Hubo 4.000 técnicos para que funcione la boleta electrónica

Hubo 4.000 técnicos para que funcione la boleta electrónica

El 92% votó sin problemas, aseguró la Defensoría del Pueblo. Estuvieron atentos a cualquier inconveniente. Hubo 9.836 equipos y problemas en apenas 38. Operó velozmente.

El BUE (Boleta Unica Electrónica) debutó ayer oficialmente en las elecciones porteñas. Y a pesar de las polémicas previas, el sistema aprobó holgadamente el examen, para alivio de los impulsores y responsables directos de la organización del comicio. Pero nada es gratis: para prevenir incidentes y congestiones en las mesas, se conformó una verdadera task force de 4.000 personas (entre empleados de MSA, proveedora del sistema electoral, y la Justicia porteña) para alertar y resolver sin demora cualquier inconveniente.

“Quizá nos ayudó la Providencia, pero la verdad, estamos sorprendidos porque salió mejor de lo que esperábamos. Hubo problemas aislados, alguna máquina que se trabó, pero se reemplazaban inmediatamente”, celebró Ezio Emiliozzi, director electoral de la Ciudad, al evaluar la organización y funcionamiento del comicio.

“La Providencia” tiene explicación. Bajo presión y debido a las polémicas previas en torno de la Boleta Electrónica, se configuró un fenomenal dispositivo para asistir a las 7.377 mesas habilitadas para las elecciones de ayer, distribuidas entre las 15 comunas de la Capital.

La cabecera del operativo se constituyó en Florida 141, en el corazón de la city. Allí funcionó un call center con 180 personas, cuyo tarea principal fue atender reclamos desde los 811 lugares de votación. Desde este help desk (una mesa de ayuda) se recibieron reportes y se coordinaron auxilios por ocasionales desperfectos en las terminales o faltantes de boletas, entre otras cosas. La prevención fue tal que MSA “puso a disposición un total de 9.836 equipos, 336 más que las establecido por contrato”, remarca Sergio Angelini, el CEO de la firma.

En gran medida, la Boleta Electrónica no tuvo grandes sobresaltos y generó más aplausos que críticas. Apenas 38 equipos se sustituyeron por mal funcionamiento, según indica un reporte de la empresa. Pero también se registraron otros casos, conocidos en la jerga como “cuelgues”, destrabados por personal técnico especializado en los mismos lugares de votación. Frente a estas dificultades, por desconocimiento o desconfianza, hubo resistencias puntuales y aisladas por parte de fiscales y autoridades para cambiar de mesa, generando algunas demoras.

Así y todo, según una encuesta elaborada por la Defensoría del Pueblo, el 92% de la gente dijo que “votó sin problemas”.

La organización incluyó además una dotación de 30 vehículos (dos por comuna) abastecidos con máquinas, herramientas y boletas de reemplazo.

Para agilizar el recuento, se resolvió concentrar la transmisión de los resultados por escuela “cerrada” y no mesa por mesa, como se hacía habitualmente. De este modo, se especulaba con una demora inicial en la difusión del escrutinio y una aceleración a partir de las primeras cargas. La profecía se cumplió: a las 20, dos horas después de cerrado el comicio, Capital contabilizaba y difundía el 60% de los votos. A esa misma hora, Córdoba no alcanzaba el 2%.

En realidad, estas urnas electrónicas fueron diseñadas para replicar lo que indica el Código Electoral, que establece un sistema de doble conteo: uno provisorio, al finalizar el comicio, y uno definitivo, por si existen dudas. De allí y para superar suspicacias sobre posibles fraudes, la máquina permite al elector armar la boleta en forma virtual y después imprimirla, sin dejar registro alguno para no vulnerar el secreto del voto. Ya se usa en Salta, desde 2011, y ayer se suma Capítal.

 

Agresión a alumnos de Clarín-Universidad de San Andrés 

Dos alumnos de la Maestría de Periodismo de Clarín-San Andrés fueron agredidos ayer alrededor de las 14 en la escuela José Ernesto Galloni, ubicada en Helguera 2435. Junto al fotógrafo Lázaro Fernández, colaborador de Clarín, cubrían la experiencia de personas ciegas con el sistema de boleta única electrónica cuando fueron insultados. El fotógrafo había obtenido el permiso para ingresar al aula donde iba a votar Marcelo Moure. Pero un fiscal increpó a Moure acusándolo de no ser ciego.

Mientras el resto de las autoridades exigía que se borre todo el material existente. Al final, no pasó a mayores.

 

Prueba difícil

Marcelo Moure, 55 años, llegó a la escuela José Ernesto Galloni junto a su hijo Tomás a las 13. Ciego desde 1997, tenía la alegría de ser incluido en el nuevo sistema de votación. Ese sentimiento, se desvaneció a los pocos minutos.

 

 

 

En la institución, una autoridad que no se identificó, puso en duda su ceguera. Moure tuvo que presentar el certificado de discapacidad.

L. Fernández

 

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