador a la violencia.

El testigo describió los hematomas y heridas que presentaba López Osornio –que era sometido a sesiones de torturas en la Policía- . En ese marco reprochó que esta realidad fue ocultada por los médicos que prestaron servicios en el penal durante el Juicio por la Verdad que tramitó el Juzgado Federal Nº 1.

Condorí estuvo detenido en Gorriti a disposición del Juzgado Federal, contaba entonces con el asesoramiento legal del Dr. Horacio Guzmán. Un día el Jefe de la cárcel lo llamó y le dijo que quedaba en libertad por falta de mérito pero con la condición de que fuera a Ledesma, retirara sus pertenencias y nunca más regresara al pueblo.

La situación era irregular porque si bien había quedado liberado no tenía ninguna documentación que lo acreditara, de hecho recién en 1983 legalmente es notificado de su libertad. Condorí salió de la cárcel –tal vez en noviembre u octubre de 1975- y no volvió a Ledesma por 18 años. Estuvo en La Quiaca, lejos de su familia, en un exilio interno obligado.

TERCERA DETENCION: “ESCAPATE O TE MATAN”

La tercera detención de Condorí se produjo después del golpe de 1976. El 13 de abril de ese año, Condorí recibió un alerta en el Ministerio de Bienestar Social cuando se aprestaba a hacer un trámite de carnet sanitario. Allí se produjo un episodio con presos comunes que habían bajado de un celular de la penitenciaría. Uno de ellos le dijo: “escapate o te matan, yo pensé en la represalia a mi familia y no lo hice”, recordó.

Ese mismo día en la tarde, cuando se encontraba en un negocio en la calle Alvear entre Lamadrid y Balcarce, se presentó un policía y le informó que el Comisario Jaig quería hablar con él. Escuchó entonces ruidos e inmediatamente comenzaron a desplazarse por los techos efectivos policiales en un operativo que había sitiado la cuadra. Hugo Condorí fue esposado, encadenado y llevado al sector de la Policía contiguo al cuartel de Bomberos, donde permaneció alrededor de dos semanas. Allí, el Comisario Ernesto Jaig le dijo: “Vos y tu bandita están jodiendo, ya vas a ver lo que les va a pasar. Tengo una sorpresa para ustedes”.

El testigo fue conducido nuevamente a la cárcel, quedó alojado en el Pabellón de los contraventores, detalló en su relato. Allí estuvo más de 40 días, hasta que el oficial Mario Gallo advirtió que estaba ubicado en un Pabellón equivocado. Condorí es pasado entonces al Pabellón 1 donde estuvo junto a otros presos de Ledesma, como el Dr. Luis Aredez, Filiu, Bueno y Valenzuela entre otros.

También el testigo compartió cautiverio con Jorge Ernesto Turk y Osvaldo Giribaldi. Estaban desesperados, recordó Condorí y afirmó que fueron llevados a declarar a la Policía Federal y no regresaron nunca más. Actualmente integran la lista de detenidos desaparecidos.

Hugo Condorí señaló a Mario Gutiérrez y otros guardia cárceles, entre ellos los hermanos Ortiz, como ejecutores de los movimientos de presos.

El testigo mencionó también a otros detenidos en el Pabellón 3, entre ellos a Carlos Díaz, Carlos Patrignani, Raynaldo Aragón, Renato Colautti, Rubén Alvarez, Donato Garnica, Carlos Cardozo y Carlos Morales.

“Todos fueron sometidos a condiciones inhumanas” manifestó y remarcó “eso que pasó en Guantánamo pasó también en el Pabellón 3, donde los presos estaban totalmente aislados.

Condorí más tarde junto a otros presos políticos fue llevado a la Unidad Penal Nº 9 de La Plata, en un vuelo fatídico donde fueron sometidos a múltiples torturas. En ese presidio, como la mayoría de los reclusos, recibió un trato “bestial”. En una de las golpizas, Condorí trató de revelarse, escuchó entonces la voz del Dr. Luis Aredez que le decía “tranquilo hijo, no les des motivos para que te peguen”. Fue la última vez que supo de Aredez.

En La Plata Condorí fue sometido a sesiones de picana y múltiples torturas y estuvo en el Pabellón Nº 16 de máxima seguridad, donde vio a Dardo Cabo, periodista y político del peronismo. Cabo en 1966 había participado del Operativo Cóndor. Junto con otros militantes, secuestró un avión de Aerolíneas Argentinas y lo desvió hacia las Islas Malvinas, plantando allí la bandera argentina. El 6 de enero de 1997, Día de Reyes, las hijas de Cabo recibieron “de regalo el cadáver de su padre que fue muerto en un simulacro de fusilamiento”.

Finalmente, Condorí fue liberado en septiembre de 1977.

AREDEZ, UN PROYECTO DE LIBERTAD

Durante su largo relato, Condorí recordó al Dr.Luis A´redez a quien conocía desde niño. Con Aredez habían fundado la obra social de trabajadores del azúcar. Además Condorí conoció también la gestión de Aredez como Intendente de Libertador. Indicó que el médico había impulsado la expropiación de 70 hectáreas para edificar más viviendas y promover parques industriales.

Aredez que era un hombre de extracción radical, había llegado a la Intendencia elegido por el justicialismo cuando aún las intendentes eran designadas directamente por el Poder Ejecutivo.

Aredez “era un hombre distinguido, muy reconocido” dijo y destacó su vocación de ampliar el éjido municipal. “No sólo para cobrar más impuestos, sino fundamentalmente para darle libertad a la gente”, subrayó.

Explicó el dirigente que en Ledesma había un “cuartelero” que se encargaba de la asignación de las viviendas y de los arreglos. “Uno llegaba a Ledesma, cruzaba la vía y se encontraba con un cartel que decía “propiedad privada”, uno entraba efectivamente en una suerte de cuartel” dijo por eso destacó que Aredez impulsó el crecimiento urbano para que la gente pudiera liberarse de ese control que ejercía la empresa sobre sus vidas

Indicó Condorí que durante su cautiverio junto a Aredez, este le relató que había sido secuestrado en una camioneta de Ledesma que era conducida por Juan de la Cruz Kairuz.

También evocó Condorí a la mítica sindicalista docente Marina Vilte. “Un ejemplo de dirigente”, afirmó y destacó que Marina visitaba el penal de Gorriti para asistir solidariamente a compañeros presos, entre ellos Ramón Calapeña que tenía su madre enferma y anciana. “Marina después dejó de hacerlo porque la desaparecieron” apuntó.

“UN PROYECTO DE PAÍS QUE SOÑARON LOS 30.000 JÓVENES DESAPARECIDOS”

“Quiero decir que esta posibilidad de estar acá la hubieran querido tener muchos compañeros, los que luchaban por una sociedad justa y soberana” dijo Hugo Condorí sobre el final de su testimonio.

Mirando al tribunal señaló: “que funcione la justicia y encarcele a quienes cometieron todas las atrocidades, para que podamos terminar este duelo de 36 años, encontrar los restos de nuestros compañeros y darles una sepultura digna”.

“Vamos a seguir firmes trabajando por ese proyecto de país que soñaron los 30 mil compañeros detenidos desaparecidos”, cerró finalmente Condorí.

EN GORRITI LOS PRESOS POLITICOS RECIBIAN GOLPIZAS, LO CONFIRMO UN GUARDIACÁRCEL

El segundo y último testimonio de la jornada correspondió a Carlos Lacci, un guardia cárcel que se desempeñó en el Servicio Penitenciario de Villa Gorriti durante dos décadas, hasta 1982. El dato que aportó el testigo y que confirmó lo señalado por testigos víctimas sobrevivientes durante las audiencias precedentes, es que dentro de la cárcel de Gorriti los presos políticos eran sometidos a sesiones de tratos crueles e inhumanos.

De verdad, el dato no es una novedad, pero sí lo es el hecho de que un miembro del propio Servicio reconozca que esto sucedía. De hecho el testigo vio personas lastimadas y sabía que se sacaba gente de los pabellones para ser golpeadas. Hasta ahora los guardia cárceles que testimoniaron no habían podido aportar datos en este sentido, en lo que aparenta ser un pacto de silencio entre personal penitenciario para ocultar la verdad real.

Durante su testimonio Lacci dijo: “Yo no me dejaba sacar gente del Pabellón 5 para que la golpearan en la guardia externa” y señaló que un ayudante de apellido Torres junto a otros efectivos habrían participado de las golpizas a los presos.

“Durante mi guardia yo no permitía esto porque yo estaba para readaptarlos” agregó y dijo que esta situación, más algunas desobediencias a órdenes impartidas por su superior Ortiz -que “estaban mal dadas”- le significaron sanciones, inclusive arrestos en la misma unidad.

Lacci no pudo precisar las órdenes que desobedeció por considerarlas incorrectas, sólo precisó que las mismas eran orales y no mediaban documentos o actas que avalaran esas disposiciones.

El testigo indicó que las circunstancias descriptas lo habían puesto en una difícil situación. “A mi me querían echar, tenía un pie adentro y otro afuera” destacó e interpretó que por eso nunca fue ascendido. “Jamás me movieron del Pabellón 5”, expresó.

Lacci recordó el caso de dos hombres jóvenes que fueron llevados a su Pabellón y que registraban heridas sangrantes en sus órganos sexuales. “Yo les dije que se echen orina para que se les sequen las heridas” expresó y refirió que no pudo continuar la conversación porque se encontraba bajo la mirada atenta del oficial Mamaní. Una semana después, acotó el testigo, estos presos fueron sacados del Pabellón y no volvió a verlos más.

Dijo el testigo no haber hablado nunca con “ningún preso político o subversivo”, aunque además de referir ese episodio con los presos heridos mencionó también un breve intercambio con Avelino Bazán, el mítico dirigente de Mina El Aguilar, cuya detención también se investiga en este juicio. .Lacsi vio a Bazán en oportunidad de alcanzarle una ración de alimentos. Supo el guardia cárcel que el presidiario era Bazán por que así lo llamaban los otros presos, dijo.

Debido a su escasa instrucción, el testigo dijo no haber manejado libros ni actas.

Además de mencionar a Ortiz, uno de sus superiores y al ayudante Torres, también señaló a Mamaní y Arjona, mientras que identificó como Jefes de Personal del Servicio Penitenciario a Singh y Flores.

Además el guardia cárcel dijo haber visto en la Dirección del Servicio Penitenciario a personal militar armado y que el mismo director tenía uniforme militar. Además agregó que sabía que Zárate y Ortiz iban al Regimiento 20.

“Soy un hombre pobre y humilde, pero jamás he procedido mal con una persona bajo régimen penitenciario” aseguró al final.

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